Israel constituye uno de los experimentos nacionales más singulares del siglo XX y XXI. Con una población de apenas diez millones —de los cuales 7,5 millones son judíos y el resto, en su mayoría, árabes— y un territorio menor que muchas provincias europeas (aproximadamente como la provincia de Badajoz), su mera existencia desafía las lógicas convencionales de la geopolítica. Rodeado por Estados que, en su mayoría, lo perciben como una anomalía occidental y una afrenta histórica, Israel ha vivido bajo una amenaza existencial constante desde 1948. Esta presión no es solo militar o diplomática; es también simbólica y cultural, pues la legitimidad misma del Estado es cuestionada de forma sistemática tanto por actores regionales como por sectores significativos de la opinión pública internacional.

Singularidad y resiliencia: claves de la supervivencia israelí

La pregunta central —¿por qué y cómo Israel ha sobrevivido y prosperado en un entorno tan hostil?— exige un análisis multifactorial:

• Voluntad radical de existir: La sociedad israelí, forjada por la memoria del Holocausto y la diáspora, ha desarrollado una cohesión y determinación excepcionales. La conciencia de vulnerabilidad ha sido motor de innovación, organización y unidad nacional.
• Superioridad tecnológica y organizativa: Israel ha invertido de forma sostenida en inteligencia, defensa y tecnología, manteniendo una ventaja estratégica sobre sus adversarios. La calidad de sus servicios de inteligencia y la capacidad de anticipar y explotar las divisiones enemigas han sido decisivas.
• Respaldo internacional: El apoyo de Estados Unidos y, en menor medida, de otros países occidentales, ha sido fundamental. Sin embargo, la experiencia demuestra que ningún respaldo externo sustituye la voluntad y la capacidad propias; la historia de otros Estados apoyados pero fracasados así lo demuestra.
• Capacidad de adaptación: Israel ha mostrado una notable flexibilidad política, militar y social, explotando las oportunidades y gestionando las crisis con una mezcla de pragmatismo y audacia.

Antisemitismo: génesis, mutaciones y persistencia

La ecuación de Averroes y la psicología del odio

Averroes, el gran filósofo andalusí, sintetizó la dinámica del odio en una cadena causal: ignorancia → miedo → odio → violencia. Esta ecuación se observa con claridad en el antisemitismo, fenómeno que ha acompañado a la historia judía desde la Antigüedad y que, lejos de desaparecer, se reinventa y adapta a los contextos contemporáneos.

¿Qué es el antisemitismo y por qué persiste?

Aunque etimológicamente “semita” abarca a varios pueblos de Oriente Medio, el uso moderno de “antisemitismo” se ha restringido al odio y los prejuicios contra los judíos. Este odio se alimenta de mitos, desinformación y teorías conspirativas. El fenómeno es especialmente paradójico en países como España, donde apenas hay judíos (unos 40.000 en una población de 48 millones), pero donde el antisemitismo alcanza tasas preocupantes: hasta el 30% de la población expresa prejuicios antijudíos, y en Grecia la cifra llega al 70%12.

• Desinformación y prejuicio: La mayoría de los antisemitas nunca ha conocido a un judío y sobreestima enormemente su número e influencia global.
• Contradicciones: Muchos españoles con actitudes antisemitas admiran a personalidades judías sin saberlo, lo que evidencia la irracionalidad del prejuicio.
• Educación insuficiente: La mayoría de los escolares españoles desconoce la historia judía y el Holocausto; el 50% no compartiría pupitre con un niño judío, y un 20% los expulsaría del país si pudiera.

Tipologías y mutaciones del antisemitismo

Natan Sharanski distingue cuatro grandes formas de antisemitismo:

El antisemitismo muta y se adapta: de la discriminación religiosa medieval al racismo nazi, y de ahí al antisionismo contemporáneo, que exige a Israel estándares de legitimidad y conducta que no se aplican a ningún otro Estado.

El doble rasero y la desinformación

Uno de los rasgos más inquietantes del antisemitismo actual es el doble rasero. Se exige a Israel comportamientos que no se exigen a ningún otro país, y se criminaliza su existencia mientras se ignoran otros conflictos y ocupaciones internacionales (Tíbet, Cachemira, Pakistán, Sudán, Australia, Nueva Zelanda, entre otros). El antisionismo radical, que niega a Israel el derecho a existir, se ha convertido en el nuevo disfraz del antisemitismo. Movimientos como el BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) recurren a herramientas históricas del antisemitismo para atacar la legitimidad de Israel.

El papel de los políticos y los medios

Muchos políticos y medios de información (creadores de opinión y manipulación de masas) explotan el discurso antisemita y antiisraelí para movilizar a sectores sociales y justificar posiciones ideológicas, recurriendo a la desinformación y la demonización. El odio, como destaco en este artículo, es un instrumento poderoso de manipulación y cohesión, y su explotación política perpetúa el ciclo de violencia y exclusión.

He aquí algunas preguntas clave y respuestas necesarias para dejar de ser un estúpido antijudío…

• ¿Por qué Israel ha sobrevivido?
  Por su voluntad radical de existir, su capacidad de adaptación, innovación y cohesión social, así como por su superioridad tecnológica y el respaldo internacional. Pero, sobre todo, por su conciencia de vulnerabilidad y su memoria histórica, que han forjado una resiliencia nacional sin parangón.
• ¿Por qué persiste el antisemitismo?
  Porque se alimenta de la ignorancia, el miedo y la manipulación política. Los prejuicios se transmiten y mutan, encontrando nuevas formas de expresión, desde la religión hasta la política y el activismo. La educación deficiente y la desinformación perpetúan el ciclo de odio. El antisemitismo no es exclusivo de un sector político o social: en España, por ejemplo, se encuentra tanto en la izquierda como en la derecha, en el clero, la clase política y la literatura, y afecta a una sociedad donde apenas hay judíos.
• ¿Por qué existe un doble rasero con Israel?
  Porque el antisemitismo moderno se disfraza de antisionismo y aplica a Israel criterios de legitimidad y conducta que no se exigen a ningún otro Estado. Este fenómeno está ampliamente documentado y es reconocido como una forma de antisemitismo por organismos internacionales y expertos en derechos humanos.
• ¿Qué papel juegan los políticos y los medios?
  Muchos políticos y medios utilizan el discurso antisemita y antiisraelí para movilizar a sectores sociales y justificar posiciones ideológicas, recurriendo a la desinformación y la demonización. El odio es un instrumento poderoso de manipulación y cohesión, y su explotación política perpetúa el ciclo de violencia y exclusión.

Reflexión final: singularidad, amenaza y lecciones universales

La historia de Israel y el antisemitismo en Occidente demuestran que la ignorancia y el doble rasero son los mayores aliados del odio. La singularidad de Israel reside no solo en su improbable existencia, sino en su capacidad para sobrevivir y prosperar frente a la adversidad. El antisemitismo, lejos de ser un vestigio del pasado, sigue siendo un desafío global que requiere respuestas firmes, informadas y éticas. La única vía para combatirlo es la educación, el conocimiento y el rechazo frontal a cualquier forma de prejuicio, venga de donde venga.

La experiencia israelí enseña que la supervivencia nacional no depende únicamente de la fuerza militar o del respaldo internacional, sino, sobre todo, de la voluntad colectiva de existir, de la memoria histórica y de la capacidad de adaptación ante la adversidad. Frente al auge contemporáneo del antisemitismo y el doble rasero internacional, la defensa de la verdad, la educación y la autocrítica son las herramientas más poderosas para garantizar la dignidad y la paz.