Centenares de miles de personas han desfilado hoy en París en una gran manifestación que trata de forzar que el Gobierno francés dé marcha atrás a su proyecto de ley del matrimonio y adopción homosexual, que llegará al Parlamento a finales de mes.
Los manifestantes, para quienes se habían fletado más de 900 autocares, comenzaron el recorrido desde tres puntos de la capital a las 12.00 GMT para converger en la gran explanada del Campo de Marte, a los pies de la Torre Eiffel, en una gran fiesta final.
La plataforma «Manif pour tous», que convocó esta protesta y las marchas regionales celebradas en noviembre, consiguió teñir las calles de rosa, blanco y azul, los colores de los globos y carteles distribuidos con mensajes como «lo normal es un papá y una mamá».
El grupo, que prohibió el desfile de consignas individuales de partidos y organizaciones religiosas, dice no tener un propósito homófobo, sino luchar por que la unión homosexual no sea llamada matrimonio, por que no se extienda a las personas del mismo sexo la filiación y por que el proyecto sea sometido a referendo.
A falta de cifras definitivas, los medios calculan en «centenas de miles» el número de personas que han secundado la protesta, mientras que la ministra de Asuntos Sociales, Marisol Touraine, aseguró hoy en la cadena Canal+ que «sin duda ha habido menos» de las 400.000 personas esperadas.
«No importan solo las cifras, sino el mensaje y la calidad con que se transmite», indicó la cofundadora de «Manif pour tous» y humorista, Frigide Farjot, preocupada por el hecho de que, a su juicio, a los niños se les prive «voluntariamente de un padre o una madre» si se les considera por ley como nacidos de dos personas del mismo sexo.
Tras la consigna «todos nacidos de un hombre y una mujer», los manifestantes, que tienen el apoyo del principal partido de la oposición de derecha, la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y de la iglesia católica, marcharon desde tres puntos distintos de París para converger en la gran explanada de Champ-de-Mars.
Los manifestantes, entre ellos muchas familias con sus hijos, enarbolaban banderas rosas, color elegido por los organizadores, y pancartas en las que podía leerse, entre otras frases: «Todos guardianes del código civil», «No hay óvulos en los testículos» o «dos vacas no hacen un ternero».
El dirigente de la UMP Jean-François Copé, que participó en la manifestación, afirmó que ésta «tiene un valor de test para François Hollande».
El arzobispo de París, monseñor André Vingt-Trois no participó en la marcha pero estuvo presente en uno de los puntos de partida de la misma para manifestar su «apoyo» y su «aliento» a los manifestantes. «Quiero manifestar mi apoyo y mi aliento a los organizadores y a que los franceses puedan decir lo que piensan verdaderamente» sobre el matrimonio homosexual, dijo el obispo.
Por su parte, el arzobispo de Lyon (este), el cardenal Philippe Barbarin, participó en la manifestación y afirmó que «cambiar el sentido de la palabra matrimonio es una gran violencia para el pueblo».
«La manifestación será un éxito cuando el presidente nos reciba. Es necesario que él nos escuche, que suspenda el proyecto de ley y abra unos estados generales para informar a los franceses del cambio histórico sobre la filiación», estimó una de las representantes de los organizadores, la humorista Frigide Barjot.
Ciento quince parlamentarios firmaron un llamamiento lanzado por Henri Guaino (UMP) en favor la organización de un referéndum sobre el matrimonio homosexual, según una lista publicada por el portal del periódico Journal du Dimanche.
El llamamiento del Copé a manifestarse no es aprobado unánimemente en su partido. El exprimer ministro François Fillon no participó en la manifestación, pero aportó un respaldo a los opositores al matrimonio homosexual al exhortar a Hollande a «no imponer por la fuerza» un proyecto que «divide» al país.
En el Frente Nacional (extrema derecha) las posiciones tampoco son unánimes. Su vicepresidente Louis Alliot participó en la manifestación, pero su presidenta, Marine Le Pen, no lo hizo y sostuvo que el debate sobre el matrimonio homosexual es una «tentativa de distracción» de la clase política para que no se aborden los verdaderos problemas del país.
Pese a la manifestación, el gobierno socialista francés anunció de antemano que no retrocederá y que el proyecto será sometido al Parlamento el 29 de enero, como estaba previsto. No obstante, los diputados socialistas trataron de calmar los ánimos al decidir que no presentarán una enmienda destinada a abrir la procreación médicamente asistida a las parejas homosexuales.
Según los sondeos, los franceses son mayoritariamente favorables al matrimonio homosexual, pero respecto a la adopción por parte de los homosexuales, la opinión pública está más dividida. Según la última encuesta del instituto LH2, el 56% está en favor del matrimonio gay, pero sólo el 50% es favorable a la adopción por las parejas homosexuales. (RD/Agencias)
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