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Son malísimos tiempos para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al que cada escándalo mayor sucede a uno anterior. Pero algo huele fatal, y es que da la sensación que de todo se van librando disparando hacia fuera.
Este 27 de mayo Isabel San Sebastián, una de las voces más incisivas del periodismo político en nuestro país, titula su columna Todos somos Biedma, Peinado y la UCO en el diario ABC. Ya saben, en relación a los últimos audios vergonzosos no solo para el socialista sino para todo demócrata.
La autora explica:
«Sánchez ha dado orden de cerrar filas, de blindar con todos los recursos del Estado a su entorno más cercano, y nadie dentro del aparato gubernamental se atreve siquiera a cuestionar esa directriz.»
Este arranque marca el tono del resto del artículo, donde Isabel San Sebastián desgrana cómo se han ido tejiendo redes de protección alrededor de los investigados, describiendo una atmósfera opaca en la que la presión sobre jueces y policías sería constante. La periodista no escatima en adjetivos para calificar lo que considera un uso partidista de los resortes institucionales:
«La presión sobre los investigadores es tan palpable que ni siquiera disimulan ya su propósito: salvar como sea a Begoña y a David, aunque para ello tengan que sacrificar principios básicos del Estado de derecho.»
A lo largo del texto, San Sebastián subraya el papel fundamental que desempeñan algunos medios de comunicación en este proceso. Según relata, hay una suerte de pacto tácito entre ciertos grupos mediáticos y el poder ejecutivo para minimizar las informaciones negativas o directamente silenciar todo aquello que pueda perjudicar al entorno presidencial:
«No es casualidad que determinadas informaciones apenas hayan tenido eco fuera de unos pocos medios independientes. La maquinaria propagandística ha funcionado desde el primer minuto para sofocar cualquier atisbo de escándalo.»
Este diagnóstico se acompaña también de una crítica feroz hacia la oposición política, a la que acusa de tibieza o incapacidad para articular una respuesta efectiva frente a lo que describe como un cerrojo informativo e institucional:
«La oposición sigue instalada en el desconcierto, incapaz de romper el muro de silencio levantado por quienes controlan los hilos del relato público.»
En su cierre, la periodista apela directamente al sentido crítico y a la responsabilidad democrática colectiva, insistiendo en que la vigilancia ciudadana resulta hoy más imprescindible que nunca ante lo que considera «una deriva preocupante»:
«Si permitimos que el poder convierta la protección personalista en norma, estaremos renunciando como sociedad a exigir cuentas a quienes nos gobiernan.»
La columna —publicada hoy en ABC— resuena especialmente por su claridad expositiva y por no esquivar ninguno de los aspectos más delicados del momento político. En ella confluyen denuncias sobre manipulación mediática, presiones institucionales y crisis democrática; cuestiones todas ellas centrales para comprender el clima actual y los desafíos inmediatos para la transparencia política en España.
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