La Iglesia tiene que hacerse cargo de la situación de la mujer en la institución, en vez de solamente hablar de la Virgen
(Jesús Bastante).- Alfonso Francia es un viejo amigo, salesiano, que sigue entre Perú y España. Sus bodas de oro sacerdotales coinciden este año con el 50 aniversario del Concilio Vaticano II, que el misionero considera «casi desaparecido».
«Y Aparecida también está muy desaparecida», añade, pidiendo más pasión y más amor en nuestra fe: «No podemos tener una religión de pila de agua bendita«.
Volcado desde hace años en los más desfavorecidos, Alfonso Francia cree que «en la medida en que decimos que amamos a Dios, estamos entretenidos en no amar al prójimo«; y concluye asegurando que, «cuando San Pedro nos vea entrar por la puerta, sabrá si estábamos de parte de los pobres«.
¿Qué llevas haciendo durante estos 4 años en Perú?
He estado atendiendo y ayudando en un proyecto de un periodista peruano que tiene 830 niños recogidos en régimen de internado, con toda su problemática. Tiene escuela y ambulatorio, y también hace selección de profesores y preparación de líderes (muchachos jóvenes). El segundo frente en el que he estado es haciendo libros, con un equipo de gente muy competente y muy valiente, con muchos proyectos muy amplios.
¿Todo eso a través de Animadores del Siglo XXI?
Sí, seguimos con la misma página web: www.animadoressigloxxi.es, y hemos conseguido legalizar el proyecto tanto aquí en España como en Perú. En Ecuador también tenemos ya el fermento para otra plataforma de ideas, libros, talleres… Estamos dando cursillos allí donde nos los piden: Bolivia, República Dominicana, Venezuela… y estoy esperando poder ir también a Cuba y a Haití.
¿Principalmente publicáis libros de dinámicas?
Un poco de todo. Hasta CDs, con poemas míos, sobre la vida de Don Bosco, de valores, oraciones…
¿Y todos los beneficios son para la Asociación y sus proyectos?
Sí, pero esto no deja nada. Hay pirateo por todas partes. Yo soy Delegado Provincial para la Familia Salesiana de Perú, y ya sabes que Perú es como España y Francia juntas. Un poco más.
Y a nivel de Iglesia está pasando por una situación complicada, con el conflicto entre la Universidad Pontificia y el cardenal Cipriani. ¿Perú se está convirtiendo en un banco de pruebas de un posible cambio en la Iglesia latinoamericana?
Bueno, eso es lo que se lleva años oyendo, pero yo no diría que sea un banco de pruebas, sino que está como está por una cantidad de circunstancias. Ahora, no creo que sea un proyecto de Vaticano que quiere ver si resulta bien para hacerlo en otras partes. La Iglesia de Perú está muy escorada al conservadurismo, al tema de la doctrina, de las formas… Cosas que van totalmente en contra de mis opciones. Yo respeto a todo el mundo, valoro y aplaudo lo que hay en el ser y en el hacer, a la hora de llegar a los destinatarios. Hay problemas ad intra de la Iglesia ante los que a veces reaccionamos muy a la defensiva. Y no debería ser así. Cuando se sanea la Iglesia es cuando se evangeliza a todos, empezando por uno. Empezar por sanearnos, y luego llevar el fermento del Evangelio para transformar la sociedad creando una nueva cultura, un esquema de valores, y no puramente sacral o religioso, de catecismo o ritos: la gente es la que al final va a juzgarnos. Cuando San Pedro nos vea entrar por la puerta sabrá si estábamos de parte de los pobres, de los marginados, de los pecadores, de los sin techo.
Otro de mis proyectos es la radio. Participo en programas semanales en Radio María, en Radio Santa Rosa; y también participio en televisiones y en una radio digital. La misa de los domingos en Perú la emiten por radio nacional, y el provincial o yo la decimos. Y hay gente que la sigue desde España. Se nos dice en muchas partes que tenemos que vivir con pasión, con ardor, con paciencia y con audacia. No podemos tener una religión de pila de agua bendita, de palangana o pecera, y sin peligros.
¿Tendemos a eso?
Claro que se tiende, y en algunos sitios no es una tendencia, ni una tentación: es un pecado. Quedarse el mensaje de Cristo para uno solo, para un grupito, para una comunidad o una congregación, es un pecado. Hay que llevar Cristo a todos porque Cristo está en los demás. No está en el pan y el vino para que estemos allí adorándole y cantándole, sino para que nosotros nos convirtamos en Cristo. La Iglesia es un medio, no un fin. Y si a ese medio lo amamos mucho, estamos más cerca del Evangelio. Pero en la misma línea, mientras decimos que amamos a Dios estamos entretenidos en no amar al prójimo. Estamos en los 50 años del casi desaparecido Concilio Vaticano II, y Aparecida también está muy desaparecida. En cambio, yo estoy en mis bodas de oro sacerdotales y quiero que la gente me ayude a ser un excelente sacerdote, un excelente comunicador. Que me ayuden en las debilidades, en los errores, y que entre todos elevemos los niveles de calidad humana. Luchando por la persona, por la dignidad, por la justicia, por la solidaridad, por los que sufren. Cada uno con su ideología, con sus opciones. A lo mejor yo no compagino con las maneras de muchos de nuestros obispos, pero con las personas sí.
En el Congreso de Pastoral Juvenil que ha habido del 1 al 4 de noviembre en Valencia, algunos dijeron que Don Bosco y la espiritualidad salesiana son muy válidos actualmente. Habría que preguntarse por qué. Hay que escuchar más a los jóvenes y darles más protagonismo para incidir en la problemática actual: la mujer, la vida, la ecología, el paro. La Iglesia tiene que encarnarse en los chicos que han muerto en el Madrid Arena, pero tiene que decirse lo mismo de la mujer en la Iglesia, en vez de sólo hablar de la Virgen. ¿Por qué no se habla del resto de los jóvenes, que mueren en la esperanza y en la desesperanza, en el hambre y en la injusticia? ¿De las miles de chicas adolescentes prostituidas en Perú por las que no hay huelgas de hambre ni nadie levanta la voz?
La gente tiene sensibilidad evangélica, pero necesitamos líderes políticos, culturales y religiosos que sepan tocar las fibras que abren la barriga de la gente a los sentimientos y a las realidades. Eso es lo que haría Cristo.
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Cuando San Pedro nos vea entrar por la puerta sabrá si estábamos de parte de los pobres
No podemos tener una religión de pila de agua bendita
En la medida en que decimos que amamos a Dios estamos entretenidos en no amar al prójimo
Estamos en los 50 años del casi desaparecido Concilio Vaticano II, y Aparecida también está muy desaparecida
La Iglesia tiene que hacerse cargo de la situación de la mujer en la institución, en vez de solamente hablar de la Virgen
Necesitamos líderes que sepan tocar las fibras que abren la barriga de la gente a los sentimientos y a las realidades