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Luis del Val – Leyes anticonstitucionales.

Luis Del Val 08 Jul 2011 - 12:20 CET
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MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Es posible que el Ministerio de Sanidad perjudique seriamente la libertad de los españoles. Aprovechando las altas temperaturas que han debido de afectar el caletre de la Secretaría General Técnica, y de los señores diputados, han sacado adelante una Ley de Seguridad Alimentaria, basada en esa especie de bálsamo de Fierabrás de las prohibiciones, que es algo en lo que más confían los autoritarios y los ignorantes. Cuanto más bobo o más déspota es un jerarca, más se entrega a la prohibición, como fuente de toda clase de beneficios, da lo mismo que sea la velocidad, la cría de cerdos, o, como en este caso, el consumo de alimentos.

Un grupo de asadores de la manteca descubrió que lo mejor sería prohibir que los médicos y los ciudadanos protagonicen anuncios de alimentos. En la Ley se habla de «pacientes», porque hay que tener mucha paciencia para que, a través de una larga cadena de despistados, se apruebe una prohibición que ataca el artículo 20 de la Constitución Española, que en su apartado «a)» reconoce el derecho a expresar y difundir libremente, ideas y opiniones, mediante la palabra o cualquier medio de reproducción. Es decir, estaríamos ante el contrasentido de que el firmante de este artículo pueda decir que en el Ministerio de Sanidad abundan los burros en las leyes constitucionales, pero no podría decir que me gusta una marca de galletas o un yogur. Estaríamos ante el tremendo disparate hipotético de que yo podría opinar que la ministra de Sanidad es ligeramente estulta, pero no podría aparecer en un anuncio diciendo el aceite de oliva con el que me gusta a mí hacer las ensaladas. Otrosí, dice el apartado «d)» del mismo artículo que yo tengo derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión, pero aunque sea veraz la calidad de ese aceite me lo prohíbe el Ministerio de Sanidad.

Puede que sea el calor, porque sería terrible que tuviera razón Santiago Amón, cuando decía que en España no cabía un tonto más.

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