(Celso Alcaina).-El teólogo Joxe Arregi, OFM, nos lo cuenta (religiondigital.com y atrio.org). El obispo de San Sebastían, Monseñor Munilla, exigió a su superior religioso que lo amordazara o que lo desterrara. Para Munilla, Arregi es «agua sucia» que contamina los límpidos ríos católicos.
En virtud de su voto de obediencia, Arregi enmudeció durante medio año. El silencio le proporcionó sosiego y maduración. Y ahora, cual manantial acumulado de «agua purificadora», surge con fuerza. Y «pide la palabra». No se resigna a callar. Dentro de sí hay un fuego renovador. Su línea no puede ser la ortodoxia inmovilista. Igual que otros inconformistas teólogos. En definitiva, como el fundador de nuestro movimiento, Jesús, el hijo de José y María, el heterodoxo, el iconoclasta.
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