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Luna relata con pelos y señales las perversiones psicológicas del pasajero con el que compartió trayecto

Pánico en el AVE: la nieta de Serrat intimidada por un americano salido y borracho como un piojo

Fue la peor hora que recuerdo. Ni siquiera me rozó y nunca me había sentido tan desnuda

26 Jul 2018 - 17:02 CET
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¡Menudo mal trago! La nieta mayor de Joan Manuel Serrat, Luna, ha pasado uno de los peores momento de su vida y donde menos podría haberlo imaginado.

El 25 de julio de 2018, tras estar unos días en la provincia de Huelva, Luna regresaba a la capital de España y lo hacía en el AVE. Lo que en principio iba a ser un viaje placentero se convirtió en una pesadilla sin fin.

La nieta mayor del cantante catalán comienza así:

Os voy a contar desde mi angustia, una de la situaciones más desagradables que he vivido nunca con un señor americano que nada más verme me chequea de arriba a abajo y se ríe. Llevaba una cantimplora que cada vez que la abría atufaba el vagón a alcohol.

Pero lo peor estaba por llegar, cuando se puso a ver la película’50 sombras de Grey’:

Me pide que la vea con él. Su torpeza con el castellano me sirve de excusa y digo que no le entiendo. Él insiste y yo me giro. En cada escena de sexo, se ríe, me mira, me siento intimidada y a él le gusta.

La nieta de Serrat, a modo de protección, se puso contra la ventana y se tapó con un bolso y una chaqueta:

Estaba lo más alejada que podía de él, sin escuchar música y sin leer por miedo a quedarme dormida. Sin embargo, el señor americano seguía mirándome y gritando en cada escena en la que aparecía la chica en la cama. Me ponía caras y me invitaba a ver la película con él.

La cosa terminó cuando un revisor del AVE pasó por el vagón y preguntó por una maleta que estaba mal colocada, precisamente la de la propia Luna, lo que aprovechó para levantarse y poder contarle a este empleado lo que estaba sucediendo:

Él notó al segundo lo que estaba pasando. Mis lágrimas y mi voz entrecortada lo decía todo.

Remacha Luna que:

Fue la peor hora que recuerdo. Ni siquiera me rozó y nunca me había sentido tan desnuda. No me pasó nada. Ni me tocó. Sé que el tema es delicado y soy consciente de que no siempre es tan fácil pedir ayuda. Puede resultar exagerado, pero nadie merece una hora de pánico. Siento la necesidad de contarlo. No me perdonaría que le pasase a mi hermana pequeña y que, por vergüenza, no me lo dijese o que no sea capaz de reaccionar. Por primera vez, me he sentido víctima y tengo el deber de contaros mi historia. Gracias por escucharme. A veces, no hay mejor terapia.

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