(José Manuel Vidal).-Decían que no se iba a atrever. Que un Papa no puede pedir perdón, porque comprometería no se qué prerrogativas papales. Más aún, los más papistas aseguraban que no debería hacerlo. Y hasta decían que, cuando lo hizo su predecesor, el entonces cardenal Ratzinger no acababa de comulgar con la idea. Decían y decían…pero, afornunadamente no acertaron. Y, como desde aquí pedimos hace meses, Benedicto XVI se transformó en chivo expiatorio de los pecados de los curas abusadores. Humildemente, solemnemente. Ante unos 15.000 sacerdotes de todo el mundo. De rodillas ante el Altísimo cargó con la suciedad de las manzanas podridas del clero. Y volvió a reconciliar a la Iglesia con el mundo. Y, poco a poco, está posibilitando el que nos volvamos a sentir orgullosos de ser Iglesia. El Papa, barrendero de Dios.
Para leer el artículo completo, pinche aquí
Más en Religión
CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL
QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE
Buscamos personas comprometidas que nos apoyen
CONTRIBUYE
Home