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La búsqueda del "Doctor muerte" reabre la polémica sobre los nazis en Argentina

Agencia EFE, Sábado, 2 de agosto 2008
La búsqueda en Argentina del criminal de guerra alemán Aribert Heim, apodado "Doctor Muerte" por sus letales prácticas con prisioneros judíos, ha reabierto la polémica sobre el amparo que lograron en el país significados nazis huidos tras la Segunda Guerra Mundial.

Seis décadas después de huir de Alemania, Heim - que inyectaba jeringas con gasolina en el corazón de los prisioneros en el campo de concentración de Mauthausen- parece estar cercado en algún lugar de la Patagonia, el vasto territorio que se extiende por el sur de Argentina y Chile, según el Centro Simon Wiesenthal.

De ser cierto, el "Doctor Muerte" se sumaría a la larga lista de criminales nazis refugiados en Suramérica tras la caída del nazismo, en especial en Argentina.

"Juan Domingo Perón abrió generosamente las puertas a los nazis y los protegió, pero esa actitud no se limitó a su Gobierno sino que fue una política de Estado hasta 1983", destacó Sergio Widder, representante para América Latina del Centro Wiesenthal.

Investigadores consultados por Efe, sin embargo, coincidieron en que Argentina comenzó a saldar esta "deuda" con la humanidad en sus últimos 25 años de democracia, en los que fueron capturados y extraditados cuatro criminales de guerra y otro murió cuando estaba a punto de correr la misma suerte.

Según el Wiesenthal, unos 300 criminales de guerra y miles de colaboracionistas del Tercer Reich llegaron a Argentina al concluir el conflicto bélico (1939-1945).

Esta cifra supera largamente los 180 criminales nazis contabilizados por la Comisión de Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en Argentina (Ceana) después de que el Gobierno de Carlos Menem dispusiera la apertura de los archivos oficiales.

El primero de los hallados en Argentina fue Adolf Eichmann, quien ingresó en el país en 1950 con un pasaporte falso emitido por la Cruz Roja.

En un operativo cinematográfico, Eichmann, uno de los arquitectos del exterminio judío, fue secuestrado en 1960 en las afueras de Buenos Aires por los servicios secretos israelíes, que lo sacaron clandestinamente en un avión oficial que lo condujo a Jerusalén.

En 1966, Gerhard Bohne, responsable del programa de eutanasia del régimen de Adolf Hitler, fue el primer criminal de guerra extraditado por Argentina a Alemania.

En 1985, dos años después del final de la dictadura militar argentina, Interpol detuvo en Buenos Aires a Walter Kutschmann, antiguo jefe de la Gestapo en Polonia, quien murió un año después en prisión mientras se tramitaba su extradición a Alemania.

Córdoba (centro del país) fue en 1987 escenario del arresto del ex comandante de las SS Josef Schwammberger, devuelto a Alemania en 1990 y condenado a prisión perpetua en 1992, doce años antes de su muerte.

En 1994 y tras confesar a la televisión estadounidense su participación en matanzas de civiles, el ex capitán de las SS Erich Priebke fue arrestado en Bariloche (sur).

Tras un intrincado proceso judicial, en 1995 Argentina concedió su extradición a Italia, donde fue condenado a cadena perpetua por el fusilamiento de 335 civiles italianos y 75 judíos en la matanza de las Fosas Ardeatinas (1944).

En El Bolsón, en las estribaciones de los Andes, vivió hasta su muerte, en 2000, el ex capitán Herbert Habel, quien en una nota periodística reconoció que recuperó su verdadera identidad gracias a las gestiones de Perón.

Entre los tristemente célebres criminales nazis que pasaron por Argentina estuvo Joseph Mengele, responsable de inhumanos experimentos en Auschwitz.

Mengele llegó al país en 1949 con identidad falsa, aunque años más tarde consiguió un documento de la Policía Federal con el nombre de José Mengele.

En 1959 Alemania pidió su extradición, pero las demoras del Gobierno argentino le permitieron huir, primero a Paraguay y después a Brasil, donde murió ahogado en el mar en 1979.

Argentina acogió también una buena cantidad de dirigentes pro-nazis de otros países europeos, entre ellos Radislaw Ostrowsky, Ante Pavelic y Ferdinand Durcansky, los equivalentes de Hitler en las actuales Bielorrusia, Croacia y Eslovaquia, respectivamente.