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El efecto dominó: del caso Koldo a la “fontanera” socialista

El ‘corrupto’ Sánchez condena al sumiso PSOE a una lenta e inexorable agonía

Mariano Rajoy certifica que vivimos como españoles la “etapa más desdichada” desde 1978

Mario Lima Actualizado: 14 Dic 2025 - 09:12 CET
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Va camino del abismo, pero se los llevará a todos por delante.

Y se lo merecen, porque han sido y son cómplices de todas sus fechorías, y eso incluye desde los ministros a los militantes de base.

En los pasillos del PSOE, ha calado una frase que ya nadie se atreve a negar en privado: si cae, nos cae a todos.

Lo que hace unos meses sonaba a exageración, es ya un axioma indiscutible.

No hay que ser Nostradamus para vaticinar lo que se nos viene encima.

La sucesión de detenciones, registros y sumarios cruzados ha convertido la “resistencia” de Pedro Sánchez en una trinchera, donde el partido espera la ofensiva final de la justicia… o de los votantes.

La situación es conocida, pero en las últimas 48 horas ha tomado tintes de crisis sistémica: diez causas de corrupción activas que afectan tanto al Gobierno Frankenstein como al PSOE, entrelazando líneas que conectan Ferraz, la SEPI, ministerios cruciales y figuras que fueron hombres de máxima confianza del presidente.

Aquello que antes se consideraba “casos aislados” ahora se presenta en análisis políticos y judiciales como un patrón estructural que pone en peligro la propia supervivencia del proyecto socialista.

El efecto dominó de la corrupción: del caso Koldo a la “fontanera” del PSOE

En menos de un año, el entorno de Sánchez ha pasado de gestionar el desgaste del caso Koldo-Ábalos a enfrentarse a un mapa de escándalos que dibuja una red compleja de intereses, comisiones y tráfico de influencias en diversos niveles administrativos. Las preocupaciones más relevantes dentro del propio PSOE pueden resumirse en cuatro vectores:

El resultado es un claro efecto dominó: cada nuevo auto judicial reactiva causas anteriores, suma nombres a las listas de investigados y refuerza la percepción sobre una corrupción creciente en el entorno político y administrativo cercano a Moncloa. No se trata solo de casos separados; hay un entramado donde resurgen empresas, intermediarios y cargos públicos implicados en más de un sumario.

Sánchez, atrincherado: ni elecciones ni gran crisis de Gobierno

A pesar del terremoto político, Pedro Sánchez ha decidido resistir.

Desde Moncloa se ha descartado una gran remodelación gubernamental. Y lo más significativo: rechazan por completo convocar elecciones anticipadas, sabiendo que unas urnas abiertas bajo estas circunstancias podrían convertir su actual debilidad en una derrota histórica.

Entre los socialistas existe una convicción clara: si hoy hubiera elecciones:

Mientras tanto, el presidente ha decidido reducir su agenda pública al mínimo.

Es consciente de que cada aparición se convierte más bien en una rueda prensa encubierta sobre casos corruptos que no reflejan actos gubernamentales efectivos. Intentos por contrarrestar esta imagen con encuestas favorables –como el último barómetro del CIS, donde sitúan al PSOE nueve puntos por encima del PP– han sido recibidos con escepticismo fuera del círculo más cercano a Ferraz.

El PSOE se resigna: “Nos hundirá con él”

En federaciones clave y entre cuadros intermedios dentro del PSOE se extiende una amarga convicción: Sánchez no soltará el poder voluntariamente; arrastrará al partido hasta el último día legislativo. Varios barones territoriales han levantado la voz, aunque aún con cautela. Emiliano García-Page, presidente Castilla-La Mancha, ha sido claro al afirmar que el partido “ha perdido el control sobre la situación” tras esta última oleada detenciones.

En privado, dirigentes socialistas describen un panorama donde:

Esta resignación no implica ausencia total cálculo. Los cuadros más experimentados identifican dos riesgos a medio plazo:

  1. Que la justicia acelere algunos sumarios relevantes forzando dimisiones en cadena que conviertan al Gobierno en un ejecutivo prácticamente en funciones permanente.
  2. Que la oposición capitalice este desgaste tan abrumadoramente que el PSOE quede relegado a un papel secundario dentro del sistema político, mientras surgen fuerzas minoritarias tanto a su izquierda como a su derecha.

Rajoy y la “etapa más desdichada” desde 1978

El ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy ha expresado esta semana lo que muchos sectores conservadores e incluso analistas comparten: “vivimos la etapa más desdichada desde 1978. Es un periodo sombrío para nuestra historia”. Sus palabras no son simplemente una hipérbole aislada; están respaldadas por un contexto político caracterizado por:

La contradicción entre este relato oficial y lo vivido es palpable. Mientras Sánchez intenta blindarse mediante anuncios como un Plan Estatal contra la Corrupción, diseñado junto con OCDE y presentado ante el Congreso como algo “ambicioso y honesto”, los avances judiciales parecen ir justo hacia dirección opuesta. La paradoja resulta evidente: El Ejecutivo promete endurecer penas y controles mientras crecen las sospechas precisamente dentro su propio entorno político.

Una crisis librada entre Ferraz, juzgados y urnas

El panorama para los próximos meses combina tres frentes simultáneos:

Mientras tanto , sede Ferraz cunde impresión vivir final ciclo políticamente agotador. En solo semana acumulados:

En este contexto, idea lenta e inexorable agonía ya no solo titular contundente; se ha transformad , muchos cuadros partido, descripción ajustada proceso donde corrupción dejó ser simple problema imagen para convertirse amenaza existencial.

Y mientras Moncloa insiste aguantar “apretando dientes”, federaciones territoriales han adoptado otra expresión menos heroica quizás más precisa: cuando música pare, serán ellas quienes queden sin silla.

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