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La policía cotejó durante 5 años el ADN de la taza con el de los etarras y detenidos por violencia callejera

El café que delató al terrorista Gurutz Aguirresarobe

El asesino de Pagazaurtundua vivió siete años a ocho kilómetros del lugar del crimen

04 Ago 2010 - 15:04 CET
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El 8 de febrero de 2003 el jefe de la policía municipal de Andoain, Joseba Pagazaurtundua, entró en el bar Daytona, pidió un café y se sentó en una mesa para leer los periódicos que acababa de comprar.

Un etarra entró unos minutos después, se colocó en la barra y se tomó un café haciendo tiempo para que se fueran algunos clientes. Después sacó una pistola y le disparó cuatro veces. Tres de las balas impactaron en el sargento, provocando su muerte.

La taza que café que dejó sobre el mostrador antes de huir proporcionó a la Ertzaintza la prueba definitiva que ha permitido su captura siete años y seis meses después del crimen. El ADN que dejó en la taza ha sido la clave.

UNA LARGA INVESTIGACIÓN

El asesino de Pagazaurtundua, quien era militante además del PSE y de la plataforma Basta Ya, fue capturado por la policía vasca poco antes de las cuatro de la mañana en su casa de la calle Florida de Hernani.

Durante más de siete años, el asesinato de Pagazaurtundua había sido un crimen sin resolver.El asesino de Pagazaurtundua dejó su ADN en la taza de café el día 8 de febrero de 2003.

El escenario del crimen fue analizado por la policía científica, y varios testigos proporcionaron la descripción del etarra, que actuó a cara descubierta.

Pero aquel ADN de la taza, que se ha ido cruzando a lo largo de estos siete años con los de todos los detenidos relacionados con delitos de terrorismo y violencia callejera, en España y Francia, no había casado hasta hace pocos meses.

Aunque fuentes policiales apuntaron a que en los últimos meses de seguimientos ha habido múltiples ocasiones de obtener restos orgánicos de Agirresarobe, «ya que hacía vida normal, iba a los bares…», se optó por instalar un control de alcoholemia.

Si la revisión de todas las descripciones aportadas por testigos en 2003 lograron reavivar el caso, los restos de saliva de la boquilla del control le señalaron como la misma persona que apretó el gatillo en el Bar Daytona.

Cuando los agentes fueron a detenerle, en el balcón de su casa ondeaba una bandera de apoyo a los presos de ETA.

La Ertzaintza, que se incautó de numeroso material informático en las dos viviendas, y en alguna lonja vinculada a su actividad social, estudia ahora la participación del presunto asesino de Pagazaurtundua en el asesinato en 2001 del presidente del PP de Aragón, Manuel Giménez Abad, a quien mataron con la misma pistola.

Los dos detenidos fueron trasladados a dependencias policiales de Arkaute, en Álava.

VÍVIA AL LADO

El etarra Agirresarobe residía a poca distancia del lugar del crimen, en el pueblo de al lado, y allí había permanecido todos estos años, haciendo vida normal, dejándose ver como activista de la izquierda abertzale y trabajando en una empresa de extintores.

Apenas tuvo que recorrer siete kilómetros desde Hernani hasta Andoain para consumar el atentado. Desde entonces formaba parte de un comando durmiente que estaba a la espera de recibir nuevas órdenes para matar. También esperaba un hijo de su nueva compañera sentimental.

Junto al presunto asesino fue arrestada, en otro domicilio, Aitziber Ezkerra Segurajauregi, su novia en 2003, por proporcionar cobertura al asesino material y actuar como transporte de otros terroristas del comando como Ibon Fernández Iradi Susper. Ambos seguían en contacto a través de una tercera persona.

La operación, dirigida por el titular del Juzgado Central de Instrucción número tres de la Audiencia Nacional, Fernando Grande Marlaska, es la segunda contra la banda terrorista que desencadena la nueva División Antiterrorista reorganizada por el consejero de Interior del Gobierno vasco, Rodolfo Ares.

El pasado enero, apenas seis meses después de la llegada de Patxi López al Gobierno vasco, sus integrantes detuvieron a nueve terroristas en Vizcaya y Guipúzcoa relacionados con la colocación de coches bomba en Ávila y Ondarroa, Guipúzcoa.

ETA ha perdido, solo este año, 68 militantes en España, Francia, Portugal, Italia, Inglaterra, Irlanda del Norte y Venezuela. «Este es un mal año para ETA y bueno para la libertad», aseguró Ares en el centro policial de Erandio, especialmente satisfecho por las detenciones.

El Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, confirmó que la estrategia compartida entre las Fuerzas de Seguridad del Estado y la Policía Autónoma Vasca «no es otra que detener, detener y detener hasta que esto acabe».

 

 

 

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