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DIRECTOR DE CINE CANADIENSE

Ken Scott: “Ha sido un placer dirigir a Sylvie Vartan en ‘Érase una vez mi madre'»

La película llega hoy a la cartelera española.

GLORIA SCOLA 31 May 2025 - 06:34 CET
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En una época en la que da miedo encender la tele y ver las noticias, es una maravilla comprobar que todavía hay películas de las que sales diciendo: “Qué bonita. Qué bien me lo he pasado”. Es el caso de Érase una vez mi madre (cuyo título original es Ma Mère, Dieu et Sylvie Vartan), una historia real cargada de ternura, comedia y drama dirigida y adaptada por el cineasta francocanadiense Ken Scott (no confundir ni con el productor musical británico ni con el diseñador de moda).

El film, un taquillazo en Francia y que hoy llega a la cartelera española, narra el tesón de una madre en el París de los años 60 (magnífica la Leïla Bekhti, vista en Un profeta), empeñada en que su hijo pequeño, nacido con una malformación en el pie, no sea un discapacitado (ni hablar del peluquín),  y camine por sí mismo sin ortopedias ni aparatos. Que sea un niño normal con una vida normal, cueste lo que cueste.

Adaptada del libro autobiográfico del abogado francés y tertuliano de programas Roland Perez, que, a la postre, es el abogado de la icónica cantante Sylvie Vartan,  un mito en Francia, cuenta con esta última interpretándose a sí misma.

En el Hotel Intercontinental de Madrid, PERIODISTA DIGITAL charla largo y tendido con el director de Érase una vez mi madre, Ken Scott. Una delicia de entrevista.

Felicidades. Una película muy bonita.

Muchas gracias.

Usted es canadiense, y, sin embargo, dirige una película muy francesa.  Daba por hecho que el director de Érase una vez mi madre sería francés.

(Sonríe) Pues no. Yo  nací en New Brunswick (20 de mayo de 1970), una pequeña provincia cerca de Quebec en la que se habla inglés y francés y de donde son mis padres, pero crecí en Quebec. Mi padre es anglófono y mi madre francófona, pero me crié en la cultura francesa. Mis primeras películas fueron en francés (Les doigts croches, Sturback), y luego hice algunas en Estados Unidos (¡Menudo Fenómeno!, Negocios con Resaca, ambas protagonizadas por Vince Vaughn).  Y  ahora hago películas en Francia, así que tengo el privilegio de hacer cine en varios sitios e idiomas.

Le toca en español.

¡Ojalá! Mi mujer es de Quebec, pero su madre es de Valladolid. De hecho, fui a la Seminci con Starbuck, y nos dieron un premio.

¿Conoce a Denis Villeneuve? También director francocanadiense (Incendies, Blade Runner 2049; el remake de Dune y su secuela,  Dune 2…)

Sí le conozco. Es un poco mayor que yo, y estábamos en la misma productora con nuestras primeras películas.

¿Sabe que hay un respetado productor musical británico, de los Beatles, de Pink Floyd,  llamado Ken Scott?

Sí. Es magnífico. También de David Bowie. Y sabía de su existencia porque es un estupendo productor musical. Y también hay un Ken Scott que es un gran diseñador de ropa.

Así que tiene un nombre destinado para el éxito. Como el personaje de Érase una vez mi madre, cuya madre le augura una vida maravillosa.

Exacto (ríe).

Su película es puro relax y deleite. Integra la comedia de tono elegante con una estupenda ambientación de los años 60; ves París, una madre maravillosa, el espíritu de superación…  No sé si Roland Perez, en cuya autobiografía está basado todo, es muy famoso en Francia.

Se ha ido haciendo más famoso, y lo que ves en la película se parece mucho a su vida. Es un abogado que trabaja con muchos artistas, y también tiene un programa de radio y a veces hace televisión, así que es bastante conocido, pero hasta hace poco se desconocía su historia.

Si ahora mismo entrara por la puerta, no sabrías que de pequeño no podía andar.

¿Y por qué ha adaptado y dirigido su historia?

Porque en el Festival de Cine de Comedia de L´Alpe D´Huez, en los Alpes Franceses, un sitio precioso donde he tenido la suerte de presentar varias de mis películas, presenté en enero de 2022 Adiós, felicidad. Ahí esquías todo el día y presentas comedias (ríe). Y ahí me reuní con los productores de Gaumont, que tenían los derechos del libro Mi madre, Dios y Sylvie Vartan, y me pidieron leerlo y decirles si me interesaba. Lo leí de un tirón, lo volví a leer, y vi que tenía todo lo que tiene que tener una historia. Además, aunque sea un tema muy serio, hay mucha comedia con magníficos personajes.

Y tan serio. Al principio parece un dramón, una tragedia, cuando el sexto bebé de esta mujer  nace con problemas. Y resulta ser muy bonita y optimista.

En el libro ya estaba ese equilibrio entre el drama y la comedia, que surge a través de su madre y de su actitud y comportamiento. Por supuesto que había retos porque transcurre a lo largo de 50 años, pero me encantan las películas que se expanden en el tiempo. Son muy ricas y te hacen avanzar a través de escenas que aceleran la acción, y también de escenas que vuelven al pasado. La imaginación del público rellena los espacios en blanco.

Se narra a través de la elipsis.

Exacto. Y eso hace que el espectador se mantenga muy activo. Eso me encanta.

Cuenta con una música muy pegadiza. Venía hasta el Hotel Intercontinental  tarareando La Maritza, de Sylvie Vartan, con el la, la, la… https://www.youtube.com/watch?v=1X37MxHLDoY

Nada que ver, ni en ritmo, ni en todo, con nuestro La La La de Massiel, ganadora de Eurovisión en 1968.

Oh, qué curioso. No conozco la canción, y no sabía lo de Eurovisión.

En La Maritza, Sylvie Vartan, nacida en Bulgaria, habla de su río, de su padre, y de que, desde que dejó Bulgaria a los 10 años, ya no le queda nada de eso. ¿Cómo convenció a Sylvie Vartan para que hiciera de sí misma en Érase una vez mi madre?

Obviamente ella está presente, no solo en el libro, sino en la vida de Roland Perez, el protagonista de la historia, el abogado (interpretado por Jonathan Cohen). Es su amiga, así que quería participar en la película y le encantó hacerla. Reconoce la importancia de la historia, y, además, su carrera como cantante es increíble. Es un icono. Supe que le habría encantado ser actriz. Fue un placer trabajar con ella.

Tiene 80 años y todavía es muy guapa. Fue chica yeyé internacional,  se casó con Johnny Hallyday, sufrió dos graves accidentes, el segundo de los cuales, en 1970, le desfiguró la cara que un cirujano reconstruyó a base de operaciones en Estados Unidos… Una vida intensísima e interesantísima. ¿Habló con ella sobre su satisfacción de salvar y cambiarle la vida a alguien, desde luego, a Roland Perez,  con su música y su existencia? ¿De cómo llega a la gente?

Sí. De hecho, todo eso lo maneja con cierta distancia, y no se centra en sí misma. Sin embargo, he tenido el placer de presentar la película muchas veces en Francia, y he visto al público. Muchos me han dicho que han tenido esa misma relación con Sylvie Vartan. Que les ha cambiado la vida y los ha acompañado a lo largo de los años. Ella tiene ese efecto, y muchos artistas pueden tener ese efecto en la gente. Ya sean cantantes, directores, actores… Un artista puede influir en el estado de ánimo de alguien, e incluso en cómo piensa. Y es estupendo. También una gran responsabilidad, pero es algo maravilloso. Los artistas pueden tener muchísima influencia. Tanta como los políticos.

El director iraní Jafar Panahi, encarcelado en Teherán en varias ocasiones por su oposición al régimen,  acaba de Ganar la palma de Oro del Festival de Cannes con Un simple accidente, y ya ha cambiado cosas con su cine. Aunque no sé si la visión de las autoridades de su país… Pero, por ejemplo,  se acaba de paralizar la ley que endurece las penas de cárcel a las mujeres que no lleven Hiyab  (el pañuelo que cubre la cabeza) en público. ¿Verá la película cuando se estrene?

Sí, por supuesto. Estoy deseando verla.

¿Qué artistas le han inspirado a usted?

Muchos. En un nivel muy intelectual, Billy Wilder. Y, desde luego, George Lucas con La guerra de las galaxias. Cuando se estrenó en 1977 yo era un niño de siete años, el público perfecto, y eso fue mucho más que una película. Fue un fenómeno cultural. Más tarde, Spielberg, con muchos de sus filmes. Especialmente con En busca del arca perdida. También ET. Grandes influencias. Y en la música, de joven, grupos como los Talking Heads, New Order o Depeche Mode me influyeron mucho.

Influencias más anglófonas que francófonas.

En esos años, sí. Yo vivo en Montreal y trabajo en la industria francocanadiense, así que ahora estoy más en la cultura francesa, pero de joven me inspiraba mucho más el cine americano.

Ha escrito 15 guiones y dirigido siete películas, entre ellas, Sturbuck, en francés, de la que hizo un remake americano protagonizado por Vince Vaughn. Desde luego, tuvo usted una gran idea, porque recuerdo el cabreo monumental del italiano Paolo Genovese, director de Perfetti Sconociuti (2016), de la que se hicieron numerosas versiones (la española, Perfectos Desconocidos, la dirigió  con gran éxito Alex de la Iglesia),  y él no se llevó ni un euro. (Ver entrevista en Periodista Digital: https://www.periodistadigital.com/cultura/cine-y-teatro/20230706/documental-the-bridge-suicidas-saltan-golden-gate-san-francisco-inspiro-primer-dia-vida-noticia-689404922664/)

¡Vaya! NO lo sabía. Pero sí que fue algo extraño hacer mi propio remake.

¿Es el productor de sus películas?

Bueno, en Starbuck mantuve los derechos para hacer los remakes porque sabía que se harían. Y quería hacer yo mismo la versión en inglés porque había visto muchos remakes de películas francesas en Estados Unidos que no son muy buenos. E Intuía que esta película tendría éxito en Estados Unidos. (La trama gira en torno a un cuarentón bastante desastre, donante de esperma 20 años atrás,  que descubre tener 533 hijos repartidos por todos lados). Me encanta la historia y quería protegerla, pero fue complicado encontrar a los socios productores asociados. La adaptación la hice yo mismo, y sabía que funcionaría, así que  la adapté a la cultura americana. Y encontré a los productores adecuados con DreamWorks, lo cual fue estupendo.

¿Con Spielberg?

Sí, es el jefe de DreamWorks, y nos invitaron a conocerlos para ver si lo podíamos hacer. Y le conocí. Produjo la película.

¡Spielberg! ¡Una de sus grandes influencias! ¿Se lo dijo?

No me acuerdo (ríe). Supongo que él lo podía imaginar. Pero fue una reunión muy interesante, porque vio la original, Starbuck, en francés, y le encantó. Y quiso producir el remake. Yo estaba contentísimo. Que este cineasta increíble produjera mi película fue maravilloso. Pero viví todo eso de una forma muy profesional, sin pensar demasiado en lo mucho que le admiraba y el gran fan que había sido de él.

Es como el abogado de la película. “Mamá, no le cuentes a Sylvie Vartan que yo era su máximo fan. No suena profesional”.

Exacto (ríe). Así que fue estupendo trabajar con un estudio que respetaba muchísimo a los directores, porque Spielberg, el jefe, sabe lo que es ser director, y nos da mucho poder.

¿Usted también es actor?

Bueno, actué cuando era joven. Es un buen rodeo.

Porque así entiende a los actores.

Los entiendo y también he hecho comedia con un grupo cómico, y sé lo que es hacer comedia, y cuando haces una película, eso es una cosa. Pero como cómico en escena, haciendo Stand-Up o sketches y gags, aprendes muy rápido. Si algo tiene gracia, la gente se ríe, y si no, no se ríe. Estás frente a 800 personas, y aprendes a toda velocidad. Y respetas lo que es la comedia, al público, y también comprendes que no eres tú el que decide lo que tiene gracia o no, sino que es el público, porque o se ríen o no se ríen. Es decir, o tienes instinto para la comedia, o no lo tienes. Todos los cómicos buenos con los que he trabajado respetan mucho al público y lo que piensa.

También, muchas veces, tiene gracia sobre el papel, y luego no termina de funcionar en la escena.

Exacto. Y al revés. Que no sea tan gracioso en el guion, y que, de repente, alguien llegue con magia y funcione al hacerlo.

Insisto. Escribe y dirige (además de las mencionadas,  De La India a París en un armario de Ikea en 2018). ¿Qué disfruta más?

Me encanta el hecho de hacer ambas cosas. Porque en algún sentido es el mismo trabajo. Ambas actividades consisten en contar historias. Como director y como escritor. Aunque es muy distinta la energía que utilizas. Mientras escribes, estás solo, inventas, y hay algo muy solitario.

También muy placentero…

Muy placentero (ríe). Pero la locura de dirigir y tener a tanta gente haciéndote preguntas  y transmitir tu visión sobre hacia dónde vamos con la historia también es muy interesante. Son habilidades muy distintas. No hay muchos guionistas directores. A mí me encanta hacer ambas cosas y descansar de la una y de la otra.

¿Qué debería hacer todo aquel que se dedique al cine?

Hacer un curso de escritura de guion. Es fundamental para entender una película. Ya seas actor, director, productor…

¿Es un director mandón?

Quizá.

¿Usted lo cree?

YO no, pero puede que otros lo piensen (ríe).

¿Es  muy estricto?

No, pero soy muy preciso en cuanto a dónde quiero ir y llegar, en cuanto a lo que quiero. Porque sé lo que necesita cada escena, lo que quiero alcanzar y por qué cada escena está ahí. Así que en ese sentido soy muy exigente y me gusta darle tiempo a mis actores.

No es como Stanley Kubrick  con Shelley Duvall en el rodaje El Resplandor, que la regaña diciéndole: “Haces perder el tiempo a todos”.  https://www.youtube.com/watch?v=rUm14W52dSo

No, no soy de ese estilo. Me tomo mi tiempo en elegir al reparto adecuado en los papeles adecuados, así que nunca tengo la impresión de que alguien haga perder el tiempo a todos, pero me gusta dar tiempo a los actores para que estén satisfechos con lo que hacen, y luego trabajar con ellos.  Me aseguro de que se sientan muy libres con lo que hacen.  Yo Hago nueve o diez tomas de cada escena, lo cual es muchísimo, y hoy en día, una rareza.  Pero así es como me gusta crear.

¿Así que es puntilloso o perfeccionista?

No diría que soy puntilloso, pero supongo que lo soy, porque así es como trabajo en el rodaje.

El Primer Ministro de Canadá dimitió hace poco y ya hay uno nuevo desde hace mes y medio.  No quiero entrar en política, pero ¿cómo se siente  a punto de ser el estado número 51 de Estados Unidos?

Son tiempos duros. Creo que es muy triste tener al presidente de Estados Unidos estropeando una relación tan histórica e importante entre dos países, solo para hacer su broma  y darse protagonismo.

Siempre han sido países amigos.

Exacto. Y siempre han trabajado juntos y se han defendido mutuamente.

Y su colaboración es máxima, incluso en la industria del cine con el Festival de cine de Toronto.

Sí. Así que para él hacer esta broma e intentar hacerse con más poder…

Quizá no sea una broma.

Bueno, pero parece que ha parado de decir la broma, así que esperemos que lo deje ya, que deje de decirlo, porque la gente no se da cuenta de lo en serio que se lo está tomando la población en Canadá.

Por último, me encanta cuando en la película, la madre le dice al protagonista, ya sea pequeño o mayor: “NO hables con nadie en el metro…” Y también le augura una vida maravillosa. ¿Qué le ha parecido a su madre Érase una vez mi madre?

Le ha encantado y le emocionó mucho. Un periodista me preguntó si había algo de mi propia madre en la película y yo dije que obviamente sí. Aunque sea una historia real, las madres son madres, y como escritor, sin saberlo, te proyectas a ti mismo en la historia. Y cuando mi madre lo leyó en el periódico, me dijo: “¿Pero qué es esto de que yo estoy en la película?” (Ríe). La verdad es que creo que aquí está representada, no solo mi madre, sino todas las madres.

Enhorabuena y mucha suerte.

Muchas gracias. Ha sido un placer.

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