(Ángel Moreno, de Buenafuente).- El deseo de Jesús es explícito: «Vamos a la otra orilla». En estas palabras se puede escuchar la voluntad del Maestro de llegar a los territorios marginales, a lo diferente. Debemos salir de nuestros territorios seguros, de nuestra cultura endogámica, de nuestros cuarteles de invierno, del repliegue acomplejado.
El seguimiento del deseo de Jesús choca con situaciones adversas, debe atravesar el mar encrespado, la tormenta, la experiencia de debilidad, de impotencia, hasta para los más diestros. Los Apóstoles, pescadores nativos, que habían pasado toda su vida del Mar de Galilea, sufren miedo, pánico, desconcierto ante el riesgo de hundirse y perecer en medio del lago.
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