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Turquía se encuentra sumida en una crisis política sin precedentes tras la detención del alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, el pasado 19 de marzo de 2025.
El arresto del principal rival político del tiránico presidente Recep Tayyip Erdogan ha desencadenado una ola de protestas masivas en todo el país, que ya se extiende por cuarto día consecutivo.
En medio de un ambiente de alta tensión, İmamoğlu compareció este 22 de marzo ante el tribunal estatal de seguridad de Estambul, junto con otras 100 personas acusadas de corrupción y apoyo al terrorismo.
El alcalde, que niega rotundamente todos los cargos, declaró ante los medios: «Nos enfrentamos a acusaciones y calumnias inimaginables».
La detención de İmamoğlu, un evidente intento políticamente motivado de eliminar a un rival clave de la próxima carrera presidencial, ha provocado la indignación de amplios sectores de la sociedad turca.
Miles de ciudadanos han salido a las calles en al menos 55 de las 81 provincias del país, desafiando abiertamente la prohibición de manifestaciones impuesta por el gobierno.
Las protestas se extienden y se intensifican
Las manifestaciones, que comenzaron en los campus universitarios, se han extendido rápidamente a las principales plazas y calles de las ciudades más importantes de Turquía.
En Estambul, epicentro de las protestas, miles de personas se congregaron frente al ayuntamiento por segunda noche consecutiva, coreando consignas como «İmamoğlu, no estás solo» y «Erdogan, dictador«.
La policía ha respondido con dureza, utilizando gases lacrimógenos, balas de goma y cañones de agua para dispersar a los manifestantes.
A pesar de la represión, los jóvenes continúan liderando las protestas. Ara Yıldırım, un estudiante de medicina de 20 años, declaró:
«Los que nos gobiernan están violando nuestros derechos. Seguiremos viviendo en Turquía en 20, 30, 40 años, así que tenemos que encaminarla en la dirección correcta».
Erdogan califica las protestas de «terrorismo callejero»
El presidente Erdogan, en un discurso televisado, calificó las manifestaciones de «terrorismo callejero» y acusó a los manifestantes de intentar «crear una atmósfera de tensión y caos en Estambul». El mandatario advirtió que su gobierno «no permitirá que el CHP y sus cómplices perturben el orden público y la paz de nuestro pueblo a través de provocaciones».
Sin embargo, las palabras de Erdogan parecen haber tenido poco efecto en los manifestantes.
Koray, un joven de 25 años, expresó: «Como hombre gay, me preocupan las libertades. Pero la razón principal por la que los jóvenes están protestando es la economía«.
Turquía se encuentra inmersa en una crisis económica prolongada, con una inflación superior al 35% durante los últimos tres años.
La comunidad internacional observa con preocupación
La detención de İmamoğlu y la subsiguiente represión de las protestas han suscitado preocupación en la comunidad internacional.
Varios países y organizaciones han instado al gobierno turco a respetar el derecho a la protesta pacífica y a garantizar un proceso judicial justo para el alcalde de Estambul.
Mientras tanto, la oposición turca, liderada por el Partido Republicano del Pueblo (CHP), ha calificado la detención de İmamoğlu como un «golpe de Estado» y ha llamado a la población a mantenerse unida en defensa de la democracia.
Un punto de inflexión para la democracia turca
Analistas políticos consideran que estos acontecimientos podrían marcar un punto de inflexión para la democracia turca.
Göknur Tol, directora del programa turco del Instituto de Oriente Medio, advierte:
«Hasta ahora, la competencia electoral en Turquía ha sido injusta pero real. Este es un punto de inflexión en el que Erdogan está tratando de transformar el país en una autocracia al estilo de Putin».
A medida que las protestas continúan y se intensifican, el futuro político de Turquía pende de un hilo.
La determinación de los manifestantes, especialmente de los jóvenes, frente a la represión gubernamental, sugiere que esta crisis está lejos de resolverse.
El desenlace de este enfrentamiento entre el gobierno y la oposición podría definir el rumbo de la democracia turca en los próximos años.
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