¡Qué esperpento! Nacho Abad alucina con la ‘okupa’ que denuncia que le han ‘okupado’ la casa

Es para miccionar y no echar gota.

En este caso el famoso adagio del cazador cazado se podía convertir en la ‘okupa’ ‘okupada’.

Lo maravilloso del asunto, por no decir esperpéntico, es que una mujer, Raquel Garrido, que durante más de una década lleva viviendo en una casa que no es la suya, ahora denuncia que tras regresar de unas vacaciones se ha encontrado con la sorpresa de que otra persona está ahora morando.

Para más surrealismo, la ‘okupa’ movió sus hilos y acabó metiendo la cabeza en televisión, ‘En Boca de Todos’ (Cuatro).

Contó que al regresar de unas vacaciones en la República Dominicana intentó recuperar el control del inmueble movilizando a los vecinos y contactando con la Guardia Civil, pero sin éxito.

La nueva ocupante, adujo, se negó a abandonar la vivienda y, al no haber ningún título de propiedad, Raquel carece de base legal para reclamar lo que durante años consideró su hogar.

La escena fue surrealista: una okupa acudiendo a las autoridades para denunciar que le han quitado ‘su’ casa, cuando ni siquiera ella tenía derecho legítimo sobre el inmueble.

Ante este escenario, un ojiplático Nacho Abad solo acertó a decir esto:

Raquel, a ver si lo entiendo, tú mejoras una vivienda para disfrutarla, pero la casa no es tuya, ¿no?

Datos clave para entender el contexto

Para comprender este fenómeno en España es útil tener presentes algunos datos:

• El problema de la ocupación ilegal afecta principalmente a inmuebles propiedad de bancos y promotoras.
• Las redes sociales amplifican el alcance de estos episodios y pueden contribuir involuntariamente a nuevos casos.
• La legislación actual dificulta tanto para propietarios como para terceros —incluidos otros okupas— recuperar viviendas ocupadas sin un procedimiento judicial largo.

El caso invita a pensar hasta qué punto el fenómeno ‘okupa’ puede generar situaciones paradójicas, donde quienes llevan años habitando un inmueble sin título alguno reclaman derechos frente a otros en su misma situación. La viralidad del caso no es casual: retrata con crudeza los límites legales, éticos y sociales del acceso irregular a la vivienda en España.

Mientras tanto, propietarios reales —bancos, promotoras o particulares— siguen siendo espectadores involuntarios de conflictos ajenos sobre sus inmuebles. Y las redes sociales se consolidan como un actor inesperado capaz tanto de visibilizar como de complicar aún más este tipo de situaciones.

En definitiva, historias como la de Raquel muestran hasta qué punto el debate sobre el acceso a la vivienda y los derechos asociados sigue abierto —y cada vez más complejo— en nuestra sociedad.