Y encima eso.
Cada vez que soplamos las velas en un cumpleaños, las estadísticas juegan a favor de ellas: las mujeres viven más que los hombres.
No es solo una tendencia local, sino un fenómeno global y transversal.
Da igual el país, la riqueza o la dieta: en casi todas partes, la esperanza de vida femenina supera a la masculina.
En Estados Unidos, por ejemplo, ellas alcanzan una media de 80 años frente a los 75 de ellos.
Y lo mismo ocurre en Argentina, Europa o Asia.
Pero, ¿por qué sucede?
¿Existe algún secreto físico que dé ventaja a las mujeres?
¿O es cuestión de hábitos y medio ambiente?
Las respuestas no son simples, pero sí apasionantes y llenas de matices científicos.
Cromosomas X y hormonas: el escudo biológico femenino
Uno de los factores más sólidos tiene que ver con la genética. Las mujeres poseen dos cromosomas X, mientras que los hombres cuentan con uno X y uno Y. Esta doble dosis cromosómica actúa como una especie de «seguro biológico». Si hay una mutación dañina en uno de los cromosomas X, el segundo puede compensar el error, algo que no ocurre en los varones. Esta ventaja genética se observa incluso en otras especies animales: las hembras tienden a vivir más tiempo que los machos.
Además, las hormonas sexuales juegan un papel fundamental. Los estrógenos, presentes en mayores cantidades en las mujeres, tienen un efecto protector sobre el sistema cardiovascular y actúan como antioxidantes celulares. El estrógeno ayuda a eliminar colesterol malo y reduce el riesgo de enfermedades cardíacas antes de la menopausia. Por si fuera poco, estas hormonas también influyen en la fortaleza ósea y la salud cerebral.
En contraste, la testosterona –la hormona masculina por excelencia– se asocia a comportamientos más arriesgados y puede aumentar el riesgo cardiovascular. Un dato llamativo: estudios en centros psiquiátricos estadounidenses han mostrado que hombres a quienes se les extirparon los testículos llegaron a vivir hasta 14 años más que quienes mantuvieron su producción hormonal intacta.
Sistema inmunológico: una muralla más robusta
Otra pieza del puzle es el sistema inmune. Las mujeres tienden a tener un sistema inmunológico más fuerte y resistente a infecciones y enfermedades crónicas. Esto podría deberse tanto a factores hormonales como genéticos; después de todo, sobrevivir al parto y cuidar descendencia ha sido una presión evolutiva constante para ellas.
Sin embargo, esta potencia inmunitaria tiene un precio: mayor predisposición a enfermedades autoinmunes, donde el sistema defensivo ataca al propio cuerpo.
Medio ambiente y salud: ¿cómo influyen los hábitos?
No todo es biología. El entorno también juega su partida. La ciencia estima que el 80% del envejecimiento depende del estilo de vida y solo un 20% viene determinado por la genética. Factores como:
- Alimentación equilibrada
- Descanso adecuado
- Actividad física regular
- Gestión emocional
son cruciales para mantener la vitalidad femenina. Curiosamente, muchas mujeres comienzan a dormir peor a partir de los 40 años debido a cambios hormonales, lo que puede acelerar el envejecimiento celular si no se toman medidas específicas para mejorar el descanso.
El impacto ambiental tampoco debe subestimarse. La exposición a contaminantes, condiciones laborales exigentes o estrés crónico afecta tanto a hombres como a mujeres, pero ellas parecen tener una mayor resiliencia fisiológica frente a muchos de estos desafíos.
La paradoja del “health span”: vivir más no siempre significa vivir mejor
Aunque las mujeres superan en años a los hombres, su «health span» –el tiempo vivido con buena salud– suele ser menor. A partir de cierta edad (sobre todo tras la menopausia), son más proclives que ellos a desarrollar fragilidad ósea, enfermedades cardiovasculares o Alzheimer. El envejecimiento trae consigo nuevas vulnerabilidades y retos para ambos sexos.
La ciencia está intentando ahora entender no solo cómo alargar la vida, sino cómo mejorar su calidad en esos últimos años. De hecho, algunos equipos internacionales trabajan ya en terapias para retrasar o suavizar el impacto de la menopausia usando medicamentos experimentales o intervenciones celulares avanzadas.
Curiosidades científicas sobre la longevidad femenina
- En tiempos de hambrunas o epidemias históricas, las mujeres han mostrado tasas de supervivencia superiores incluso en condiciones extremas.
- Solo unas pocas especies animales experimentan menopausia; entre ellas destacan algunas ballenas y los seres humanos. Una hipótesis evolutiva sugiere que esto permite a las hembras mayores dedicar energías al cuidado de sus nietos (“teoría de la abuela”).
- Investigaciones con ratones modificados genéticamente han revelado que aquellos con dos cromosomas X (independientemente del sexo biológico) vivían más tiempo.
- La brecha entre esperanza de vida masculina y femenina podría reducirse en las próximas décadas debido al aumento de hábitos saludables entre hombres… ¡y al estrés creciente entre mujeres!
Anécdotas y datos sorprendentes
- En algunos monasterios donde se practica el celibato estricto masculino se ha detectado una longevidad superior entre los monjes respecto al resto de varones locales… aunque aún lejos del promedio femenino.
- Las centenarias suelen atribuir su longevidad “a comer poco”, “a moverse mucho” o “a no dejarse llevar por disgustos”, según han contado en entrevistas para medios internacionales.
- El récord mundial de longevidad humana lo ostenta Jeanne Calment (122 años), quien aseguraba comer chocolate cada día… aunque nunca aprendió a montar en bicicleta.
La ciencia sigue fascinada por estas diferencias biológicas y ambientales. Si bien aún quedan misterios por resolver sobre cómo el cuerpo femenino resiste mejor el paso del tiempo, lo cierto es que entender estos mecanismos podría abrir nuevas vías para mejorar la salud –y quizá también el sentido del humor– durante toda nuestra vida.
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