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Periodista Digital entrevista a la periodista y autora de 'Bajo las alfombras del Congreso'

Ketty Garat: «En política de comunicación, Rajoy ha hecho bueno a Zapatero»

"De la Vega me censuró, Bono me despreció por 'ser de la caverna' y Rubalcaba me llegó a pedir perdón"

25 May 2012 - 10:32 CET
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Un cronista parlamentario, como es el caso de la autora de este libro, es un testigo privilegiado de las bambalinas de la política. Ketty Garat ha estado destinada en el Congreso de los Diputados en la pasada legislatura; que, además, no ha sido una legislatura cualquiera, sino la que, dominada por la crisis económica más grave que se recuerda, ha supuesto un cambio de Gobierno y el desplome electoral del partido que más años ha gobernado en democracia en España, el PSOE.

‘Bajo las alfombras del Congreso’ (Ed. Planeta) cuenta cómo han sido estos años: los debates, los enfrentamientos, las negociaciones agónicas… Y lo hace desde dentro del Congreso, es decir, desde la sala de máquinas de la política española. Acabada la legislatura, o pasada la tormenta, no ha venido la calma. Porque, por un lado, la crisis no lo ha permitido. Por otro, el PSOE se embarcó en una lucha interna para dirimir la sucesión a Rodríguez Zapatero. La autora siguió la campaña electoral del PSOE y, luego, esa lucha interna, cuya batalla decisiva se libró en el congreso de Sevilla. Todo lo cuenta con la agilidad propia del buen periodismo, y el libro -como dice Victoria Prego en el prólogo- desvela las «pequeñas grandezas y grandes miserias» de los políticos, y lo hace combinando «el respeto y la insolencia a partes iguales».

El libro de Ketty Garat reúne anécdotas sabrosas y reflexiones profundas (anécdota y categoría, que hubiera dicho Eugenio D’Ors); así como informaciones curiosas sobre múltiples aspectos de lo que ocurre en el Congreso, lo que incluye el trabajo del periodista parlamentario. La autora mete al lector dentro del Parlamento, para mostrarle aspectos históricos, incluso algún misterio del edificio (como la aparición en su subsuelo de unos esqueletos), y explica detalles como el número de personas que trabajan allí -unas 1.500-, o que la indisciplina de voto -votar en sentido contrario al ordenado por el propio partido-, está castigada con una multa de 300 euros.

«EL VERDADERO POLÍTICO SE VE EN EL BACKSTAGE»

«En absoluto, no tenemos ni idea de qué es la política al fin y al cabo. Porque la política no es una declaración en televisión, lo vemos siempre todo muy encorsetado, un debate muy preparado, un teatro. Y no sabemos lo que hay en el backstage, que siempre es donde están los arreglos de última hora, las negociaciones in extremis; todas esas bambalinas que son las que nos revelan, realmente, cómo es el político.»

«Que el político, al fin y al cabo, es un ser humano también; no sólo es ese teatro todo encorsetado, es un ser humano que tiene enfrentamientos con su propio partido, que tiene enfrentamientos con los contrarios. Pero luego está, aparte de lo que es el perfil personal del político, el perfil del sistema en sí y de cómo debe y puede funcionar un político en el Congreso de los Diputados, que es casi más encorsetado que la política general y que el discurso tan monótono y monocorde de sus señorías.»

«EL CRONISTA DEBE RECURRIR A LA PICARESCA»

«El Congreso de los Diputados es un mercado de información inabarcable. El cronista parlamentario vive allí y puede estar 14 horas al día, incluso a veces, 16. El otro día vimos en un pleno que terminó a la 1 de la mañana que, de repente, se incendiaba un cable de la cocina….

«En todo ese tiempo hay múltiples frentes de batalla, ahí sí que utilizo mucho el lenguaje castrense, porque son frentes de batalla para poder abarcar todo. El cronista parlamentario se divide, pero además tiene que sacar mucho de picaresca, mucho correr de un lado a otro, rebuscar enmiendas en las papeleras, escuchar conversaciones con la puerta abierta; el cronista parlamentario tiene que tener varias dosis de ingenio para poder acercarse realmente y romper el cascarón para llegar al backstage, saltar el escenario y llegar al backstage, que es dónde realmente nos enteramos de qué es lo que hay detrás de lo que le contamos a los ciudadanos día a día».

Hay muchísimos capítulos que en este libro se cuentan, especialmente en lo que es el hundimiento del PSOE, el desmoronamiento del imperio del zapaterismo; en el que se explica cómo contamos las cosas en su día al ciudadano, cómo pasaron las primarias, la petición de Patxi López de un Congreso; y realmente, qué pasó entre bambalinas, cómo percibió el partido a nivel interno, conversaciones, llamadas telefónicas entre Zapatero y Rubalcaba, enfados, bueno; no tiene nada que ver».

«DE LA VEGA ME CENSURÓ»

«En el capítulo de María Teresa Fernández de la Vega, la ex-vicepresidenta del Gobierno de España, cuento que a mí me costó denunciar lo que denuncié. En un vídeo denuncié que la vicepresidenta del Gobierno de todos los españoles, desde la sede del Gobierno en la que se representa a todos los españoles, censuraba, en concreto, a mi medio de comunicación [Libertad Digital] y estuvo haciéndolo durante tres meses, después de que yo me hubiese convertido en alguien habitual en las preguntas de los viernes».

«Yo tenía aprecio personal por María Teresa Fernández de la Vega. Tienen que entender los telespectadores, los oyentes y los lectores que un cronista parlamentario es una persona que ve muchísimo más al político que a su propia familia, se tira 14, 16 horas con ellos, dependiendo del día».

«Le tenía aprecio personal, era una persona afable, era una persona que tenía trato con la prensa, que se empeñaba en vender, obviamente, lo que ella quería vendernos, pero que se paraba con los medios, que hablaba con nosotros. Era una persona cercana y yo le tenía aprecio y, a pesar de eso, consideré que era mi labor, mi deber, mi obligación contarle a los ciudadanos lo que estaba pasando en la sede de todos los españoles, que era la censura y lo hice. Pero me costó porque le tenía aprecio personal».

«RUBALCABA ME PIDIÓ PERDÓN»

«Pérez Rubalcaba, por ejemplo, es una persona, en el trato cercano, encantadora, absolutamente encantadora. Yo cuento, por ejemplo, en un momento del libro que él me llegó a pedir perdón por una ‘perradilla’ que me hizo en un momento dado, me llegó a pedir perdón y yo creo que eso dice también de una persona y, sobretodo, de un político; porque no estamos acostumbrado a ver político que no se blinden y que tengan esa osadía de pedir perdón a un periodista por haberse equivocado, bueno, pues Pérez Rubalcaba, con todo lo que es, fue capaz de hacer eso».

«HAY COMPADREOS ENTRE PERIODISTAS Y POLÍTICOS»

«Hay, no sólo, conchabeo del político con el periodista o con los medios de comunicación, sino también entre partidos contrarios. Por ejemplo, hay casos en los que al Congreso de los Diputados lo llaman ‘La Casa’. Y en ‘La Casa’ hay amistades conocidísimas ente históricos de PP, PSOE y CiU; por ejemplo».

Y eso nos lleva, por ejemplo, a una enmienda muy curiosa, que yo le llamo la pierna de Sánchez i Llibre; una enmienda en los Presupuestos Generales del Estado en la que se aprueba una partida de 100.000 euros para una empresa que, curiosamente, es la que le opera de la rodilla al diputado convergente, de Convergencia i Unió, Josep Sánchez i Llibre, el portavoz adjunto de CiU, con el beneplácito del PP y del PSOE.

PARLAMENTARIO MÁS BRILLANTE

«Es difícil decirlo [quién destaca como parlamentario], yo creo que si tuviéramos que elegir a alguien por el shock, por la novedad, la frescura; el premio al diputado revelación, por así decirlo, sería Soraya Sáenz de Santamaría. Si bien creo que si tuviéramos que elegir a alguien por el mejor discurso, yo me quedaría con el de Ramón Jáuregui, que es con quien termino el libro, porque se produce en un momento en el que el movimiento 15-M estaba asediando ya las puertas del Parlamento; llegaron a celebrar ‘pijamadas’ en la escalinata de los leones, a pintar los muros de aledaños del Parlamento con pintadas de ‘Chorizos’, ‘Fascistas’… De repente, sacudió un poco lo que son los muros, los cimientos, de la representación parlamentaria, de la representación política y había, incluso, muchos diputados que se transformaron en diputados indignados».

«Creo que Ramón Jáuregui, si bien fue un miembro del Gobierno que no se atrevió a alzar la voz dentro del Consejo de Ministros para pedir que se interviniera y que se prohibiese la ocupación de la Puerta del Sol, sí que hizo un discurso brillante de defensa de la vida pública que nos emocionó a muchísimos periodistas, cronistas veteranos y a jóvenes»

«EL SECTARISMO ES DEL SISTEMA, NO SOLO DE LOS PARTIDOS»

«Te voy a hacer una confesión, y es que yo, en mi primera legislatura como cronista parlamentaria, tenía siempre la sensación de que había demasiado sectarismo. Veía tanto al PSOE en el Congreso de los Diputados, pero no sólo el capítulo de María Teresa Fernández de la Vega, también tuve varios enfrentamientos con José Bono, que no me invitaba a las comidas que celebraba con todos los cronistas».

«Estaba allí a diario, ya no sólo en las comidas… Me acuerdo un día haciendo un reportaje sobre el 23-F en el que todos los periodistas se lanzaron a hacer el dichoso reportaje; yo quise hacer algo bonito, entrevistar a todos aquellos que estaban hoy en la Cámara y que estaban entonces en la Cámara, ese 23 de febrero en el intento fallido del golpe de Estado. Bueno, no pude conseguir a José Bono porque me dijo «tú eres de la caverna y no quiero saber nada de ti».

«Estaba convencida de que eran súper sectarios, pero luego me he dado cuenta de que eso forma parte del sistema, que no es del Partido Socialista. Porque, sin ir más lejos, ahora lo que tenemos es un Gobierno que se blinda ante las explicaciones públicas, que no comparece en el Parlamento, que no comparece tampoco en Moncloa, que sólo comparece en la sede del Partido Popular, en Congresos internos ante los suyos. En este asunto, tiene toda la razón el PSOE cuando denuncia el blindaje absoluto del presidente del Gobierno. Yo creo que, en este sentido, aunque no le guste, aunque pueda ser un titular fácilmente manipulable, Rajoy ha hecho bueno a Zapatero. En este sentido, en política de comunicación, Rajoy ha hecho bueno a Zapatero».

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