Mark Goddard, de 44 años, vecino de la localidad inglesa de Devon y dueño de un taller mecánico, sufrió en el año 1998 un accidente de tráfico que le dejó con los nervios del brazo izquierdo dañados.
Desde entonces sentía unos dolores «insufribles» en la mano, aunque los médicos se negaban a operarle aduciendo que la parte superior estaba sana y que no había razón alguna para una intervención -y menos aún para amputársela como pretendía-.
LO INTENTÓ CON UN CUCHILLO
Desesperado al no encontrar eco a sus súplicas, y con la angustia de ver cómo el dolor no remitía por muchas pastillas que tomara, Mark decidió hace unos meses cortar por lo sano: con un cuchillo intentó cortarse el brazo, aunque fracasó en el empeño al caer desmayado al primer corte.
Ahora, se acaba de amputar como quien no quiere la cosa la mano izquierda con una guillotina hecha por él mismo en el patio de su casa, y que construyó con un hacha y una cuerdas:
«No tendría que haber llegado a semejante extremo para detener el dolor»,
se queja el hombre, quien la tiró a una fogata para evitar que se la reimplantaran los médicos del hospital de Newton Abbot, en Devon.
«Me la corté porque me dijeron que no podían amputar un brazo con una mano sana. Así que me la saqué y ahora no tienen excusas para no operarme»,
explicó el hombre, quien anunció sus intenciones de avanzar sobre el resto de su miembro si los médicos no intervienen antes de diciembre de este año.
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