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El arzobispo de Barcelona interviene en el Con­gre­so Teo­ló­gi­co Pas­to­ral de Cáceres

Cardenal Omella: «Hoy más que nun­ca la Igle­sia tie­ne que ser lu­gar de aco­gi­da y es­cu­cha»

"La gran re­no­va­ción no es solo ha­cer pro­gra­mas pas­to­ra­les, sino re­no­var­nos no­so­tros"

21 Jun 2018 - 09:45 CET
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(Diócesis de Coria-Cáceres).- El car­de­nal Ome­lla abrió el X Con­gre­so Teo­ló­gi­co Pas­to­ral en el Se­mi­na­rio Dio­ce­sano en Cá­ce­res con una po­nen­cia so­bre «Una Igle­sia en sa­li­da se tra­du­ce en una Igle­sia evan­ge­li­za­do­ra», en la tar­de del vier­nes 8 de ju­nio.

El ar­zo­bis­po de Bar­ce­lo­na, un hom­bre con gran hu­mor, agra­de­ció la aco­gi­da. «Fe­li­ci­da­des por el Sí­no­do, el buen ca­mino de una Igle­sia que ca­mi­na jun­ta, y que pre­di­can los je­sui­tas: el dis­cer­ni­mien­to. A con­ti­nuar así», aña­dió el pre­la­do.

El car­de­nal Ome­lla re­cor­dó que Je­sús com­par­tió nues­tra con­di­ción hu­ma­na y Dios todo lo ha he­cho por­que nos ama. «Esto es lo que ce­le­bra­mos hoy (Fies­ta del Sa­gra­do Co­ra­zón de Je­sús). No se­re­mos Igle­sia en sa­li­da si no he­mos en­ten­di­do el Amor de Dios. No se tra­ta de ha­cer mo­der­ni­da­des, sino de una con­ver­sión del co­ra­zón». Tam­bién qui­so fe­li­ci­tar a to­dos. «El tra­ba­jo que ha­céis es mu­cho y lo ha­céis por el amor al Se­ñor», aña­día el ar­zo­bis­po de Bar­ce­lo­na.

El car­de­nal Juan José Ome­lla des­ta­có que no hay que bus­car ser mu­chos. «Con 12 per­so­nas, pero sin tan­tos me­dios, abrien­do el co­ra­zón a la fuer­za del Es­pí­ri­tu, hi­cie­ron una gran re­vo­lu­ción en el mun­do y aquí es­ta­mos. O de­ja­mos que el Es­pí­ri­tu en­tre en no­so­tros o no se hará el cam­bio de la Igle­sia. To­dos te­ne­mos que po­ner­nos en ac­ti­tud de ca­mi­nar. Sal­ga­mos sin mie­do a ver qué nos pide Dios».

Te­ne­mos que sa­lir, des­de la pa­rro­quia

El pre­la­do ex­pli­có que el tram­po­lín del que te­ne­mos para sa­lir al mun­do es la pa­rro­quia. «No­so­tros cre­ce­mos y com­par­ti­mos nues­tra fe en una pa­rro­quia. Una es­truc­tu­ra fa­mi­liar, cer­ca­na, en el mun­do de hoy. La pa­rro­quia si­gue sien­do un lu­gar de evan­ge­li­za­ción. El papa nos anun­cia en Evan­ge­lii Gau­dium, n. 28, que la pa­rro­quia es in­sus­ti­tui­ble. No es una es­truc­tu­ra ca­du­ca, re­quie­re crea­ti­vi­dad mi­sio­ne­ra. Sea­mos crea­ti­vos, no re­pe­ti­ti­vos«. Ade­más, la pa­rro­quia es co­mu­ni­dad de co­mu­ni­da­des. «To­dos se en­cuen­tran y com­par­ten la fe. To­dos los es­ti­los tie­nen ca­bi­da», aña­día Ome­lla, quien des­ta­có que debe ser una pa­rro­quia no ais­la­da, abier­ta al en­torno y que ten­gan ca­bi­da in­clu­so los que no creen en Dios. Hizo una lla­ma­da a la re­vi­sión y la re­no­va­ción de las pa­rro­quias para que sean fuen­tes de par­ti­ci­pa­ción.

El cardenal Omella y el obispo Francisco Cerro


Cómo nos re­no­va­mos, cómo avan­za­mos

«La gran re­no­va­ción no es solo ha­cer pro­gra­mas pas­to­ra­les, sino re­no­var­nos no­so­tros», sen­ten­cia­ba el pre­la­do que re­cha­za­ba las «año­ran­zas» del pa­sa­do. «Aquí nos ha pues­to Se­ñor y aquí es don­de te­ne­mos que evan­ge­li­zar». La so­cie­dad tie­ne el an­he­lo de un mun­do más hu­mano. «Cuan­do ha­blas a la gen­te al co­ra­zón, como la sa­ma­ri­ta­na, ellos te abren el suyo. Hoy más que nun­ca la Igle­sia tie­ne que ser lu­gar de aco­gi­da y es­cu­cha«.

Re­cor­dó que si va­lo­ra­mos el te­so­ro de la fe, hay que se­guir di­fun­dién­do­lo. «Si crees que Je­su­cris­to ha dado sen­ti­do a tu vida, de­bes di­fun­dir­lo, y se­gun­do, mira po­si­ti­va­men­te a la gen­te, esa mi­ra­da po­si­ti­va la tie­ne que te­ner todo após­tol. Lo que hay que ha­cer es anun­ciar a una per­so­na que Dios la quie­re, y para ha­cer­lo pri­me­ro te lo tie­nes que creer tú. A esa per­so­na que es tu hijo, tu nie­to, que no va a misa, no ha bau­ti­za­do a sus hi­jos… los quie­re Dios más que tú. Tú quié­re­les y Dios ya se en­car­ga­rá de lo de­más…».

Prio­ri­da­des de la pa­rro­quia, prin­ci­pios pas­to­ra­les

Las op­cio­nes de fon­do prin­ci­pa­les son: Je­su­cris­to en el cen­tro de la pa­rro­quia y de tu vida. «Te­ne­mos que es­tu­diar el Evan­ge­lio, a ve­ces no ha­bla­mos de Dios. Con tres cla­ves: evan­ge­li­za­ción, ac­ción so­cial y Pa­la­bra de Dios». «La pa­rro­quia tie­ne que di­na­mi­zar el ba­rrio y par­ti­ci­par en las ac­cio­nes de la so­cie­dad sin aver­gon­zar­nos de nues­tra pro­pues­ta cris­tia­na. Hay co­sas que no me gus­tan y no van con el Evan­ge­lio, pero no po­de­mos es­tar todo el día re­ne­gan­do», aña­dió. «Con una mi­sión ad gen­tes, ha­cia los que no creen. Para al­gu­nos el men­sa­je de Je­sús es oxí­geno«.

Lo im­por­tan­te no son las es­truc­tu­ras.
Men­sa­je a cada uno: fuer­za mi­sio­ne­ra

«¿Qué nos pasa que he­mos per­di­do la fuer­za mi­sio­ne­ra?», se plan­tea el car­de­nal, que re­co­men­dó re­leer a San Ma­teo, ca­pí­tu­los del 11 al 13. «Ahí nos ha­bla de cómo te­ne­mos que ser após­tol hoy, cómo ser Igle­sia en sa­li­da. Ahí el ejem­plo del me­jor evan­ge­li­za­dor: Je­sús. No ti­res la toa­lla, por­que la lle­vas co­gi­da des­de el bau­tis­mo, para lim­piar­te el su­dor y para la­var los pies del her­mano. El evan­ge­lio nos mues­tra a Je­sús fra­ca­san­do. Y ¿cuál es la es­pi­ri­tua­li­dad, la co­lum­na ver­te­bral que nos tie­ne que sos­te­ner como após­to­les? Lo te­ne­mos en el Ca­pí­tu­lo 13 de San Ma­teo, las pa­rá­bo­las del Reino».

Pa­rá­bo­la del Sem­bra­dor. «Un após­tol tie­ne que ser rea­lis­ta, todo lo que hace no va a dar el cien­to por uno. Es la pa­rá­bo­la del rea­lis­mo. De todo el grano re­par­ti­do, muy po­qui­to da fru­to. Após­to­les de Ex­tre­ma­du­ra, os toca sem­brar, no re­co­ger. Las cuen­tas son de siem­bra, no de re­sul­ta­dos».

Des­pués, la pa­rá­bo­la del tri­go y la ci­za­ña. «Lo que siem­bran cre­ce en­tre el bien y el mal, us­te­des tam­bién tie­nen co­sas bue­nas y ma­las. Y Dios te quie­re, eres su hijo ama­do. Si tú te con­fie­sas y Dios te quie­re, ¡cómo no vas a que­rer a tus ve­ci­nos o a tus hi­jos! Dios al fi­nal juz­ga­rá, no lo ha­gas tú. Pa­la­bra cla­ve: mi­se­ri­cor­dia».

El grano de mos­ta­za. «Pe­que­ñi­to, pe­que­ñi­to… así cre­ce el Reino de Dios, no a nues­tro rit­mo. Y así 21 si­glos. Una se­mi­lla que cre­ce y no aca­ba de ser el ár­bol gran­de. Te­ne­mos que te­ner con­fian­za en que el Se­ñor ac­túa».

Y por úl­ti­mo la pa­rá­bo­la del te­so­ro. «Esto es lo que dará fru­to, após­to­les que se jue­gan todo por este ca­mino. Si va­mos por ahí la Igle­sia se­gui­rá sien­do luz y es­pe­ran­za, para los hom­bres se­re­mos Igle­sia mi­sio­ne­ra. Y nada de per­so­na­lis­mos, cada uno da un co­lor, to­dos so­mos un ar­coí­ris. En­con­trar­nos y es­cu­char­nos y que la Igle­sia sea signo de es­pe­ran­za para el mun­do de hoy».

X Congreso Teológico Pastoral de Cáceres

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