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En el debate político español pocas cuestiones generan tanto ruido social como el precio de la cesta de la compra.
Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, ha sido el rostro visible de la última subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI): 50 euros más al mes, situando el mínimo en 1.184 euros mensuales repartidos en 14 pagas.
La ministra defiende que este incremento permite a las familias «dar pescado a sus hijos», pero la realidad cotidiana en los supermercados parece menos optimista. El «terror en el supermercado» ya no es solo una hipérbole mediática: es el retrato fiel de la angustia de muchas familias al enfrentarse al lineal de la fruta o el pescado.
La propia Díaz, en una reciente intervención pública, reconocía haber pagado «30 euros solo en fruta» durante una compra semanal. «Hay familias que no pueden permitírselo», sentenció, dejando claro que la subida del SMI, aunque bienvenida, sigue sin garantizar el acceso a una alimentación variada y saludable. El testimonio, entre la anécdota y la denuncia social, ha reavivado el debate sobre la eficacia real de las medidas económicas en la vida cotidiana de los españoles.
Dicho en plata, los 50 euros dan para pescado, pero en cambio para fruta no alcanza, según la surrealista explicación de la líder de Sumar.
¿Qué dan de sí 50 euros extra? El ‘milagro’ del pescado
La ministra sostiene que los 50 euros adicionales permiten “dar pescado a los hijos”, una afirmación que ha sido recibida con escepticismo y cierto humor en redes sociales y tertulias políticas. Analicemos el asunto con números en la mano:
- El precio medio del pescado blanco ronda los 10-15 euros el kilo en las principales cadenas de supermercados, mientras que los pescados azules o mariscos pueden superar los 20 euros por kilo.
- Si una familia de cuatro miembros consume pescado dos veces por semana, la factura mensual solo en este producto puede acercarse fácilmente a los 40-50 euros.
- La fruta, por su parte, no se queda atrás: las manzanas, plátanos o naranjas superan habitualmente los 2-3 euros el kilo, y las frutas “de temporada” rara vez bajan de esa barrera.
En este escenario, los 50 euros de subida del SMI se esfuman antes de llegar a la caja. Para una familia que ya destina el grueso de su salario a vivienda, suministros y transporte, la cesta básica de la compra sigue siendo un lujo relativo. Como ironizan algunos, “con los 50 euros te llega para la merluza, pero si quieres postre, prepara la cartera”.
Fruta, pescado y la inflación: las cuentas no cuadran
El encarecimiento sostenido de la fruta y el pescado es uno de los fenómenos más preocupantes para los hogares españoles. La inflación alimentaria ha mantenido un ritmo superior al del IPC general, y los productos frescos son los más afectados. El testimonio de Díaz no es una excepción: muchas familias se ven obligadas a reducir la variedad o la calidad de su dieta.
Según los últimos datos oficiales, la subida acumulada del SMI desde 2018 ha sido del 61%, pero los precios de algunos alimentos básicos han crecido a un ritmo aún mayor en los últimos tres años.
- La cesta de la compra se ha encarecido hasta un 20% en ciertos productos frescos desde 2022.
- El peso de la alimentación en el presupuesto familiar supera ya el 15%, según informes recientes.
- La patronal denuncia que el aumento de costes laborales, como la subida del SMI, acaba trasladándose parcialmente al precio final de los alimentos, agravando el círculo vicioso.
El SMI como herramienta política y social
Nadie discute que la subida del SMI es una medida necesaria para combatir la precariedad laboral y la desigualdad. En palabras de la ministra, “hablamos de cantidades exiguas, pero muy importantes para familias que no tienen nada”. Sin embargo, el debate real es si estas subidas, en el contexto actual de inflación y crisis de precios, resultan suficientes o solo suponen un alivio temporal.
- Más de 2,5 millones de trabajadores se benefician de la subida, según el Gobierno.
- Los sindicatos celebran el acuerdo, aunque reclaman que el SMI quede exento de IRPF para maximizar su impacto.
- La patronal, por su parte, se ha desmarcado del pacto, advirtiendo de un posible efecto inflacionario y pérdida de empleo en sectores como la agricultura y la hostelería.
La anécdota de la compra de fruta de Díaz, lejos de ser trivial, sintetiza el dilema central: ¿puede el SMI, aun subiendo, competir con una inflación desbocada en productos básicos?
Curiosidades y datos para la sobremesa
- En 2025, el SMI español queda fijado en 1.184 euros mensuales, un 4,4% más que en 2024.
- El kilo de cerezas llegó a superar los 10 euros en mercados de Madrid en la primavera, mientras que la sandía, tradicionalmente barata, ha rozado los 2 euros el kilo en Andalucía.
- Según encuestas recientes, casi el 30% de los hogares reconoce haber reducido el consumo de fruta y pescado por motivos económicos.
- La expresión “terror en el supermercado” ha sido tendencia en redes sociales, con memes y bromas sobre la “subida milagrosa” del SMI y la compra de alimentos frescos.
- El Ministerio de Trabajo ha prometido nuevas inspecciones para garantizar que la subida del SMI no se absorba mediante complementos, una práctica habitual en algunos sectores.
- La Comisión Asesora para el Análisis del SMI, responsable de la recomendación de subida, está formada por economistas, sociólogos y representantes sindicales, pero no incluye a representantes de grandes cadenas de distribución.
La próxima vez que alguien hable de “dar pescado a los hijos” gracias a una subida salarial, conviene recordar que, en la España de 2025, la fruta y el pescado han dejado de ser productos ordinarios para convertirse casi en bienes de lujo. Y todo, por obra y gracia de una cesta de la compra que no entiende de buenas intenciones ni de ruedas de prensa ministeriales.
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