Hay nombres que, de no ser tan peligrosos, provocarían carcajadas. Uno de ellos es el de Ibrahim Miguel Ángel Pérez Ramírez, un funcionario de la Generalitat de Cataluña, ex sindicalista de UGT, estalinista, ex miembro del partido de Pablo Iglesias, «podemos», reconvertido al islamismo y actual presidente de la asociación Musulmanes contra la Islamofobia. Un converso de manual: primero al estalinismo, luego al islam, y siempre al sectarismo.
Lo grave es que este personaje no es un simple iluminado de las redes sociales. Es el principal peón de la Fiscalía de Málaga en el juicio que sentará en el banquillo, el próximo 1 de octubre, a tres voces incómodas: el Padre Custodio Ballester, el Padre Jesús Calvo y el periodista Armando Robles. Tres católicos, tres disidentes, tres símbolos de lo que el poder quiere silenciar.
¿Y quién es el acusador? Nada menos que un individuo que ha defendido públicamente la Sharia, que celebró la llegada de los talibanes a Kabul, que se dedica a insultar a los católicos llamándolos “pederastas” y “tarados mentales”, y que se regodea en redes sociales proclamando que en Cataluña ya hay más musulmanes practicantes que católicos. A ese hombre la Fiscalía lo utiliza como ariete judicial.
La experiencia personal del abajo firmante
El abajo firmante conoce bien las tácticas de este sujeto y su chiringuito subvencionado. Hace alrededor de una década, la asociación de Ibrahim Miguel Ángel Pérez me denunció por un artículo-ensayo en el que abordaba, con rigor histórico, la conquista de Granada por los Reyes Católicos, la batalla de Lepanto, la expulsión de los moriscos y la constante nostalgia islámica por recuperar Al-Andalus.
Nada extraño: quien conoce mínimamente el islam sabe que esa obsesión forma parte del relato en el que se educa a generaciones enteras de musulmanes. El Islam político no olvida, ni perdona, ni renuncia jamás: Al-Andalus es para ellos “tierra usurpada” que debe volver al seno del Islam. Yo simplemente escribí lo que cualquiera puede leer en los manuales de historia y en los sermones de ciertas mezquitas.
¿El resultado? Una denuncia. Una querella. Una amenaza judicial. Afortunadamente, salí indemne. Pero la experiencia me dejó clara una cosa: en España, los que alertamos sobre los peligros del islamismo somos perseguidos, mientras quienes defienden a los talibanes, quienes celebran el terrorismo yihadista son premiados con subvenciones.
El islamismo como víctima oficial
La estrategia de Ibrahim y su asociación es siempre la misma: declararse víctimas eternas de la “islamofobia” y, a partir de ahí, exigir silencio a cualquiera que se atreva a cuestionar el Islam político. La táctica es conocida:
- Llamar “discurso de odio” a cualquier crítica.
- Utilizar la ley como mordaza.
- Presentarse como guardianes de la convivencia, mientras escupen odio contra católicos, judíos y contra España misma.
Todo ello, con el aplauso cómplice de Ada Colau y su equipo, que incluso participaron en actos de la asociación McIslamofobia, y con la colaboración del poder judicial, que asume sus denuncias con una rapidez que ya quisiéramos para las víctimas reales del terrorismo o del crimen común.
Una España invertida
La paradoja es insultante. Un católico que cite a San Juan de la Cruz, que recuerde la batalla de Lepanto o que defienda la tradición cristiana puede acabar en un banquillo. Un islamista que sueña con la Sharia y celebra la llegada de los talibanes a Afganistán es recibido en los despachos de la izquierda institucional y en los platós de televisión internacionales, y además, generosamente subvencionado con dinero de nuestros impuestos.
El juicio de Málaga es un símbolo: la Fiscalía persiguiendo sacerdotes, periodistas y ciudadanos críticos con el Islam político, mientras se apoya en el testimonio de un hombre que ha mostrado desprecio sistemático por la fe mayoritaria de este España.
Conclusión
Cuando yo fui denunciado por Pérez y su asociación, entendí lo que ahora se confirma en Málaga: no se trata de proteger a los musulmanes, sino de blindar al islamismo político como nuevo intocable del sistema. Se trata de hacer callar a los que incomodan.
El próximo 1º de octubre, cuando el Padre Custodio, el Padre Jesús Calvo y Armando Robles se sienten en el banquillo, no será solo un juicio contra ellos. Será un juicio contra todos los que creemos que España tiene derecho a defender su tradición, su historia y su libertad.
Y al frente de esa farsa judicial estará Ibrahim Miguel Ángel Pérez Ramírez, converso al dogma totalitario, paladín de la Sharia, funcionario de la Generalitat y ahora peón de la Fiscalía. Que cada cual saque sus conclusiones.
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