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Hay quien sostiene, y un claro ejemplo es el siempre polémico Federico Jiménez Losantos, que el socialista Pedro Sánchez podría estar tramando su propio “11M” y hasta recurrir a la violencia para eludir las urnas y las consecuencias penales de su corrupción.
En cualquier caso, el eco de un posible adelanto electoral se ha vuelto a colar en el debate político español.
Los pasillos del Congreso están llenos de rumores, mientras que las tertulias políticas no cesan en su inquietud ante la posibilidad de que Sánchez dé una sorpresa a todos al disolver el Parlamento y convoque elecciones generales para la primavera de 2026, alterando así el calendario previsto hasta 2027. Pero, ¿se trata realmente de una opción viable o es más bien un reflejo del nerviosismo que siente la oposición y las tensiones dentro del propio PSOE?
La estrategia oficial desde Moncloa es contundente: agotar la legislatura, presentar los Presupuestos Generales del Estado para 2026 y dejar claro que la estabilidad es posible, incluso en un escenario parlamentario tan fragmentado como el actual. Sánchez asegura que su compromiso es cumplir cuatro años de mandato y que las elecciones se celebrarán en 2027, tal como establece el calendario constitucional.
No obstante, en política, los compromisos son tan duraderos como lo es el tiempo que tarda un diputado en pulsar el botón equivocado durante una votación.
En los círculos socialistas, la confianza en que el amo del PSOE se mantenga hasta el final no es precisamente unánime.
Algunos observadores consideran que la convocatoria de las elecciones andaluzas en junio de 2026 podría ser una oportunidad interesante para sincronizar comicios y buscar un golpe de efecto que revitalice las opciones del PSOE.
Otros, más cautelosos, sugieren finales de 2026 o principios de 2027 como posibles plazos dependiendo de cómo vayan los sondeos y la situación interna del partido.
El factor Puigdemont: divorcio político en ciernes
Uno de los factores más influyentes en esta ecuación es la relación entre Sánchez y Carles Puigdemont. El expresidente catalán, clave para la investidura, ha comenzado un proceso de distanciamiento cada vez más evidente respecto al Gobierno central. Las últimas maniobras de Junts, forzando votaciones complicadas y mostrando su fuerza en el Congreso, indican que el tiempo para las concesiones podría estar llegando a su fin.
En el entorno de Puigdemont crece el escepticismo sobre la capacidad de Sánchez para cumplir con los compromisos adquiridos, especialmente en temas como financiación autonómica y agenda territorial. Ni los gestos simbólicos ni las visitas a Bruselas por parte de representantes socialistas parecen ser suficientes para mantener ese frágil equilibrio que hizo posible su investidura. Además, el descontento dentro de ERC —que califica como “decepcionantes” los avances— incrementa la presión sobre un Gobierno cada vez más inestable en términos parlamentarios.
La posibilidad de que Junts retire su apoyo en un momento crítico –como podría ser durante la votación de los Presupuestos– podría forzar un adelanto electoral no tanto por voluntad propia de Sánchez, sino por pura necesidad aritmética.
Presión opositora y clima preelectoral
Por si fuera poco, la oposición liderada por Alberto Núñez Feijóo no cesa en su esfuerzo por retratar al Gobierno como agotado y carente de proyecto. Feijóo promete una “limpieza total” de las “leyes sanchistas” mientras prepara a su partido para un escenario donde se anticipen elecciones. En este contexto, Vox y otros partidos intensifican su presión mediática y parlamentaria.
Simultáneamente, la crisis interna del PSOE se ha visto agravada por escándalos relacionados con corrupción como el ‘caso Koldo’ y el informe elaborado por la UCO sobre Santos Cerdán, lo cual contribuye a esa sensación creciente de que el barco podría hundirse antes del tiempo esperado. Incluso dentro del socialismo valenciano y andaluz comienzan a sonar voces —casi como un secreto a voces— que sugieren adelantar las generales aprovechando el impulso electoral que podrían dar las autonómicas.
El “11M” de Sánchez: teorías y advertencias
En medio de este ambiente tenso surgen voces que advierten sobre posibles movimientos oscuros.
El columnista Jiménez Losantos afirma que Sánchez podría estar tramando su propio “11M” —en referencia al atentado que cambió drásticamente el panorama electoral en 2004— con la intención de alterar abruptamente la tendencia social y evitar así un desenlace político desfavorable.
Según Losantos, el marido de Begoña estaría dispuesto a provocar un acto violento o un giro drástico que condicione la agenda política y le permita presentarse ante el electorado como salvador, evitando así caer en prisión o sufrir un desprestigio definitivo.
Aunque estas teorías pueden parecer propias del terreno especulativo, lo cierto es que el clima actual está cargado de polarización y desconfianza, alimentando todo tipo de sospechas entre la opinión pública; muchas veces amplificadas por medios críticos con el Gobierno.
Las fechas en juego: ¿cuándo podría haber elecciones?
- Julio de 2027: Es la fecha oficial según Moncloa para las próximas elecciones generales.
- Primavera-verano de 2026: Coincidiría con las elecciones andaluzas permitiendo al PSOE intentar frenar una fuga masiva de votos.
- Finales de 2026-principios de 2027: Una opción si se desea evitar un “superdomingo” electoral donde coincidan autonómicas, municipales y generales.
Celebrar simultáneamente autonómicas y generales podría beneficiar al PSOE en algunas comunidades autónomas; sin embargo también comporta riesgos significativos: cuestiones nacionales podrían eclipsar asuntos locales e influir negativamente si el ambiente resulta hostil para Sánchez.
Consecuencias de un adelanto: ¿golpe de timón o salto al vacío?
Si se produjera un adelanto electoral inesperado tendría implicaciones profundas:
- Desestabilización total tanto a nivel autonómico como municipal.
- Reconfiguración necesaria entre alianzas: partidos menores como Junts, ERC o Podemos tendrían que replantearse sus estrategias.
- Posible fragmentación del voto progresista, justo cuando Sumar atraviesa momentos difíciles.
- Oportunidades crecientes para PP y Vox quienes podrían aprovecharse del desgaste gubernamental y del cansancio del electorado socialista.
Sin embargo también podría actuar como una tabla salvadora para un Sánchez acorralado; buscando consolidar un nuevo mandato antes que su erosión política sea irreversible.
Curiosidades y datos del caso
- El Congreso está inmerso actualmente en una comisión sobre la DANA con más de 300 comparecientes; lo cual hace casi imposible cualquier declaración por parte de Sánchez antes del cierre legislativo.
- El presidente destaca orgulloso que su Gobierno ha ganado el 86% de las votaciones en este periodo parlamentario; aunque ese margen se va estrechando cada vez más.
- En los círculos socialistas valencianos y andaluces hay quien especula con que celebrar un “superdomingo” electoral sería mortal para los intereses socialistas; aunque no descartan que Sánchez pueda jugar su carta favorita: sorprendernos a todos.
- La ruptura entre Puigdemont y Sánchez es tan evidente ya que ni las misiones diplomáticas más audaces logran ocultarla.
- Recientemente, Sánchez bromeó sobre cómo insiste el PP pidiendo elecciones anticipadas: “Cuando convoquemos en 2027 seguirán haciéndolo; aunque quizás Feijóo ya no sea quien encabece esa oposición”.
En definitiva, tal como ocurre en esos culebrones clásicos españoles, cada nuevo capítulo puede traernos sorpresas inesperadas. Siempre hay espacio para giros imprevistos.
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