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Hoy, 13 de mayo de 2025, el tablero internacional vuelve a mirar hacia Donald Trump.
El presidente estadounidense ha conseguido un acuerdo comercial con China que rebaja sensiblemente los aranceles mutuos tras meses de guerra comercial y volatilidad en los mercados.
Para Trump, esta tregua no es solo un respiro para la economía global, sino una victoria política clave en un momento en el que su liderazgo y capacidad negociadora estaban bajo escrutinio.
La noticia llega tras semanas de negociaciones tensas en Ginebra, donde ambas potencias han cedido posiciones para evitar una recesión global.
El pacto establece que Estados Unidos reducirá del 145% al 30% los aranceles sobre productos chinos, mientras que China hará lo propio, bajando del 125% al 10% los gravámenes aplicados a productos estadounidenses.
El acuerdo tiene una vigencia inicial de 90 días, tiempo durante el cual seguirán las negociaciones técnicas sobre otros obstáculos al comercio.
La situación previa: una escalada sin precedentes
La relación entre Washington y Pekín llevaba meses deteriorándose por una sucesión de aranceles y represalias. Desde el llamado “Día de la Liberación”, cuando Trump impuso la primera andanada tarifaria a China el pasado abril, ambos gobiernos se han visto envueltos en una espiral que ha afectado a empresas, inversores y consumidores a nivel mundial. Los mercados financieros temblaron ante la incertidumbre y las advertencias sobre una posible recesión global crecieron.
Trump ha defendido siempre su estrategia agresiva como un medio para obligar a China a abrir sus mercados y combatir prácticas comerciales desleales. Sin embargo, las presiones internas –desde empresarios hasta parte del propio Partido Republicano– y el impacto sobre la deuda pública estadounidense forzaron un cambio de rumbo.
El acuerdo: cifras y detalles
El pacto alcanzado este fin de semana no supone el fin del conflicto, pero sí un alto el fuego temporal que ambas partes han celebrado como un avance.
- Estados Unidos baja sus aranceles del 145% al 30% sobre productos chinos.
- China reduce del 125% al 10% los impuestos a importaciones estadounidenses.
- Se mantienen aranceles específicos del 25% para automóviles, aluminio y acero.
- Washington se reserva la opción de nuevos gravámenes sobre la industria farmacéutica, vinculados al tráfico ilícito de fentanilo.
- Ambos gobiernos establecen un mecanismo para dar seguimiento al diálogo económico y comercial.
El impacto inmediato ha sido positivo: bolsas en Europa, EE.UU. y China reaccionaron con subidas al conocerse la noticia. Aunque algunos analistas consideran que es solo una tregua provisional, la distensión trae alivio tras meses de tensión máxima.
Trump como negociador: diez virtudes que explican su éxito
La figura de Donald Trump como líder y negociador ha generado debate tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Estos son diez rasgos clave que han marcado su gestión en este pulso comercial:
- Audacia: No teme tomar decisiones arriesgadas ni desafiar consensos previos.
- Resistencia bajo presión: Ha soportado críticas internas e internacionales manteniendo su hoja de ruta.
- Capacidad para marcar la agenda: Ha logrado situar sus prioridades en el centro del debate global.
- Flexibilidad táctica: Aunque parte de posiciones duras, sabe cuándo ceder o buscar acuerdos temporales.
- Habilidad comunicativa: Domina los tiempos mediáticos y sabe vender sus logros ante la opinión pública.
- Persistencia: No abandona fácilmente sus objetivos estratégicos, incluso frente a reveses iniciales.
- Capacidad para identificar puntos débiles del adversario: Ha presionado a China en sectores clave como tecnología o fentanilo.
- Control del relato: Sabe atribuirse victorias políticas incluso cuando hace concesiones sustanciales.
- Uso estratégico del miedo económico: Ha utilizado la amenaza de recesión para acelerar pactos.
- Pragmatismo: Prioriza resultados tangibles antes que posturas ideológicas inamovibles.
Estos elementos explican cómo Trump ha conseguido transformar un escenario adverso en un triunfo político que refuerza su imagen ante votantes e inversores.
Repercusiones económicas y geopolíticas
Aunque el acuerdo es provisional y deja abiertos muchos frentes –como la disputa tecnológica o las tensiones por el fentanilo–, supone un balón de oxígeno para la economía global. Empresas multinacionales ganan margen para planificar inversiones y se reduce temporalmente el riesgo de una recesión.
Sin embargo, expertos advierten que la economía mundial no regresará al statu quo anterior a Trump. Los aranceles siguen altos respecto a niveles previos y persiste la amenaza de nuevas escaladas si las conversaciones fracasan en estos tres meses críticos.
La dinámica ha cambiado: ambas potencias han comprobado sus límites y fortalezas reales. “Lo mejor que surge de este acuerdo es que ambas partes tienen ahora un sentido más fuerte de cuál es la realidad”, resume Taisu Zhang, profesor en Yale citado por varios medios internacionales.
El futuro dependerá del éxito o fracaso en estas próximas rondas técnicas. Si logran avances duraderos, podría abrirse una etapa más estable; si no, volverán las tensiones arancelarias y el riesgo económico.
Hoy, Trump puede presentar este resultado como un éxito personal y político. Su capacidad negociadora queda reforzada ante su electorado e interlocutores internacionales. Pero nadie olvida que esta tregua es frágil: el mundo contiene la respiración mientras ambos gigantes vuelven a sentarse a negociar bajo la atenta mirada de los mercados.
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