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OPINIÓN

Manuel del Rosal: «Soledad: La sala de audiencias de Dios»

21 Mar 2023 - 16:28 CET
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En la soledad estás contigo mismo y con Dios; puedes hablar contigo y con Él. Es como si tomaras un café con Dios al que hablas, que te habla y que te hace mirar dentro de ti. No hay mejor compañía que la soledad, con ella puedes hablar con Dios y mirar dentro de ti

“El valor de una persona se mide por la cantidad de soledad que puede soportar” Friedrich Nietzschet
El águila vuela sola; el cuervo en bandadas. El necio tiene necesidad de compañía y el sabio, de soledad”, Friedrich Rückert, catedrático de orientalismo en Berlín.

La soledad puede ser gratificante; de hecho, lo es en la mayoría de las ocasiones. Para mí la única soledad que es amarga es debida al fracaso del hombre como persona. Esa persona estará siempre en soledad, aunque esté rodeada por todas partes, pero, además, muchas veces, el tener personas a mi alrededor hace que sienta más la soledad que cuando estoy acompañado tan solo por mí mismo, porque la inmensa mayoría de personas no ofrecen compañía de verdad. A mí me gusta la soledad que me ofrece de forma generosa tres cosas: ser libre, estar a solas conmigo y sentirme más cerca de Dio ¿Qué eso es egoísmo? Es posible.

La soledad está hoy denostada. Hoy todo es coro, no hay solistas y los pocos que quedan son mal vistos según lo estipula lo que se ha dado en llamar políticamente incorrecto. Hoy todo es muchedumbre vayas donde vayas, todo es ruido. Los que buscamos la soledad somos raros, los que huimos del gregarismo somos egoístas, los que no queremos soportar lo que hay que soportar por las normas establecidas por esta sociedad en la que el individuo ha desaparecido entre la masa amorfa, somos antiguos. Casi todos los ciudadanos piensan así porque casi todos son incapaces de estar con ellos mismos, porque no quieren pagar el precio de ser libre que es la soledad, porque no saben que ese precio es el más barato que imaginarse puedan al compararlo con lo que compras: tu libertad. Ibsen, en su novela “Un enemigo del pueblo” afirma que “el hombre más fuerte es el que está más solo”. La mayoría de los hombres no saben que tener como amigo a la soledad aumenta el conocimiento de nosotros mismos, nos hace crecer positivamente pues nos hace más fuertes, aumenta nuestras facultades de creatividad, nos ayuda a construir nuestra identidad. Y no hablemos de la libertad, nunca se es más libre que cuando uno está solo. En la soledad uno es uno mismo sin influencias de nadie más porque, como decía Schopenhauer: “Solo puedo ser yo mismo si estoy solo” Pero hoy nadie quiere ser libre, todos tenemos miedo a la libertad y la vemos profunda y oscura por lo que buscamos el gregarismo para poder soportarla, sin embargo, cuando todos estamos más juntos, que no unidos, es cuando todos estamos muriendo de soledad porque la mayor soledad es aquella en la que el individuo se encuentra solo aunque esté rodeado de sus semejantes; es lo que Sabina denominaba: la soledad elevada al cuadrado. El hombre ha ido perdiendo libertad al tiempo que se alejaba de la soledad hasta haber llegado a estos días en los que la soledad ha desparecido de la vida de los hombres. Hasta tal punto ha desparecido que ni aun estando solo, el hombre puede disfrutar de su soledad. Y esto es así porque, desde que llegaron a nuestras manos los móviles, ¿quién puede disfrutar de la soledad intimista? ¿quién puede mantenerse libre, solo en medio de tanta vorágine, entre tanta muchedumbre?

Porque hoy la vorágine, la muchedumbre, el gregarismo no es solo real, sino también virtual.

Termino con unos versos de Fray Luis de León:

“¡Dichoso el humilde estado / del sabio que se retira / de aqueste mundo malvado! / Y con pobre mesa y casa / en el campo deleitoso / con solo Dios se acompasa, / y a solas su vida pasa / ni envidiado ni envidioso.”

MAROGA

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