(Jesús Espeja).- «El reino de los cielos se parece a un hombre que echa simiente en la tierra; él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo«
1. Jesús se dirige a la gente del pueblo; trata de presentar lo divino en lo humano y para ello emplea parábolas. Vive como experiencia profunda la presencia de Dios que acompaña y anima continuamente a nuestro mundo; y la única forma de manifestar esa experiencia es con lenguaje simbólico. El símbolo de la semilla era muy familiar para la gente de cultura agrícola donde Jesús hablaba. La tierra en los surcos se abre a la semilla y con su calor hace que germine. Así la parábola sugiere que el reino de Dios, como la semilla de trigo, viene a ser una fuerza de vida que de forma tan real como misteriosa va calando en las entrañas de la humanidad.
2. Este dinamismo de la semilla tiene lugar en cada persona. Según otros textos evangélicos la semilla evoca la Palabra de Dios mismo que siempre nos habla en el sagrario de nuestra conciencia. Cada uno llevamos nuestro proceso en el diálogo, pues a lo largo de la vida se suceden momentos de apertura o escucha, y momentos de cerrazón en nuestros intereses egoístas. No dejamos a Dios Amor ser en nosotros, y creyéndonos dioses matamos la convivencia fraterna.. Toda la existencia humana es oportunidad para que maduremos en humanidad abriéndonos a esa Palabra sin la cual dejaríamos de existir.
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