Más información
Violaciones sistemáticas amenazan la estructura del Estado y advierten de una inminente explosión étnica
En su tercer año, el conflicto en Sudán ha dejado de ser solo una lucha armada por el poder y se ha transformado en algo mucho más complejo: un escenario de discriminación racial sistemática y castigo colectivo contra comunidades marginadas, lo cual podría constituir el primer modelo moderno de apartheid en el continente africano desde el fin del régimen sudafricano.
Desde que el ejército sudanés retomó el control de Jartum, Omdurmán y la ciudad de Wad Madani (capital del estado de Al-Yazira) en enero de 2025, ha comenzado una ola de violaciones documentadas de carácter racial y discriminatorio contra civiles, enfocándose principalmente en desplazados de Darfur, Kordofán y Nilo Azul, regiones históricamente marginadas.
La persecución étnica bajo el pretexto de la «lucha contra la rebelión»
Informes de organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y las oficinas de Naciones Unidas en Sudán, apuntan a un patrón repetitivo de abusos en las zonas controladas por el ejército: ejecuciones sumarias, demoliciones forzadas y arrestos basados en identidad étnica, no en pruebas penales.
En Wad Madani, por ejemplo, Amnistía Internacional documentó la ejecución sin juicio de decenas de civiles pertenecientes a las tribus Fur y Zaghawa, acusados sin pruebas de apoyar a las Fuerzas de Apoyo Rápido. En Al-Yazira, las autoridades iniciaron en junio una campaña de demolición de hogares y tiendas en barrios habitados por desplazados de ciertas etnias, a pesar de que su estatus legal no difería de otras zonas no afectadas, lo que indica motivos étnicos y selectivos.
Los «pobladores originarios» como excusa para excluir
Lo más alarmante es la normalización del discurso de incitación racial. Grupos locales autodenominados “pobladores originarios”, mayoritariamente de origen árabe, han lanzado campañas para expulsar a desplazados, acusándolos de “alterar la composición demográfica” o “colaborar con el enemigo”. Estos discursos no solo no han sido condenados por las autoridades, sino que incluso se han respaldado mediante decisiones administrativas como desalojos bajo la justificación legal de “organización del suelo”, cuyo verdadero objetivo es restaurar el “equilibrio demográfico”.
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), solo en junio más de 46.000 personas fueron desplazadas en Al-Yazira debido a estas demoliciones. Médicos Sin Fronteras describe la situación en Jartum y Al-Yazira como “catastrófica”, con enormes dificultades para entregar ayuda humanitaria.
Fisuras en las alianzas militares y señales de ruptura
Estas violaciones han generado reacciones incluso dentro del bloque militar en el poder. Componentes no árabes aliados al ejército —como los Fur, Zaghawa y Masalit— han comenzado a expresar su rechazo por el creciente nivel de exclusión, pese a su rol militar clave. Un informe de la agencia Anadolu (10 de febrero de 2025) reportó la retirada de combatientes de algunas facciones armadas en protesta por los ataques contra sus comunidades. Líderes tribales de Darfur advirtieron que la persistencia de la discriminación en el reparto de poder y recursos puede llevar al colapso del actual pacto militar-político.
¿Hacia un apartheid? Aumentan las alertas internacionales
La Comisión Africana de Derechos Humanos advirtió en enero de 2025 que Sudán avanza “a pasos firmes hacia un sistema real de apartheid”, señalando una discriminación evidente en vivienda, protección y acceso a ayuda humanitaria.
Por su parte, Human Rights Watch afirmó en su informe anual que la situación viola el artículo 7 del Estatuto de Roma, que considera la persecución racial y el desplazamiento forzado como crímenes de lesa humanidad.
El portavoz del Servicio Europeo de Acción Exterior, Peter Stano, expresó el 20 de enero de 2025 la profunda preocupación de la Unión Europea y pidió una comisión internacional de investigación independiente, así como la rendición de cuentas ante la Corte Penal Internacional.
Consecuencias regionales e internacionales
El bloque militar gobernante enfrenta crecientes fracturas internas debido al descontento étnico y la pérdida de confianza. Si no se detiene esta tendencia, Sudán podría convertirse en un modelo replicado en otros conflictos africanos, reeditando el horror del apartheid bajo un nuevo nombre. Según la ONU, Sudán atraviesa la peor crisis humanitaria del mundo, con más de 14 millones de desplazados internos, regiones al borde de la hambruna y un colapso total en los sectores de salud y educación.
Conclusión
Sudán se encuentra al borde de un abismo político y moral. Mientras el Estado falla en proteger a su población, la discriminación racial se convierte en una política de facto, empujando al país hacia un preocupante modelo de segregación social y política. Si la comunidad internacional —en especial la Unión Europea— no actúa con urgencia y determinación, podríamos estar ante el surgimiento del primer sistema de apartheid del siglo XXI, esta vez disfrazado bajo leyes y planes urbanísticos.
Más en África
CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL
QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE
Buscamos personas comprometidas que nos apoyen
CONTRIBUYE
Home