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'EL MANUSCRITO ENCONTRADO EN ACCRA' (PLANETA)

Paulo Coelho reflexiona sobre los valores de nuestro tiempo trasladándonos al Jerusalén de 1099

Las respuestas a las preguntas más esenciales de hoy no han variado en mil años de historia

15 Nov 2012 - 16:38 CET
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Paulo Coelho (Rio de Janeiro, 1947) es uno de los escritores más leídos del mundo. Sus libros se han traducido a 73 idiomas y publicado en más de 170 países. En el año 2007, el autor fue designado Mensajero de la Paz de la ONU. Es miembro de la Academia Brasileña de las Letras desde 2002 y ha recibido numerosos premios y condecoraciones internacionales.

El manuscrito encontrado en Accra‘ es su última novela. En ella nos traslada al Jerusalén del años 1099. Mientras la ciudad se prepara  para la invasión de los cruzados, un griego conocido como el Copto convoca al pueblo, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, a reunirse junto a él.

Mientras esperan el ataque enemigo, las gentes le preguntan acerca de la derrota y la soledad, la lucha y el cambio, la belleza, cómo encontrar el propio camino. Y después, sobre el amor y la lealtad, el destino, el sexo y la elegancia, el miedo y la ansiedad, la sabiduría y, también, lo que aguarda en el futuro…

Ellos preguntaron, el Copto contestó. Y las respuestas que aquellas personas obtuvieron siguen siendo válidas ahora, mil años después.

ENTREVISTA A PAULO COELHO

Paulo, eres un crack mezclando realidad y ficción en tus libros. ¿Qué es ficción y qué es un hecho en El manuscrito encontrado en Accra?

Hay mil maneras de interpretar la realidad. Distinguir hecho y ficción no es difícil sólo para el escritor, sino para cualquier persona. Vivimos bajo un bombardeo de información que creemos que son hechos, pero muchas veces pueden ser ficción. El manuscrito encontrado en Accra está basado en valores, y los valores nunca son ficción. Van más allá del tiempo. El libro no pretende explicar ni describir valores, sino demostrar cómo las preguntas que teníamos hace mil años permanecen vivas, cómo se explicarían hace mil años y cómo se explican hoy.

La Dama de la Guadaña -la muerte- está muy presente en este libro. ¿Está esto relacionado con el susto que tuviste el año pasado debido a un problema de salud?

Cuando el médico me dijo, el 30 de noviembre de 2011, que me iba a morir, que la Dama de la Guadaña estaba a punto de llegar, no tuve mucho tiempo para pensar. O me operaba ya o me moría. Dos días después, me sometí a un cateterismo. La noche anterior, me acosté y pensé: «¡Caray, vida, si me muero, me moriré feliz!». La Dama de la Guadaña ha llegado y, como dice el poema de Manuel Bandeira, «la casa está limpia, la mesa puesta, cada cosa en su sitio». He vivido todo lo que tenía que vivir. Siempre he ido más allá de mis límites. Tuve una juventud espectacular, porque coincidió con la época hippie, totalmente diferente a la actual, en la que la gente es mucho más prudente. Fui absolutamente imprudente, y eso lo considero una cualidad. A mi lado duerme la mujer que amo y amaré siempre. Me casé con ella hace treinta y tres años, he pasado más de la mitad de mi vida con ella. Y, finalmente, he conseguido tener éxito en lo que yo soñaba: ser escritor. Entonces, si la Dama de la Guadaña viene mañana, será bienvenida.

El manuscrito encontrado en Accra trata de los valores que mueven nuestras vidas. ¿El Copto es tu alter ego? ¿Sus palabras son tu legado?

Las palabras del Copto no son mi legado, mi legado es toda mi obra. Pero el Copto sí que es mi alter ego, sólo que es más sabio que yo, no tengo toda esa sabiduría. Cuando el escritor escribe, entra en trance, se conecta con lo que en El Alquimista llamo «el alma del mundo». Y este libro es un homenaje a Khalil Gibran y a un libro ya olvidado, desafortunadamente, que es El profeta.

En el ‘El manuscrito encontrado en Accra‘ aparecen frases y expresiones de Manuel Bandeira, de Shakespeare y de la Biblia. ¿Son lecturas recurrentes para ti? ¿Qué libros están siempre en tu cabecera?

En mi cabecera siempre está mi Kindle. En él hay cosas que siempre releo, como Jorge Luis Borges y la Biblia. También me gusta mucho William Blake. Soy partidario de leer un libro y después dejarlo «viajar». Cuando veo un libro mío muy usado, siempre me produce mucha alegría, porque sé que ha sido leído por varias personas. Tengo pocas lecturas recurrentes, pero leo mucho. Leer, para mí, es uno de los grandes placeres de la vida.

Como la Jerusalén del manuscrito, el mundo de hoy vive una crisis financiera y de valores éticos y morales. ¿Cómo respondes a la pregunta del cuarto capítulo de tu libro: «¿Qué valores quedan cuando todo ha sido destruido?»

El único valor que se debe mantener es el coraje. Cuando no se tiene coraje, se buscan otros valores que abordo en el libro. Cuando decidí escribir El manuscrito encontrado en Accra, pensé en cómo hoy en día ya nadie tiene coraje, nadie se atreve y todo el mundo se ha acomodado. No «me trago» demasiado eso de las crisis financieras y de valores morales y éticos. Creo que la razón por la que la gente es mucho más conservadora y rígida es el miedo excesivo a atreverse, independientemente de que sean cristianas, judías o musulmanas. En el fondo, el mundo camina hacia un fundamentalismo religioso. Hay una ley judía que dice: «No le hagas a tu vecino lo que no quieres que tu vecino te haga a ti». Ese es el gran valor moral y ético que hay que respetar, es la regla de oro. Al usar Jerusalén como escenario del libro, quiero demostrar que es perfectamente posible convivir con tu vecino sin intentar imponer valores.

Actualmente eres uno de los autores que mejor se lleva con el mundo digital y sus oportunidades. Tu libro, por otro lado, trata de la tradición oral, después inmortalizada en un pergamino. ¿Crees que lo antiguo y lo moderno pueden convivir cuando se trata de comunicación? ¿Cómo ves el futuro del libro?

El futuro del libro pasa por otras plataformas. Es decir, está el soporte electrónico, está el soporte de las redes sociales, habrá muchas maneras de escribir. Pero el libro nunca va a dejar de existir. Hoy en día, el escritor tiene un abanico mucho más amplio de posibilidades, que deben ser exploradas y no se exploran. O mejor dicho, son exploradas por personas a las que se les llama nerds mientras que los intelectuales se quejan de la muerte de la lectura, lo cual no es una novedad, siempre se han quejado de lo mismo. Es necesaria la curiosidad, la inocencia de la que habla William Blake de ver las cosas como nuevas. Cuando descubrí la red social, me produjo un gran placer y se convirtió en un instrumento muy útil. Es decir, lo antiguo y lo moderno no sólo pueden convivir, sino que son inseparables. Las nuevas tecnologías y las tradiciones orales deben y pueden convivir. Intento alimentar mis blogs y mis posts con las historias que he aprendido, desde la infancia hasta hoy, que es la mejor manera de transmitir cualquier pensamiento. La literatura pasa por un cambio radical de estilo. La mayor parte de los llamados intelectuales consagrados no lo ve. Yo me sorprendí con una reciente entrevista de Umberto Eco en la que decía que estaba en contra del iPad hasta que se compró uno y se enamoró. Creo que es el miedo a lo desconocido, no sólo respecto a la tecnología, sino a muchas otras cosas. Tenemos que permitirnos esa inocencia, ese deslumbramiento o, utilizando una expresión de Manuel Bandeira, ese alumbramiento.

El Copto dice que perder una batalla, o perderlo todo, nos produce momentos de tristeza. Pero, cuando pasan, descubrimos la fuerza desconocida que hay en cada uno de nosotros. ¿Qué derrota fue la más transformadora para ti?

La derrota que más me motivó fue pensar que nunca iba a escribir, que nunca iba a realizar mi sueño. En aquel momento, a los 39 años, era un hombre derrotado, decía que había soñado lo imposible. Aquel fue mi momento de derrota. Después hice el Camino de Santiago y sufrí una transformación radical. Llegué a Santiago de Compostela y pensé dos cosas: «Primero, el camino no acaba aquí, empieza aquí; segundo, voy a darlo todo y a dedicarme a escribir. Si va a salir bien o mal, no lo sé, pero no puedo ser un hombre derrotado como era al principio de este camino.» Y, gracias a Dios (Dios es el Dios de los valientes), conseguí llegar a donde he llegado. Pero aún falta mucho, no he llegado al final de mi camino. Creo que el final del camino de un escritor es cuando se muere. Siempre tiene un nuevo libro que escribir.

En el manuscrito, el griego también nos habla de la belleza y de los desafíos de los nuevos paisajes cuando tenemos el coraje de cambiar. ¿Qué desafíos te mueven?

El desafío básico que tengo es escribir un nuevo libro. Pero como escribo cada dos años, tengo otros, como vivir mi vida de acuerdo con los valores que juzgo pertinentes, como la simplicidad y el desapego, pero al mismo tiempo tener la alegría de hacer aquello que me apetece hacer. En el fondo, las cosas que me dan más placer son baratas o completamente gratuitas, como andar o practicar el tiro con arco. Mi desafío es despertarme siempre con una nueva pregunta en la cabeza, alegre, contento de estar vivo, y no pensar que no tengo nada que hacer o que ya no tengo desafíos, o que tengo demasiados. Los desafíos surgen cada día y cada día los resuelvo.

El Copto define el éxito como poder irse a la cama cada noche con el alma en paz. Y para ti, ¿qué es el éxito?

El éxito es eso: irse a la cama cada noche con el alma en paz. Es poder encontrarte con la Dama de la Guadaña y decir: «Combatí el buen combate y mantuve la fe, hice las cosas que quería hacer, las hice con toda la intensidad necesaria. Me equivoqué mucho, pero la Dama de la Guadaña llamó a mi puerta y mi alma estaba en paz».

Entrevista a Paulo Coelho sobre ‘El manuscrito encontrado en Accra’ cuya reproducción está autorizada por la editorial Sexante. Traducción de Ana Belén Costas.

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