(Hilari Raguer).-Desde distintas posiciones religiosas o ideológicas se hacen variados balances de la consagración del templo de la Sagrada Familia por Benedicto XVI. Vaya también la mía, una de tantas. Lo primero es la maravilla del edificio, muy bien mostrado al mundo, desde todos los ángulos posibles, por la transmisión televisiva. Un buen fotógrafo, o un buen cámara, nos enseña a mirar y nos descubre aspectos a primera vista desapercibidos, y esto es lo que hizo TV3.
Nos permitió admirar a Antoni Gaudí en tres dimensiones: el arquitecto revolucionario, el artista genial y el místico cristiano (no apareció, porque no era el caso, el nacionalista catalán, que cuando Alfonso XIII visitó las obras le habló en catalán, y que en cierta ocasión fue detenido por catalanista).
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