Va a acabar haciendo excelente al peor presidente que haya pasado por la Mesa del Congreso, entre ellos los ínclitos Félix Pons, Gregorio Peces Barba o el peculiar José Bono. La socialista Meritxell Batet apenas llevas 48 horas en el cargo y ya tiene a sus espaldas la pesada losa de no actuar contundentemente contra los políticos golpistas y el patio de colegio en la que podemitas, nacionalistas y separatistas han convertido en el hemiciclo –¿Qué se podía esperar de la mediocre Batet que ya fue multada tres veces por compadrear con los golpistas?-.
Editoriales y tribunas de opinión de la prensa de papel de este 23 de mayo de 2019 van en la línea de criticar a la presidenta de la Cámara Baja su dejadez y sobre todo el escarnio al que ha sometido a la institución retrasando lo que es una evidencia, que los diputados encarcelados deben estar suspendidos sin necesidad de evacuar consultas al Tribunal Supremo –Episodios nacionales: el ‘circo’ indepe ya está en el Congreso y Batet corta a Rivera por protestar por el juramento no valido de los golpistas–.
El editorial de ABC acusa a Meritxell Batet, la nueva presidenta del Congreso de los Diputados, de retrasar la decisión sobre suspender a los políticos golpistas y, por ende encarcelados, para no llevarse un palo electoral en las elecciones del 26 de mayo de 2019 –TVE cita a los golpistas como «presos políticos» y Ana Pastor les agasaja con un desayuno-:
El fondo de la cuestión no se basa por tanto en una cuestión de competencias para la resolución de posibles lagunas jurídicas, sino en el más puro interés electoralista: con los colegios electorales abiertos el domingo y para no perder alcaldías en Cataluña, ni a Batet ni al PSC les interesa aparecer en plena campaña como los causantes de un perjuicio a los diputados-reclusos. Además, ya es conocido que es un partido favorable al derecho de autodeterminación.
Isabel San Sebastián define a la perfección la actitud silente de Batet ante los independentistas –Batet nos dará días de gloria-:
La presidenta de la Cámara, o sea, la que se supone debería representarnos a todos, impondrá silencio a quienes traten de alzar la voz para denunciar los excesos de los sediciosos, tal como hizo al cortar el micrófono a Rivera, mostrando al tiempo una tolerancia infinita a sus insultos. ¿O acaso no es un insulto hablar de «presos políticos» en un Estado de Derecho impecable, como es España? El silencio ominoso de Batet ante esa injuria no encuentra amparo en ninguna sentencia del Constitucional. Esa callada por respuesta la retrata a ella como cómplice necesaria del escarnio y deja al descubierto el mandato que ha recibido de su jefe de filas: tragar lo que sea menester con tal de no indisponer a la rufianesca izquierda republicana.
Ignacio Camacho no duda de que Batet sabe que está incumpliendo la ley a sabiendas y por eso está, junto con su jefe, Pedro Sánchez, mareando la perdiz –El jarabe democrático de Rafa Hernando y los de VOX a los golpistas tiene a los ‘indepes’ lloriqueando por las televisiones-:
Batet -ay, cómo pesan ciertos apellidos en según qué momentos- sabe que la decisión está bajo su responsabilidad, o la de la Mesa, y sólo trata de ganar tiempo hasta que los comicios estén resueltos. Luego puede prolongar el papeleo: informe de los letrados, junta de portavoces y trámites diversos, pero antes o después le tocará dictaminar sobre los congresistas presos. Lo magistrados no le harán el favor de sacarla del aprieto. Suspenso en su primer examen serio. Con todo, incluso cuando el obstáculo electoral esté despejado, el PSOE tendrá que enfrentarse a un pronunciamiento ingrato: aceptar la inevitabilidad de suspender a los encausados o desafiar a la oposición y a la opinión pública interpretando la norma del modo más laxo y permitiéndoles incluso votar en la sesión de investidura por método telemático. Esto último constituiría un monumental escándalo, tan grave que acaso ni siquiera Sánchez esté dispuesto a afrontarlo. Pero ahora lo único que le importa es sacudirse el engorroso expediente durante un rato. Para apaciguar a los independentistas, incluso para indultarlos -¿alguien lo duda después de lo del martes?-, tiene por delante todo el mandato.
El editorial de La Razón es claro y contundente a la hora de acusar a la presidenta del Congreso de obstaculizar el normal desarrollo de los acontecimientos respecto a lo que debe de aplicarse a los diputados golpistas –El colmo del esperpento es cuando el mayor bufón del Congreso lloriquea porque los de VOX aporrearon para silenciar a los golpistas-:
Batet está obstaculizando una medida que no quiere aprobar hasta después de las elecciones del 26-M por si tiene algún efecto negativo para el PSOE. Dilatar este procedimiento argumentando que «la función jurisdiccional pertenece en exclusiva al poder judicial» es añadir más confusión, ya que no ha aclarado si hoy, que es cuando se reúne la Mesa del Congreso, pedirá un informe a los letrados de la Cámara sobre cómo actuar y si debe esperar a la respuesta del Supremo. Batet está dando muestras de que no quiere tener la responsabilidad sobre una suspensión que es de oficio.
Cristina López Schlichting tampoco duda de lo que va esta legislatura con Batet a los mandos del Congreso de los Diputados:
Desde ahora, todo serán exquisiteces con los secesionistas. La primera, evitarles ir a las elecciones del próximo domingo con el baldón de que los juzgados por el 1-O hayan sido suspendidos de su cargo. La maniobra de Meritxell Batet para protegerlos ha sido, primero, derivar al Supremo la decisión (cuando la disposición legal es taxativa y no requiere aclaración) y, segundo, que la Mesa del Congreso solicite un informe a los letrados de la Cámara que vuelva a ralentizar el proceso. No hagan aspavientos, señores, que es exactamente lo elegido en las urnas. Un Gobierno que cree en el llamado ‘derecho a decidir’ -como han dejado claro Iceta o Batet-, que define España como una realidad federal y plurinacional y que considera que «la Constitución no se puede imponer». En definitiva, un Ejecutivo que comparte la convicción podemita de que la transición está superada.
Rafael Moyano, en El Mundo, machaca a Meritxell Batet por sus erróneas decisiones durante la sesión de acatamiento de los diputados:
Batet ha empezado mal, incapaz de aplacar a un patio, un hemiciclo, bochornosamente revuelto al que solo le faltó jurar su cargo por Snoopy, como decían antes los pijos. Un buen John Bercow, el speaker del Parlamento británico, y su «order, order» hubieran hecho falta. Arguyó Batet que la fórmula del imperativo legal está avalada por el Constitucional. Prometer por la libertad de los presos políticos o por la república catalana, contraviniendo la Constitución que se está acatando, no es lo mismo que hacerlo por imperativo legal. Rematadamente peor su segunda decisión, la de posponer le previsible suspensión de los presos diputados. Ánimo, solo son dos días en el cargo. Hasta Trillo y Bono parecieron mejores cuando se fueron.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72
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