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Rubia en fase delirante

José Muñoz Clares 08 Jul 2023 - 17:57 CET
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El primero de sus delirios es que sale a ganar las elecciones, si bien parece que espera que las gane el perro y que a ella la pille subida al carro para no verse descabalgada de la pasta como la pobre marquesa, que en paz descanse. La idea de que puede ganar las elecciones choca frontalmente con la casi unanimidad -si no fuera por el astrólogo Tezanos- de las encuestas profesionales que se llevan hechas desde la exótica convocatoria/castigo que nos endilgó el citado para curarse el cabreo que le supuso comprobar que no sólo no lo quiere la gente sino que lo abuchean a la menor oportunidad y, en el colmo del desagradecimiento, no lo piensan votar, o eso es al menos lo que dice la sociología de barra de bar. Debe de ser que los votantes de la izquierda reaccionaria no van a los bares si no son bares de putas, cuya sociología no conozco. Subida a un carro perdedor y sin nadie que le trabaje el ego como le hacen al can, se ve abocada a jalearse a sí misma, un rasgo más de los problemas de conducta que aparenta padecer.

Sabe lo que se le viene encima y ha decidido generalizar una imposible «herencia universal» a repartir entre mayores de 18, si bien «diferida» (así eran los pagos en la época de Rajoy, o al menos eso decía Cospedal) hasta los 23; es de imaginar que durante ese lustro los beneficiarios serán sometidos a escrutinio por si procede desheredarlos por votar al espectro conservador o ser hijos de unos ricos podridos que no merecen ni los beneficios de la Seguridad Social: que se la paguen ellos. Es fácil entender que esta súbita prodigalidad de los salientes enmascara una burda compra de votos en plan estafa electoral como la que llevó al poder a la peor y menos fiable persona que ha ejercido mando en este país. No ganará, claro, y no habrá caso, pero sería de ver cómo desde el actual predicar se las ingeniaría para pasar al dar trigo en forma de euros sustraídos de los presupuestos generales del estado. En eso sí que parece de izquierdas esta ruina andante, dispuesta a subir el IRPF un cincuenta por ciento y gravar aún más a las grandes fortunas y al tejido empresarial hasta que se vayan todos a un paraíso fiscal a jugar a los dardos con un cartel electoral de aquí la moza, fijando el 10 en la prominente nariz que ocupa en la diana por lo menos desde el 10 hasta el 5 aunque todo valga, al final, 10 cuando se trata de acertarle en toda la jeta.

Viniendo como viene de Podemos (¿Recuerdan? Pobrecillos…) otro delirio consiste en acabar con el régimen del 78, exiliar al Rey y constituir una república en que ella y los suyos puedan hacer de las suyas en términos entre bolivarianos y tito Berni. Lo de los socialistas en estado sanchista no le gusta ni un pelo. Ella los prefiere comunistas en el espectro entre Breznef y Ceaucescu, una cosa que esté bien: casoplones, cochazos, escoltas y mucho Falcon para acudir a los aquelarres de la rojería, se hagan donde se hagan. ¿No se fue la difunta marquesa a Nueva York en ese plan con sus amiguitas?  Pues ella no piensa ser menos.

Abierta la cornucopia es cuestión de no parar y otra medida destinada a la compra del voto ingenuos consiste en ampliar los permisos de paternidad (que añada ella la maternidad si la paternidad no le parece suficiente) y las ayudas mensuales de 200 euros por hijo a las familias hasta alcanzar aquel momento, no tan lejanos, en que Francia se indignó por las subvenciones a familias argelinas en las que no trabajaba nadie porque papá estado les daba la pasta dado que eran las únicas familias numerosas que por entonces había en el país vecino. En España cada dos críos recién nacidos son hoy hijos de inmigrantes así que es cuestión de hacer cuentas. Y puesta a gastar, piensa gastarse el uno por ciento de la recaudación fiscal durante diez años en construir dos millones de pisos, ahí es ná, imagino que para dárselos a los jóvenes, que podrán igualmente cambiar de hipoteca de interés fijo a variable con una llamada telefónica al banco. Es, no lo duden, el milagro de la gestión telefónica aplicado a un país donde no se consigue ni pedir cita médica si no es asaltando un centro de salud. Con los bancos va a ser distinto porque lo dice esta iluminada, a quienes los dioses guarden muchos años alejada de cualquier puesto que lleve consigo el uso de dinero público. 

Sigamos con el teléfono, la varita mágica de la mendruga de que hablamos. Esta vez me toca directamente: «un nuevo servicio de atención telefónica para hombres en crisis, buscando alternativas no violentas, derivando a servicios que trabajen otras formas de masculinidades, fomenten el cuidado y la empatía, para que puedan recibir el apoyo profesional necesario». Me voy a apuntar, claro, sobre todo por ver si me quito de encima esta forma de masculinidad tan demodée que me tiene poseído. Si a lo anterior le añaden que tras varios síes y noes nos ha perdonado la vida a los españoles abandonando la idea de promover un referéndum para que los pueblerinos catalanes indepes decidan si se van con la pasta que nos deben o se quedan a seguir chupando como marranicos de la teta gorda, tal como hacen los de Otegui y los meapilas del PNV.

No sabemos qué bebe y qué fuma esta Yolanda para vivir en ese delirio permanente derivado de sus ancestrales ideas de un Estado «madre» y comunista que reparte los impuestos de todos entre los pocos votantes que le quedan. Tal propensión puede que la incapacite, en el sentido legal del término, para cargos de responsabilidad. El día 23-J sabremos en qué queda la cosa, pero ganar, ni ella ni tres como ella juntas le gana estas elecciones a un país harto de majaderos y majaderas, rubias, morenas y hasta pelirrojas como la Verstringe. 

 

José Muñoz Clares

José Muñoz Clares, Doctor en Derecho y profesor (PCD) de Derecho penal en la Universidad pública de Murcia (UMU). Natural de Yecla (Murcia), 18 de noviembre de 1954, ha desarrollado toda su trayectoria profesional (abogado, profesor, periodista) en Murcia. Ha publicado asiduamente desde mediados de los 80 en la revista universitaria Campus (UMU), Diario16 Murcia, […]

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