EL 'AQUARIUS' Y LA POLÍTICA DE PANCARTA

Pedro Sánchez, tras entrar en La Moncloa por la puerta de atrás, quiere ahora que le den el Nobel de la Paz

De la Unicef al Consejo de Europa, o la propia Comisión Europea, la ovación al gesto acogedor de Sánchez fue unánime

El ministro italiano Salvini, que le cerró las puertas, en Twitter: «Victoria. 629 ilegales rumbo a España»

La política de pancarta y de lema fácil no siempre es realista y puede tener efectos mucho peores que el mal que se pretende remediar. Es lo que pasa cuando un Gobierno actúa a golpe de eslógan.

Así juega el presidente Pedro Sánchez con la dignidad de cientos de inmigrantes africanos.

El Gobierno de España ofreció a la ONU recibir el barco Aquarius, que navega con 629 inmigrantes y al que Italia ha impedido atracar en sus costas.

El presidente del Gobierno dio instrucciones de ofrecer Valencia como «puerto seguro» para acoger el barco. Ya de noche y ante la opinión del capitán del buque, que ve «imposible» una travesía tan prolongada, Sánchez ofreció también la alternativa de Palma, lo cual acortaría el viaje en apenas unas horas.

La actitud del nuevo Gobierno italiano, sin embargo, es muy distinta. El ministro del Interior, Matteo Salvini, subrayó que con la nave Aquarius, para la que cerró el domingo los puertos italianos, ha querido enviar un fuerte mensaje a Europa. En caso de que una nueva nave de una ONG con bandera no italiana quiera entrar, su decisión será la misma: el cierre de los puertos italianos.

Como dice Hermann Tertsch en ABC, «Sánchez se puso una medalla de buena persona que puede que tengan que pagar muy cara unas buenas personas, españoles humildes, que tengan que competir por los servicios, las ayudas y el espacio público con centenares de miles de inmigrantes que podrían seguir la llamada que hizo ayer. Porque no todos los españoles tienen seguridad privada y un alto muro en torno a su chalé con piscina para protegerse de intrusos. Ayer Sánchez le dijo al mundo que España es esa puerta abierta para entrar ilegalmente en Europa».

De la Unicef al Consejo de Europa, o la propia Comisión Europea, la ovación al gesto acogedor de Sánchez fue unánime. Solo desentonó el ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, el mismo que dio la orden de cerrar los puertos de su país al Aquarius. «Victoria. 629 inmigrantes en dirección a España. Primer objetivo logrado», escribió Salvini en las redes sociales.

«Cautivo de su público, cada uno se apunta el tanto en su casillero político. Mañana, cuando la tragedia continúe sin que la comunidad internacional logre atajarla, será el momento de analizar las consecuencias de un gesto que ojalá sea más humanitario que político», dice con razón ABC.

Si Sánchez cree que el Gobierno español está hoy moralmente por encima de sus pares, se equivoca radicalmente. La única forma en que este grave problema humano –escribe Ramón Pérez Maura en ABC– no se resuelve es agravándolo. «Lo políticamente correcto puede ser acoger refugiados sin fin. Pero eso sólo sirve para agrandar el problema. Y si los italianos han construido una barrera política casi infranqueable, el gesto del Gobierno español garantiza que España sea el siguiente foco de atracción. ¿Cuántos barcos quiere recibir Sánchez en su camino hacia la consecución del premio Nobel de la Paz?»

Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.