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El socialismo español ha vivido hoy un terremoto interno de proporciones históricas. Felipe González, referente indiscutible del PSOE durante más de dos décadas y símbolo del giro democrático en España, ha lanzado un órdago público y sin precedentes: no votará al partido que lideró si consolida la ley de amnistía impulsada por Pedro Sánchez. Y lo ha hecho con palabras gruesas, calificando la medida de “vergüenza” y “barrabasada” que, según él, supone pedir perdón a quienes atentaron contra el Estado de derecho.
Este posicionamiento de González, a fecha de 26 de junio de 2025, no solo sacude los cimientos del partido socialista, sino que abre una grieta generacional y política en el seno del progresismo español. La amnistía —la gran apuesta de Sánchez para mantener la mayoría parlamentaria— se convierte así en el principal campo de batalla entre las viejas y nuevas guardias del socialismo patrio.
El “no es no” de Felipe González: ruptura sin matices
Felipe González ha sido contundente: “Conmigo nunca contará nadie que haya participado en esto”. Así lo ha afirmado en una entrevista radiofónica en la que no ha dejado espacio para la ambigüedad. El expresidente considera que la ley de amnistía no es solo un error político, sino un atentado contra los principios fundacionales del PSOE y una claudicación ante quienes desafiaron el orden constitucional en Cataluña.
Para González, la cuestión es moral antes que táctica: “No es perdonarlos, es pedirles perdón. Es el Estado el que se somete”, ha sentenciado, subrayando que ni siquiera se plantea votar a otros partidos como el PP, a quienes acusa de carecer de proyecto nacional. Su rechazo es total hacia cualquier formación que haya apoyado la norma.
Las razones del enfado: socialismo versus sanchismo
La crítica del veterano líder socialista no se limita a la ley de amnistía. González ha aprovechado para denunciar lo que considera una deriva preocupante en el liderazgo de Pedro Sánchez. El expresidente ha puesto en duda incluso la limpieza interna del partido tras los recientes escándalos sobre presuntos amaños en las primarias socialistas de 2014, investigados por la Guardia Civil. «Si hacen eso en unas primarias del partido, ¿qué no harán en unas elecciones generales?», ha preguntado con ironía ácida.
Este escenario dibuja una crisis inédita dentro del PSOE:
- Desconfianza interna: El antiguo líder ya no reconoce su propio partido.
- Orfandad representativa: González asegura sentirse huérfano políticamente tras las decisiones estratégicas de Sánchez.
- Rechazo transversal: El exdirigente socialista deja claro que ni PSOE ni ningún otro partido afín a la amnistía contará con su voto.
Amnistía, línea roja histórica
La ley de amnistía ha sido aprobada tras meses de intensos debates parlamentarios y fuertes presiones desde los socios independentistas catalanes. Para Pedro Sánchez era cuestión de supervivencia política; para González, una cesión imperdonable. Califica la medida como una «autoamnistía» y un «escarnio democrático», advirtiendo que rompe el pacto social alcanzado durante la Transición y pone en peligro los equilibrios constitucionales.
El expresidente ha criticado también a los órganos institucionales implicados. Ha llegado a calificar la ponencia del Tribunal Constitucional sobre la ley como “batata” y “bazofia”, acusando al alto tribunal de actuar por intereses políticos y no jurídicos.
Posibles consecuencias para el PSOE (y para España)
La rebelión pública del histórico dirigente socialista abre un escenario inédito:
- División interna: El PSOE debe gestionar ahora una fractura visible entre sanchistas y felipistas.
- Deslegitimación simbólica: Que un expresidente reniegue públicamente del partido erosiona su imagen entre los votantes tradicionales.
- Oportunidad para terceros partidos: La “orfandad representativa” proclamada por González podría traducirse en abstención o voto blanco —o incluso alimentar opciones emergentes— entre antiguos votantes socialistas desencantados.
- Impacto institucional: Las críticas a la independencia judicial y al sistema electoral pueden sembrar dudas sobre la calidad democrática española si se mantienen como parte del debate público.
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