Victor Entrialgo De Castro: «Ni la mejor novela de suspense»

Lo han vuelto a hacer. No cabe hablar de suerte cuando sucede lo mismo tres veces, a cada vez con mayor dificultad, encogiendo el corazón de los espectadores al filo de la derrota para sorprenderle de nuevo con una alegría mayor y más inesperada, a pesar de haber sido anunciada.

Es más bien una cuestión de suspense y de pasión. De mantener la tensión hasta el agónico final a pesar de que te digan desde el principio quien es el asesino.

Ayer en el teatro en obras de los sueños, más jugadores, frente a más equipo; demostración de la grandeza del fútbol donde innumerables variables son multiplicadas por el sinfin de  trayectorias que puede coger el balón en el choque con los jugadores. Y, donde finalmente, despues de muchas tesis y cabriolas, poco más se puede asegurar sin temor a equivocarse aparte de que gana sencillamente el equipo que mete más goles en la portería contraria.

Juego deportivo donde la disciplina, la técnica y finalmente el arte y la pasión pueden vencer a la mecánica e incluso a la fuerza.

Pero también novela donde te cuentan de antemano que el asesino es el Real Madrid. Que es reincidente. Un asesino en serie que va dejando huellas por la historia y en el mismo escenario, porque siempre mata en el mismo lugar.

Sin embargo todos pueden ver cómo al final, rodeándole, ya casi lo van a matar. Da igual que los rivales hayan estudiado y estén esperando su instinto y su técnica. De pronto, en un momento dado, o dos o tres, aquellas quedan subsumidas en el arrebato cuando apenas tiene tiempo y el contrario bien armado advertido y entrenado, embriagado por el perfume de la victoria que ya ve y toca de cerca persuadido de su victoria, comprueba que no le da tiempo a desenfundar
para sacar sus armas y defenderse a tiempo.

El Madrid un equipo de leyenda  para el que sus arreos son sus armas, su descanso el pelear. Es la Iliada y la Odisea, es la épica, los mosqueteros que ganan a los hombres de Richelieu, de Wellington y de Nelson. Son relatos de hazañas.

El fútbol no es ciencia a pesar de ser el mejor sitio para explicar las matemáticas, las combinaciones permutaciones y variaciones de dos en dos. Tiene su vocabulario, que se inventa año tras año, lo de los achiques de espacios, el falso nueve o este año se lleva mucho lo del bloque bajo. De gramática sus proposiciones, sus figuras retóricas, y sus adversativas; y del arte de la guerra con sus tácticas envolventes, sus asedios, de David frente a Goliat, de Ucrania frente a Rusia, donde el débil puede ganar batallas y hasta la guerra; Kiev, Afganistán, Covadonga, Numancia, Bailén, el dos de Mayo.

El fútbol es donde más catedráticos hay y sin embargo no es ciencia sino, el mejor de los casos, arte partiendo de una técnica.

¿Dónde puede haber alguien que juegue más o que haya ganado más que el que lo inventó, -los ingleses, una escuadra extraordinaria-, donde el almirante Guardiola perdiera Trafalgar una vez tras otra.

De Historia que tu hiciste porque tú que estuviste alli, tambien lo hiciste.
Incluso tú que lo viste, gritando gol   desde el sofá de tu casa, en el bar o en el sitio más recóndito del mundo, donde ha llegado el Real Madrid como llegaron los conquistadores españoles. Épica televisada donde la pasión supera a la imaginación. Once Aquiles ha vencido a tres ejércitos Troyanos.

No es la fuerza del ejército, ni la virtud de las armas, sino el vigor del ánimo el que reporta la victoria.

La hazaña ya está hecha. La leyenda acrecentada. El suspense garantizado. Paris nos espera. Gane o pierda, siempre nos quedará el Madrid.

Hasta el final,
Vamos Real

Víctor Entrialgo