Con un parche en el ojo derecho, un apósito en la barbilla, el cuerpo lleno de golpes y el gesto serio, sentado en una silla de plástico y rodeado de todo su equipo de mecánicos, Marc Márquez siguió desde su garaje la carrera de Moto2. «Esto no se ha acabado», había dicho por la mañana, cuando anunció que, muy a su pesar, debería perderse la prueba, en la que se jugaba el título con Stefan Bradl, por las consecuencias de la caída del viernes …
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