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OPINIÓN

Victor Entrialgo: «La señora que tenía un gato encerrado»

Victor Entrialgo 01 Abr 2024 - 22:13 CET
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Esto era una señora que tenía un gato. Lo llevaba incluso a las manifestaciones pero, por misteriosas razones del azar, empezó a trabajar y su marido a gobernar, ambos casualmente al mismo tiempo.

Un buen día, mientras discutían quien se quedaba con el gato, el Instituto de Empresa y la Universidad Complutense le hicieron a la señora un «traje-catêdra» a medida para no graduados, desprestigiándose así como modistos.

La señora del gato dijo entonces que iba a recaudar no sé sabe qué fondos, ni con qué fin, explicándolo todo confusamente, con palabras como hub, meeting, African Center, -práctica ésta muy en boga de usar palabras inglesas para envolver la nada que, en habiéndolas en español, nos dan una pista fiable de afectación o fraude, máxime cuando se trata de captación de fondos.

Se atisbaba ya el gusto por el inglés y la nada del gato de la señora mientras su ambición y la de su marido traicionaban su inconsciente en los besamanos de los Reyes o en la cumbre de la OTAN donde todo el mundo pudo ver que, incluso con el propio presidente de los EEUU, la señora del gato adoptaba una actitud frívola, inapropiada y fuera de lugar, más propia del saloon de un western.

La señora viajó luego a Marruecos, con Halcon o con Falcon, pero si dejó el gato encerrado o lo llevaba consigo es cosa que entonces no sabíamos. El caso es que perdió el teléfono móvil con el que el Pegasus hackeó 2,5 gigas de su marido y acto seguido la política exterior de España dió un giro de la noche a la mañana, por lo que la gente empezó a ver un gato encerrado en una cesta de mimbre cubierto con un mantel de cuadros.

Pero si luego hemos sabido que la señora recibió un millón de euros para su Center justo días antes del rescate de Air Europa y viajó en Falcon a «la Española» donde han ido a parar Bono, Rubiales, los Hidalgo y otros muchos socialistas con al menos cuarenta vuelos sin justificar, ésto más que un gato es un tigre a punto de escaparse.

Si además salen como posesas las chachas de las teles y las radios para quitarse el bicho del hombro: tienes un bicho ahí ¿qué tengo qué? quítamelo, quítamelo..y decir mientras lapidan, las muy farsantes, que no se meta a las parejas en ésto, cuando fue la señora del gato la que lo metió en lo público.

A la vista de todo ésto y esté donde esté encerrado esto ya no es un gato sino un tigre que está escapando por culpa de la frívola negligencia e inmoralidad de la mujer del autócrata. Una señora que venía de por casa con negocios delicados y que lejos de influir femeninamente sobre el modo de caminar de su marido propio de un chulo de barrio, aparece complicada con él en negocios y conflictos de intereses.

Por eso con independencia de lo que depare la investigación del gato, la actitud de «sobrada impunidad» de Sanchez y su mujer además de negligente y frívola, como su ser, constituyen una desviación de poder, un abuso de autoridad y un conflicto de intereses por parte de los dueños del gato encerrado contraria a los intereses generales de los españoles y absolutamente intolerable si hubiera una digna Nación.

Víctor Entrialgo

 

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