(San Pablo).- La urgencia máxima de la Iglesia en este tiempo, más que defendernos de supuestos o reales ataques exteriores o que reclamar derechos, es la de anunciar a Jesús. Este es el propósito de El Jesús de las parábolas: presentar a Cristo como Verdad que creer y vivir, Verdad reflejada en las parábolas de la misericordia del Padre (El Buen Samaritano, El hijo pródigo…) y las del Reino de Dios (Sembrador, Semilla que crece sola…). Es una ayuda para hacer de la predicación de Jesús el objeto de nuestra contemplación y de nuestro trato personal con Él. Nos presenta al mismo Cristo, Verdad que necesitamos «conocer» evangélicamente, con ese conocimiento que es sinónimo de identificación con su Vida y sentimientos.
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