(Fermando Berríos, Mensaje).- Al conmemorarse los 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II, mucho se ha recordado la sorpresa que causó en la curia romana y en toda la Iglesia la convocatoria de este gran evento por parte de Juan XXIII, ese Papa bonachón y sencillo que se suponía «de transición» tras el prolongado y brillante pontificado de Pío XII (1939-1958).
Asimismo, los testigos de la época nos han hecho notar cuán pronto se captó por entonces que aquella iniciativa, aunque sorpresiva, estaba también en sintonía con el mundo inquieto de la década de los sesenta.
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