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El Prefecto de Doctrina de la Fe se enfrenta públicamente al Sínodo

Cardenal Müller: «La Iglesia no puede reconocer a las parejas homosexuales»

"Digo lo que quiero y lo que debo decir como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe"

José Manuel Vidal 13 Oct 2014 - 18:17 CET
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(José Manuel Vidal).- Le llaman ya el «nuevo Ottaviani», pero más arrogante todavía. El cardenal alemán Gerhard Müller no ha dejado pasar ni un sólo día para lanzar un ataque frontal contra el común sentir de los padres sinodales, resumido en la relatio post disceptationem del cardenal Ërdo. Mientras el documento sinodal abre la puerta a la acogida de divorciados vueltos a casar y de homosexuales, el Prefecto de Doctrina de la Fe asegura tajante que «la Iglesia no puede reconocer a las parejas homosexuales».

El purpurado curial no sólo critica abierta y públicamente, en declaraciones a los periodistas, las decisiones de los padre sinodales, presididos por el Papa, sino también el método de trabajo del propio Sínodo.

«Me parece que es contradictorio que, fuera del aula sinodal, los obispos puedan conceder libremente entrevistas, mientras sus intervenciones en el aula no se publican», denuncia. A su juicio, «se rompe así una tradición de la Iglesia».

Müller añade, desafiante, que «no me importa si algunos no están de acuerdo con mi opinión. Yo digo lo que quiero y, sobre todo, lo que debo decir como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe«.

Y, para que se vea que no es el único discrepante, asegura que está dando voz «a las protestas de muchos fieles que me han escrito a este respecto de diferentes países y que tienen derecho a conocer lo que piensan sus obispos».

Reconoce sin embargo que, en el Sínodo hubo «una buena discusión», pero advierte de que él no forma parte de la dirección de la «relatio» final.

En ambientes romanos, la salida de tono del guardián de la ortodoxia ha caído como una bomba. Unos consideran que se trata de un llamamiento abierto a la rebelión contra la dinámica de la misericordia puesta en marcha por el Sínodo y un llamamiento público a los jerarcas de su línea para hacerle frente.

Otros aseguran que es el simple «pataleo» del derrotado por la asamblea, dado que la sensibilidad por él capitaneada ha salido vapuleada del aula sinodal.

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