Ni siquiera el Rey, siempre cuidadoso al expresar públicamente sus opiniones, disimuló su malestar por los pitidos y abucheos que salpicaron ayer el desfile de la Fiesta Nacional. Sobre todo porque los gritos de «¡Zapatero dimisión!» arreciaron en uno de los momentos más emotivos y solemnes del día: cuando don Juan Carlos, acompañado por familiares de los militares y guardias civiles fallecidos en acto de servicio en el último año, depositaba una corona de laurel en homenaje a los caídos …
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