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Hay lugares que no se eligen, sino que te eligen a ti. Eso debió sentir la familia fundadora del Hotel OCÉANO cuando, hace 50 años, descubrió el rincón salvaje donde hoy se alza este santuario de bienestar. Punta del Hidalgo no era entonces más que un paraje remoto al norte de Tenerife, donde el Atlántico golpea con fuerza, el Teide vigila desde la distancia y los acantilados de Anaga dibujan un horizonte de vértigo. Pero ahí, justo ahí, supieron que había espacio para algo extraordinario: un refugio donde curar con paisaje.
Medio siglo después, el OCÉANO sigue siendo fiel a esa idea primigenia, aunque hoy combine el confort de un 4 estrellas superior con programas de salud avanzados. No es un spa al uso, ni un hotel con tratamientos de cartón. Aquí todo —desde la dieta hasta la orientación de las camas— está pensado para que cuerpo y mente encuentren su ritmo natural.
Un lugar que cura (sin que lo notes)
Las 95 habitaciones tienen dos cosas en común: vistas al mar y silencio. Nada de televisores estridentes o minibares repletos de tentaciones. En su lugar, colchones de materiales naturales, ventanales que se abren al océano y una luz que cambia con las horas, pintando las paredes de azules distintos. «No vendemos noches, vendemos descanso».
El secreto está en los detalles: las toallas de algodón orgánico, los productos de higiene sin tóxicos, incluso el sonido de las olas que entra por las rendijas de las ventanas. Pero lo que realmente marca la diferencia es el equipo: 100 personas, desde médicos hasta masajistas, que hablan una decena de idiomas y entienden que el bienestar no es un lujo, sino una necesidad.
Programas con nombre propio
No todos vienen al OCÉANO por lo mismo. Unos buscan aliviar el dolor de espalda crónico («OCÉANO Strong Back»), otros desconectar del estrés («OCÉANO Relax»), y no faltan quienes llegan para perder peso sin pasar hambre («OCÉANO Weight Control»). Cada programa es personalizado, y algunos incluyen valoraciones médicas previas.
«No somos una clínica, pero tampoco un hotel cualquiera». «Si un huésped necesita terapia para la fascitis, le diseñamos una rutina con aqua fitness y masajes profundos. Si lo suyo es el agotamiento mental, le proponemos sesiones de respiración en la azotea al amanecer».
Hablando de la azotea: cada mañana, al alba, un grupo de huéspedes se reúne allí para el «Despertar junto al Mar», una ceremonia mínima donde el yoga se funde con el sonido de las olas.
Comer bien, vivir mejor
El restaurante —solo para huéspedes— es otra pieza clave. Se trabaja con productores locales del Valle de La Laguna para crear menús kilómetro 0. «No hablamos de dietas restrictivas, sino de nutrición inteligente». Un ejemplo: su gazpacho de aguacate con hierbahuerto de Anaga, o los pescados de línea que llegan cada mañana al puerto de Santa Cruz.
Para quienes buscan resultados más rápidos, el «OCÉANO Body Shape PLUS» combina dieta hipocalórica con mesoterapia y ejercicios de tonificación.
Belleza que nace del mar
El OCÉANO Beauty Spa es el reino de los pequeños milagros no invasivos. Aquí no hay botox ni cirugías, pero sí máscaras de algas, masajes Kobido (una técnica japonesa que «despierta» los músculos faciales) y baños de agua de mar caliente que revitalizan la piel desde dentro.
El mejor aliado: la naturaleza
Al final, lo que hace único al OCÉANO es su entorno. Muchos huéspedes terminan surfeando la ola que rompe frente al hotel, o explorando los senderos de Anaga con guías locales. Otros prefieren bañarse en la piscina natural tallada por el mar, donde el agua cristalina se mezcla con el azul profundo.
Y siempre, siempre, está el Teide al fondo, recordándote que estás en un lugar donde el tiempo parece moverse más despacio. O quizá sea cosa del océano, que aquí no es un decorado, sino un terapeuta más.
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