Periodistadigital América Home
3 segundos 3 segundos
Coronavirus Coronavirus La segunda dosis La segunda dosis Noticias Blogs Videos Temas Personajes Organismos Lugares Autores hemeroteca Enlaces Medios Más servicios Aviso legal Política de Privacidad Política de cookies
-

La huella de EE UU en la primera república africana

Liberia, el país que EEUU creó en África, para mandar allí a los esclavos negros liberados en Norteamérica

Los americo-liberianos formaron una élite que monopolizó poder político y económico, mientras que las comunidades autóctonas quedaron excluidas del acceso a derechos básicos hasta bien entrado el siglo XX

Mario Lima 13 Jul 2025 - 07:36 CET
Archivado en:

Más información

Trump presiona a Nigeria y a otros países africanos para que acojan a venezolanos deportados de EEUU

Es un experimento que estremece.

Nacido, aparentemente de la buena voluntad, pero que salió fatal y dice muy poco de la naturaleza humana.

Pocos países en el mundo tienen un origen tan singular y tan marcado por las tensiones raciales y geopolíticas de su tiempo como Liberia.

El país africano nació en 1822 fruto de una idea promovida en Estados Unidos: crear un territorio en África donde reasentar a la población negra libre o recién emancipada del país norteamericano.

En el contexto actual, con líderes como Donald Trump realizando declaraciones llamativas sobre África y con la propia Liberia buscando un lugar propio en el escenario internacional, su historia ofrece claves para entender tanto el pasado colonial como los retos del continente.

A comienzos del siglo XIX, la cuestión de qué hacer con los afroamericanos libres generaba debates intensos en EE UU.

Surgió entonces la Sociedad Estadounidense de Colonización (ACS), apoyada tanto por abolicionistas como por esclavistas.

Para unos, era una oportunidad de dar libertad real a los negros emancipados; para otros, una forma de evitar su integración plena en la sociedad estadounidense.

El resultado fue el envío, desde 1822, de grupos crecientes de afroamericanos hacia la costa occidental africana, donde fundaron asentamientos que darían lugar a Liberia.

Estos colonos, conocidos como americo-liberianos, establecieron rápidamente instituciones calcadas del modelo estadounidense: gobierno presidencialista, bandera similar (con franjas rojas y blancas y una estrella blanca sobre fondo azul), idioma oficial inglés y hasta el nombre de la capital, Monrovia, en honor al presidente James Monroe.

El respaldo financiero vino de círculos religiosos y filantrópicos estadounidenses; la intención era tanto filantrópica como política: evitar tensiones raciales internas y proyectar influencia más allá del Atlántico.

 

Independencia temprana y exclusión interna

En 1847, Liberia declaró su independencia—primera república moderna del África negra—rompiendo formalmente lazos con la ACS y afirmando su soberanía mucho antes que las futuras colonias europeas hicieran lo propio. Sin embargo, esta independencia no supuso una integración real entre los recién llegados y los pueblos indígenas. Los americo-liberianos formaron una élite que monopolizó poder político y económico, mientras que las comunidades autóctonas quedaron excluidas del acceso a derechos básicos hasta bien entrado el siglo XX.

El legado de exclusión y los retos del siglo XX

La marginación interna tuvo consecuencias profundas. La llegada en 1926 de Firestone y su gigantesca plantación de caucho cambió la economía pero mantuvo el control en manos extranjeras o elites americo-liberianas. Durante la Segunda Guerra Mundial, Liberia sirvió de base estratégica para Estados Unidos a cambio de inversiones e infraestructuras.

Sin embargo, el modelo excluyente explotó en 1980 con el golpe militar liderado por Samuel Doe. Se abrió entonces un periodo de inestabilidad marcado por dos guerras civiles (1989-1997 y 1999-2003), más de 200.000 muertos y más de un millón de desplazados. El país solo recuperó cierta estabilidad tras la elección democrática de Ellen Johnson-Sirleaf en 2005, primera mujer jefa de Estado elegida democráticamente en África.

Resonancias actuales: identidad nacional y miradas externas

El pasado sigue pesando. Hoy Liberia sigue teniendo el inglés como idioma oficial—razón por la cual recientes palabras del expresidente Donald Trump resultaron especialmente llamativas. En un reciente encuentro con líderes africanos (Gabón, Guinea-Bissau, Mauritania, Senegal y Liberia), Trump felicitó al presidente liberiano Joseph Boakai por “su buen inglés”, ignorando que es el idioma oficial del país desde hace dos siglos. Este tipo de comentarios reflejan tanto desconocimiento histórico como persistentes estereotipos sobre África.

¿Un modelo exportable o una anomalía?

La experiencia liberiana es única: fue una colonia creada no por intereses estrictamente económicos sino sociales—resolver “el problema negro” para ciertos sectores blancos estadounidenses—y luego evolucionó hacia un Estado independiente mucho antes que el resto del continente. Su historia cuestiona visiones simples sobre colonialismo e independencia:

La respuesta parece estar a medio camino. Por un lado, Liberia escapó al reparto colonial europeo; por otro, su estructura social replicó exclusiones muy similares a las sufridas en Norteamérica.

Presente incierto pero resiliente

En la actualidad, Liberia busca superar décadas de conflicto y mirar hacia delante. Su economía depende todavía del caucho y algunos recursos naturales; sus instituciones políticas han sobrevivido a guerras civiles pero requieren reformas profundas. El peso histórico sigue ahí: desde los nombres hasta la estructura política o las relaciones exteriores.

El ejemplo liberiano recuerda que la historia pesa, pero también que las naciones pueden reinventarse. En este proceso no solo se juegan su futuro propio sino también el significado mismo de independencia e identidad nacional en África.

Más en África

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

CONTRIBUYE

Mobile Version Powered by