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EL ESTADO SIN “CIUDADANOS POR NACIMIENTO”

¿Por qué nadie nace con la nacionalidad del Vaticano? El misterio de la ciudadanía más exclusiva del mundo

Nadie en el planeta puede nacer siendo ciudadano vaticano, ni siquiera si su nacimiento ocurre dentro de los muros del pequeño Estado

Mario Lima 25 Abr 2025 - 09:45 CET
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En pleno corazón de Roma, rodeado de historia y espiritualidad, la Ciudad del Vaticano destaca no solo por su pequeño tamaño —apenas 0,44 km²—, sino también por el carácter exclusivo de su ciudadanía. A diferencia de cualquier otro país del mundo, en el Vaticano nadie, absolutamente nadie, puede nacer siendo ciudadano vaticano. Ni aunque el parto suceda dentro de sus muros sagrados. Esta peculiaridad es mucho más que una anécdota: responde a un sistema jurídico y social diseñado expresamente para mantener la esencia y misión espiritual del Estado pontificio.

¿Por qué no hay «nacidos vaticanos»?

La respuesta es sencilla y sorprendente: la nacionalidad vaticana no se adquiere por nacimiento (ius soli), ni siquiera por descendencia (ius sanguinis). Se trata de una nacionalidad funcional, que solo se concede a personas con un vínculo directo con el funcionamiento y los servicios esenciales de la Santa Sede. Así, mientras en otros países basta con nacer en su territorio o ser hijo de ciudadanos para obtener la nacionalidad, en el Vaticano esto es imposible.

¿Y si alguien nace dentro del Vaticano?

Aunque parece improbable, dado que el Vaticano no tiene hospitales ni salas de parto, no está prohibido dar a luz dentro de sus fronteras. Pero si esto sucediera, el recién nacido no obtendría automáticamente la nacionalidad vaticana. En estos casos, lo habitual es que se le otorgue la nacionalidad italiana, como si hubiese nacido en Roma. Además, los hijos de ciudadanos vaticanos tampoco heredan esta condición. Así, incluso los descendientes directos de los pocos habitantes del Estado más pequeño del mundo nacen con otra nacionalidad.

El perfil del ciudadano vaticano

La población actual del Vaticano ronda las 500 personas. Sin embargo, solo una parte son ciudadanos oficialmente reconocidos. En 2023, apenas unos 246 tenían pasaporte vaticano; la mayoría eran:

Una vez que finalizan su misión o empleo en el Vaticano, estas personas pierden automáticamente la ciudadanía vaticana y recuperan únicamente su nacionalidad de origen, normalmente italiana o suiza.

Demografía singular: cifras y curiosidades

La demografía vaticana es tan peculiar como su sistema jurídico:

Un pasaporte efímero: cómo funciona la ciudadanía

El pasaporte vaticano refleja este carácter temporal:

Comparación internacional: un caso único en el mundo

Mientras que en países como España o Francia existen leyes claras sobre adquisición automática de nacionalidad por nacimiento o descendencia, el Vaticano opera bajo un sistema completamente distinto:

País Nacionalidad por nacimiento Nacionalidad funcional
España No
Italia No
Suiza No
Ciudad del Vaticano No

Esta exclusividad convierte al pasaporte vaticano en uno de los documentos más raros y difíciles de obtener.

Nacionalidades superpuestas

Casi todos los ciudadanos vaticanos conservan también su nacionalidad original (italiana o suiza principalmente). Así evitan quedar apátridas cuando dejan su puesto. La doble nacionalidad facilita los trámites diplomáticos y mantiene siempre un vínculo legal con algún Estado soberano.

Implicaciones sociales y religiosas

Esta forma de gestionar la ciudadanía responde a una filosofía propia: el Vaticano no aspira a ser un país tradicional, sino una sede espiritual universal cuyo principal objetivo es servir a la Iglesia católica en todo el mundo. Por eso:

¿Puede cambiar este sistema?

Por ahora parece improbable. El modelo actual garantiza que solo quienes realmente trabajan para la misión espiritual del Vaticano puedan disfrutar —temporalmente— de sus derechos como ciudadanos. Esto mantiene intacta tanto su independencia como su neutralidad ante posibles presiones exteriores.

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