Íñigo Manterola (Orio, 1973) es un artista que se encuentra como pez en el agua en un lenguaje figurativo. Pero la necesidad vital de evolución constante le lleva, a menudo, a navegar y explorar el mar de la abstracción. Y vuelve a puerto. Vuelve a la figuración. Este ejercicio de ir y venir, de caminar entre la figuración y la abstracción, le da el valor suficiente como para seguir creciendo en su trabajo.
En una de estas andaduras, cuando se encontraba intentando pintar el movimiento de los pescadores en su rutinario quehacer, se descubre caminando con el pincel sobre el soporte. Caminos abstractos, sinuosos, y entrelazados que van dejando huella tanto en el soporte como en el lenguaje del artista.
Estos paseos van dejando huellas de carboncillo, acrílico, guache, etc. sobre las sucesivas telas y papeles hasta que tropiezan con el volumen, la tercera dimensión, que sobresale del soporte convertido en alambre. El metal rompe los grilletes que lo sujetan a la tela y salta al espacio.
A Manterola se le amplía el horizonte y ve nuevas aguas por surcar y descubrir. Se siente cómodo, no como un extraño, porque ya lo había soñado en su pintura.
Más de 70 exposiciones (individuales y colectivas) han acompañado a Iñigo Monterola desde que decidió convertir su sentimiento en algo palpable. Recuerda, con regocijo, su muestra más importante en el 2005, una exhibición que le causó gran satisfacción.
«‘Caminos de las aguas, de la figuración a la abstracción’, nombre de la muestra, fue una idea muy bien pensado y muy bien expuesto,» relata. El artista afirma que aún no tiene una próximo proyecto, sin embargo no descarta en apostar por una nueva entrega, este año.
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