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La tarde del 20 de julio de 2025 en Alcalá de Henares se presentaba calurosa, tanto por la temperatura como por el ambiente político. Un grupo de ultraderecha, encabezado por Pablo Lucini —líder juvenil de Democracia Nacional—, convocó una protesta para exigir el cierre del centro de atención a migrantes de la ciudad.
El acto tuvo un enfrentamiento con una reportera de TVE, del programa ‘Malas Lenguas’, a la que se llegó a llamar «feladora mediática» por tragarse sin rechistar los postulados del sanchismo.
La concentración fue liderada por Pablo Lucini, quien no dudó en cargar contra»“la política migratoria de Pedro Sánchez», responsabilizándola incluso de episodios violentos recientes. Lucini recurrió al argumentario clásico ultra: denunció un supuesto «reemplazo étnico». advirtió que «los españoles nos llegaremos a sentir extranjeros en nuestra propia tierra» y defendió que España está «a punto de estallar» si no se frena la llegada de inmigrantes.
El evento reunió a colectivos procedentes mayoritariamente de fuera de la ciudad complutense, pero no hubo incidentes como sí los que acontecieron en Torre Pacheco.
La presencia mediática, especialmente la cobertura realizada por equipos de TVE, fue objeto constante de crítica-
La reportera agredida es conocida colaboradora del entorno mediático próximo a Jesús Cintora, periodista que, tras su salida del magazine ‘Las cosas claras’, sigue en el ojo del huracán.
Inmigración, manipulación y polarización: ¿dónde queda el debate?
El trasfondo del episodio es el debate sobre inmigración, convertido en arma arrojadiza. Mientras colectivos como Democracia Nacional insisten en vincular inseguridad ciudadana e inmigración, los datos contrastados muestran realidades mucho más complejas. Sin embargo, la retórica del miedo cala especialmente bien cuando va acompañada de escraches públicos a periodistas o intentos sistemáticos por silenciar voces críticas.
El caso recuerda al episodio vivido hace años en Torre Pacheco, donde disturbios alimentados por discursos radicales desencadenaron episodios violentos entre vecinos autóctonos e inmigrantes. En Alcalá, aunque la protesta ultra resultó un “pinchazo” en términos de movilización vecinal, colectivos antirracistas advierten sobre el riesgo real de que este tipo de discurso vaya ganando terreno si no se le planta cara desde las instituciones y los medios.
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