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Si alguna vez te has topado con la imagen de un ajolote mexicano, seguramente habrás quedado cautivado por su peculiar aspecto.
Con esa permanente «sonrisa» y sus branquias que parecen una elegante melena, este anfibio se ha convertido en toda una celebridad en redes sociales.
Pero detrás de su apariencia adorable se esconde una historia fascinante de supervivencia y una lucha contra la extinción que merece nuestra atención.
El ajolote o axolote mexicano (Ambystoma mexicanum) no es solo un animal bonito para fotografiar.
Este singular habitante de los canales de Xochimilco, en Ciudad de México, es un verdadero prodigio biológico que ha dejado perplejos a científicos de todo el mundo.
¿Te imaginas tener la capacidad de regenerar no solo extremidades, sino también órganos tan complejos como el corazón, partes del cerebro y la médula espinal?
Pues este pequeño anfibio puede hacerlo sin problemas y sin dejar cicatrices permanentes.
Un eterno adolescente con superpoderes
El ajolote mexicano es conocido por su «complejo de Peter Pan», ya que nunca completa su metamorfosis. A diferencia de otras salamandras, alcanza la madurez sexual conservando su forma larvaria, con branquias externas y una aleta dorsal que recorre su cuerpo. Este fenómeno, conocido como neotenia, es uno de los muchos misterios que rodean a esta especie.
Pero quizás lo más sorprendente que han descubierto los científicos recientemente es que los ajolotes prácticamente dejan de envejecer a partir de los cuatro años. Un estudio realizado por investigadores que desarrollaron un «reloj epigenético dual» para ajolotes y humanos reveló que, aunque ambas especies envejecen de manera similar en sus primeras etapas de vida, estos anfibios logran detener misteriosamente el proceso.
«Creemos que esto podría estar relacionado con una forma de rejuvenecimiento epigenético», señalan los investigadores, quienes también descubrieron que cuando un ajolote regenera una extremidad, el nuevo tejido es considerablemente más joven que el resto del animal, como si volviera a una fase anterior de desarrollo.
Un dios en peligro crítico
Para los antiguos mexicanos, el ajolote (cuyo nombre proviene del náhuatl «axolotl», que significa «monstruo de agua») era una criatura de gran importancia cultural. Hoy, esta especie endémica de los lagos del Valle de México se encuentra en peligro crítico de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Las amenazas que enfrenta son múltiples y todas tienen un denominador común: la actividad humana. La pérdida de hábitat, la contaminación del agua, la introducción de especies invasoras como la tilapia y la carpa, la sobreexplotación y la pesca indiscriminada han reducido drásticamente sus poblaciones.
Aunque en el pasado los ajolotes habitaban varios lagos de gran altitud alrededor de Ciudad de México, actualmente su presencia salvaje se limita a unos pocos canales interiores de Xochimilco, un sistema lacustre que ha sufrido una degradación acelerada en las últimas décadas.
¿Representan un peligro para los humanos?
A pesar de su aspecto algo extraño y su clasificación como «monstruo de agua», el ajolote es completamente inofensivo para los seres humanos. De hecho, contrario a lo que algunos mitos podrían sugerir, no existe evidencia científica que indique que estos anfibios sean vectores de enfermedades para las personas.
En realidad, la relación es inversa: somos los humanos quienes representamos el mayor peligro para ellos. Además de destruir su hábitat natural, la introducción de especies invasoras ha alterado gravemente el ecosistema donde viven. Estos peces de mayor tamaño no solo compiten por los recursos alimenticios sino que también depredan directamente a los ajolotes y sus crías.
Un tesoro para la ciencia médica
El interés científico por el ajolote va mucho más allá de su peculiar biología. Sus extraordinarias capacidades regenerativas y su aparente resistencia al envejecimiento lo convierten en un sujeto de estudio invaluable para campos como la medicina regenerativa y la investigación sobre el envejecimiento humano.
Los científicos han observado que, a diferencia de los mamíferos, los ajolotes poseen muy pocas «células zombis» (células senescentes que dejan de dividirse pero permanecen en el organismo causando inflamación y otros problemas relacionados con la edad). Esta característica, posiblemente vinculada a sus habilidades regenerativas, podría ofrecer pistas importantes para desarrollar tratamientos antienvejecimiento más efectivos para los humanos.
«Determinar los acontecimientos biológicos en torno a los cuatro años, cuando el ajolote deja de envejecer, sería fundamental para reproducir su capacidad regenerativa», indica Virginia Byers Kraus, catedrática de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke.
Esfuerzos para su conservación
Ante la crítica situación que enfrenta esta especie, se han puesto en marcha diversas iniciativas para su conservación. Se han establecido refugios en Xochimilco donde participan habitantes locales de las chinampas (islas artificiales de cultivo), y existen programas como «adoptaxolotl», que permite a cualquier persona contribuir a la preservación de estos anfibios mediante una adopción virtual por 200 pesos mexicanos.
También se están realizando esfuerzos para concienciar sobre su situación a través de documentales como «AXOLOTITLÁN Encuentros de Resiliencia y Regeneración», que busca difundir la problemática que enfrenta esta especie.
Afortunadamente, los ajolotes se reproducen bien en cautividad, lo que ha permitido mantener poblaciones estables en acuarios y centros de investigación de todo el mundo. Sin embargo, esto no resuelve el problema de fondo: la pérdida de su hábitat natural y el consiguiente desequilibrio del ecosistema.
Curiosidades sobre el ajolote
- Alimentación peculiar: Los ajolotes tienen un método de alimentación bastante particular. A pesar de su apariencia adorable y su aparente sonrisa, cuando llega la hora de comer se convierten en verdaderas «aspiradoras» que succionan a sus presas, que incluyen crustáceos, moluscos, gusanos, larvas, huevos de insectos y peces pequeños.
- Tamaño considerable: Aunque muchos los imaginan pequeños, los ajolotes pueden alcanzar hasta 30 centímetros de longitud y pesar entre 60 y 230 gramos.
- Longevidad: En libertad, estos anfibios pueden vivir entre 10 y 15 años, aunque en cautividad pueden llegar hasta los 21 años aproximadamente.
- Regeneración extrema: No solo pueden regenerar extremidades, sino también órganos complejos como el corazón, partes del cerebro y la médula espinal. Además, lo hacen sin dejar cicatrices permanentes, algo que los investigadores estudian para aplicar en medicina regenerativa humana.
- Reloj biológico único: Investigaciones recientes han descubierto que los ajolotes dejan de envejecer a partir de los cuatro años, un fenómeno único que podría ofrecer pistas sobre cómo combatir el envejecimiento en humanos.
- Nombre ancestral: El término «axolotl» proviene del náhuatl y significa «monstruo de agua», aunque estos anfibios son completamente inofensivos.
El ajolote mexicano representa mucho más que un simpático animal de aspecto peculiar. Es un tesoro biológico con potencial para revolucionar la medicina regenerativa, un símbolo cultural de México y, lamentablemente, un ejemplo de cómo la actividad humana puede llevar a una especie al borde de la extinción. Su futuro depende de que tomemos conciencia de la importancia de preservar no solo a estos fascinantes anfibios, sino también el frágil ecosistema en el que habitan.
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