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Hoy, 5 de mayo de 2025, el nombre de Steven Witkoff resuena en los pasillos del poder mundial. Hasta hace poco, pocos fuera del sector inmobiliario neoyorquino conocían a este multimillonario judío nacido en el Bronx.
Hoy, tras su nombramiento por Donald Trump como enviado especial para Oriente Medio y negociador clave con Rusia, Irán y Hamás, Witkoff encarna el nuevo perfil del “amigo de confianza” convertido en diplomático improvisado.
Su historia personal es la de un ascenso meteórico. Fundador del Witkoff Group en 1997, construyó una fortuna estimada en 2.000 millones de dólares gracias a inversiones emblemáticas como el Woolworth Building o el Park Lane Hotel.
Pero su salto a la diplomacia no se debe a una trayectoria tradicional en política exterior, sino a una relación forjada durante casi cuatro décadas con Trump, desde que le invitó a un sándwich de jamón y queso cuando apenas se conocían.
La llegada de Witkoff al centro del tablero global no es casualidad. Forma parte del círculo íntimo del presidente estadounidense, ese grupo reducido de amigos y asesores —llamados por algunos “el lobby de Mar-a-Lago”— donde las relaciones personales pesan más que los currículos diplomáticos clásicos.
Junto a figuras como Marco Rubio y Scott Bessent, Witkoff integra ahora la troika que ejecuta la agenda internacional tras la caída del anterior asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz.
Esta dinámica refleja el estilo Trump: lealtad personal, confianza forjada entre campos de golf y donaciones millonarias al Partido Republicano. En el caso de Witkoff, su implicación ha ido más allá: donó más de dos millones de dólares a causas afines a Trump, participó en su empresa familiar World Liberty Financial y se ha dejado ver en numerosos eventos republicanos.
La diplomacia personalista: amigos, lealtades y negocios
- Steven Witkoff: Inmobiliario sin experiencia diplomática previa, hoy encargado directo de pactar treguas e intercambios con Hamás, dialogar con Irán sobre su programa nuclear y negociar con Rusia sobre Ucrania.
- Marco Rubio: Senador clave que marca agenda geopolítica junto a Witkoff.
- Scott Bessent: Estratega financiero que asesora sobre economía internacional.
- Otros aliados cercanos como JD Vance —vicepresidente— quedan relegados ante la nueva estructura.
Primeros pasos: acuerdos difíciles y críticas abiertas
Witkoff asumió oficialmente su cargo tras la reelección de Trump en enero de 2025. Su bautismo fue inmediato: mediar entre Israel y Hamás para lograr un alto el fuego e intercambio masivo de rehenes por prisioneros palestinos. Su estilo directo generó recelos en Jerusalén —donde desconfían de sus gestos hacia Hamás y Qatar— pero fue clave para arrancar una tregua inicial. Sin embargo, un plan posterior basado en sus propuestas fue rechazado por Hamás, mostrando los límites del enfoque outsider.
El nuevo enviado tampoco tardó en ampliar su radio de acción: viajó personalmente a Moscú para reunirse con Vladímir Putin —un encuentro calificado como “productivo”— y lidera las conversaciones estadounidenses con Irán sobre el futuro nuclear del país persa. En menos de cuatro meses, ha pilotado reuniones secretas en Arabia Saudí sobre Ucrania e incluso ha sido responsable directo del retorno seguro del rehén estadounidense Fogel desde Gaza.
El factor Witkoff: ventajas e incertidumbres
La designación de Witkoff ha generado opiniones encontradas. Por un lado, su falta total de experiencia diplomática tradicional ha alarmado a sectores tanto dentro como fuera del gobierno estadounidense. Por otro lado, su proximidad personal a Trump le otorga margen para actuar rápido y sin las trabas burocráticas habituales. Su capacidad para cerrar acuerdos difíciles se basa menos en protocolos que en intuición y presión directa.
En Irán, su rol es visto con pragmatismo; medios reformistas destacan “señales constructivas”, mientras sectores conservadores subrayan la dureza estadounidense pero reconocen que la vía abierta podría aliviar sanciones si fructifica el diálogo nuclear. La prensa israelí se muestra más escéptica ante su apertura hacia Qatar o Hamás.
La agenda inmediata
- Negociación directa para prolongar la tregua entre Israel y Hamás e intentar liberar los últimos rehenes estadounidenses.
- Liderar las rondas críticas con Irán (en Omán o Roma) sobre el futuro nuclear.
- Mantener abierto un canal permanente con Moscú para intentar acercar posiciones entre Ucrania y Rusia.
¿Hacia dónde evoluciona esta diplomacia?
El modelo Witkoff responde al momento político actual: Estados Unidos busca resultados rápidos ante crisis simultáneas (Gaza, Ucrania, Irán), mientras Trump privilegia la gestión directa por encima del aparato tradicional. Esta apuesta comporta riesgos evidentes: falta de experiencia técnica frente a negociadores curtidos —como los iraníes— o posibles conflictos internos dentro del propio gabinete.
Sin embargo, la presencia constante del “amigo” multimillonario junto al presidente transmite una señal clara: Washington hoy gestiona las relaciones internacionales como si fueran una extensión del círculo privado presidencial. El “club” de los amigos íntimos ya no solo opina sobre política exterior; ahora negocia directamente con actores tan complejos como Putin o los ayatolás iraníes.
La evolución futura dependerá tanto del aguante personalista de esta fórmula como del éxito real en convertir acuerdos puntuales (como el canje inicial con Hamás) en soluciones duraderas para conflictos estructurales. Por ahora, Steven Witkoff es el símbolo más visible —y polémico— de este experimento diplomático sin precedentes.
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