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La NASA anunció esta tarde en una conferencia de prensa el descubrimiento de un sistema planetario alrededor de una estrella enana roja, con 7 planetas similares a la Tierra, aunque solo tres de ellos se ubican en la zona habitable del sistema, en que se podría albergar vida.
Se trata del sistema Trappist-1, ubicado a 40 años luz, en la constelación de Acuario. Su estrella es más fría que el Sol y a su lado luce como una pelota de golf frente a una de baloncesto.Se trata de una formación que tendría al menos 500 millones de años.
El descubrimiento fue posible gracias al telescopio Spitzer, que aunque no fue originalmente lanzado para estudiar exoplanetas, pudo ser modificado una vez en el espacio para mejorar su precisión en mil veces y emplear recursos de espectroscopia de transmisión para ubicar el sistema. Se trata de una técnica utilizada para reunir detalles sobre la composición química y la extensión de la atmósfera de un exoplaneta en movimiento, a partir del brillo de la estrella.
Trappist-1e es uno de los planetas en zona habitable y al igual que los otros dos tiene probabilidades de albergar agua en estado líquido en su superficie. Tiene un tamaño muy cercano al de la Tierra y recibe la misma cantidad de luz que nuestro planeta, al igual que Trappist-1f, con una órbita de 9 días (los planetas en este sistema tienen órbitas de entre 1,5 y 20 días).
Mientras que Trappist-1g tiene un radio 13% mayor que el de la Tierra y reciben tant luz de su estrella como Marte del Sol.
El descubrimiento marca la oportunidad de estudiar a profundidad un sistema planetario con más de un mundo habitable y similar a la Tierra, algo nunca antes advertido por la comunidad astronómica. Los estudios serán profundizados en los próximos cinco años, con el lanzamiento ya en 2018 del telescopio James Webb, que permitirá estudiar la presencia de gases de invernadero en las atmósferas de los planetas descubiertos y así estimar con mayor precisión cuáles son las temperaturas promedio de sus superficies y así determinar la posibilidad de agua, y por ende, vida, en estos territorios.
Un descubrimiento único
Un grupo internacional de astrónomos anunció este miércoles el hallazgo de un sistema estelar con siete planetas de masa similar al nuestro, tres de los cuales se encuentran en una zona habitable y podrían albergar océanos de agua en su superficie.
Los planetas se encuentran a 40 años luz de la Tierra, en la constelación Acuario. Orbitan alrededor de Trappist-1, una estrella de «poca» masa y «fría».
El astro y el sistema que gira alrededor de este reciben el nombre de Trappist por las siglas en inglés del Telescopio Pequeño para Planetas en Tránsito y Planetesimales, ubicado en Chile.
Con este instrumento se observaron tres de los siete planetas, en mayo de 2016, de acuerdo a la página de la Nasa.
Por sus condiciones, existe laposibilidad de que el sistema Trappist-1 pudiera acoger vida. Tres de estos mundos se encuentran dentro de una zona considerada como «habitable», por la distancia que los separa de su estrella.
Pero el coinvestigador del proyecto, Amaury Triaud, de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, dijo que si el planeta más alejado tiene una atmósfera que atrapa eficientemente el calor -un poco más como la atmósfera de Venus que la de la Tierra- podría ser habitable.
«Sería decepcionante si la Tierra representa la única posibilidad para la habitabilidad en el Universo», dijo Triaud a la BBC.
«Encontrar una nueva Tierra es cuestión de tiempo», dijo el astrofísico Thomas Zurbuchen, director de misiones espaciales de la Nasa durante el anuncio del descubrimiento a través de Facebook.
Michaël Gillon, astrónomo de la Universidad de Lieja, Bélgica, e investigador principal del proyecto, dijo que «los planetas están muy cerca uno del otro y muy cerca de la estrella, lo que recuerda mucho a las lunas alrededor de Júpiter».
De hecho, los siete planetas están más cerca de Trappist-1 que Mercurio del Sol, según la NASA, y si una persona se parara en la superficie de alguno de ellos, tal vez vería a uno de los otros planetas, casi como se ve la Luna desde la Tierra.
«Sin embargo, la estrella es tan pequeña y tan fría que los siete planetas son templados, lo que significa que podrían tener agua líquida y, por extensión, quizás vida en su superficie», agregó.
El sistema descubierto tiene tanto el mayor número de planetas del tamaño de la Tierra como el mayor número de mundos que podrían contar con agua líquida en superficie hallados hasta la fecha.
Los planetas, cuyo descubrimiento apareció en la revista Nature, fueron detectados usando el Telescopio Espacial Spitzer de la NASA y varios observatorios en tierra.
Los seis planetas internos parecen tener órbitas coordinadas entre sí.
Esta armonización parece ser resultado de interacciones tempranas en la evolución del sistema planetario.
Búsqueda de oxígeno
La siguiente fase de la investigación consiste en buscar gases clave como oxígeno y metano, que podrían aportar pruebas sobre lo que sucede en la superficie, explica David Shukman, editor de Ciencias de la BBC.
«La emoción en torno a este último descubrimiento se debe no solo al hecho de que muchos de los planetas son del tamaño de la Tierra. También a que la estrella Trappist-1 es convenientemente pequeña y tenue. Esto significa que los telescopios no se ‘deslumbrarán’ como sí lo harían al apuntar a estrellas mucho más brillantes», comenta Shukman.
«Así, se abre una fascinante vía de investigación de estos mundos y sus atmósferas», agrega.
Los astrónomos confirman que debería ser posible estudiar las propiedades atmosféricas de los planetas con telescopios.
«El telescopio espacial James Webb, el sucesor de Hubble, tendrá la posibilidad de detectar ozono si es que esta molécula está presente en la atmósfera de alguno de los mundos», dijo el coautor de la investigación, Brice-Olivier Demory, de la Universidad de Berna, Suiza.
«(El ozono) podría ser un indicador de la actividad biológica en el planeta», agregó.
Pero el astrofísico también advierte que debemos ser extremadamente cuidadosos al inferir actividad biológica desde lejos.
Algunas de las propiedades de las estrellas frías y de poca masa podrían suponer desafíos para el desarrollo de la vida. Por ejemplo, algunas son conocidas por emitir grandes cantidades de radiación en forma de llamaradas, que tiene el potencial de esterilizar las superficies de los planetas cercanos.
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