Una de las mayores conquistas de nuestra democracia ha sido y es la existencia de libertad de prensa. Con esa libertad de prensa conseguimos que nuestra sociedad pueda estar libremente informada, conseguimos que las noticias sean contrastadas y reales, conseguimos que la democracia se consolide día tras día.
Los españoles asumimos con normalidad que las opiniones vertidas en los medios de comunicación son necesarias para que los ciudadanos informados podamos decidir y discernir sobre cuál es la realidad de los hechos.
No hay más que ver cómo uno de los mayores problemas actuales del conflicto del Sáhara es precisamente la negativa del Gobierno Marroquí a que los medios de comunicación puedan libremente informar para que de ese modo podamos conocer la realidad de la situación.
Se auto-llaman el cuarto poder. Y se enorgullecen de ser ellos quienes realizan la función fiscalizadora de la política en España. Y la mayoría de los medios se merecen este apelativo. Pero sólo la mayoría.
Cuando un medio de comunicación permite que los insultos a los políticos traspasen las normas de la ética, la razonabilidad y el buen gusto, su deber es censurar públicamente esos comentarios. Y cuando esos insultos se publican en su propio medio, si no quiere ser cómplice de los mismos, su deber es eliminarlos.
El Plural no lo ha hecho. El Plural ha permitido, y lo que es peor, incluso ha llegado a justificar, que ciertas personas que deberían ser calificados de meros animales, sean capaces de proferir gravísimos insultos e injurias no sólo frente al político que libremente se expone a la opinión pública, sino incluso contra marido, y lo que es peor, frente a un simple niño de cuatro años.
La responsabilidad de los medios de comunicación es imprescindible para que las reglas del juego democrático se mantengan. Escudarse en un simple «no nos hacemos responsables de los comentarios» cuando los mismos son objeto de querella y objeto de cualquier censura moral, es convertirse en cómplice de los insultos.
Pero esa es la bajeza de algunos. Que encima le ríen la gracia a los idiotas. Lo que han consentido desde El Plural es que a partir de ahora cualquier cosa valga, que se ofenda en lo más valioso de una persona, si eso consigue arañar un voto, todo vale. Si con la calumnia consigo desprestigiar al adversario político, no importa lo que se diga.
Esos son los que se llaman progresistas, esos son los que dicen que defienden los derechos de todos los ciudadanos por encima de todo, son los que nos llaman al resto fascistas. Son simplemente la vergüenza de toda una profesión que lo que quiere es ofrecer la verdad.
Y tampoco veo respuesta pública. Tampoco veo a un Gobierno que censure las palabras. No veo ningún tipo de actuación por parte de Barreda ni de ningún otro miembro del Gobierno. A esos también les hace gracia que puedan proferir insultos a un menor de tan sólo cuatro años.
Y es que esos son iguales que los del Plural, prefieren mirar hacia otro lado, como miran los cómplices de los terroristas, y consienten que se insulte a una madre y que se insulte a su hijo. Y encima se ofenden si los demás gritamos; y encima Mª Dolores (no Cospedal, Mª Dolores), no puede gritarles a todos como cualquier madre haría cuando insultan vejatoriamente a su hijo.
Esa sería la lógica respuesta de una madre que tiene que ver comentarios en un medio de comunicación como los que han sido denunciados. A ella ni siquiera la permiten ese derecho.
Esta es la calidad de la democracia en nuestra región, esa es la altura democrática de algunos periodistas y del Gobierno de nuestra Comunidad: insulta, que algo queda. Ahora ese niño de cuatro años no puede defenderse por sí solo, no puede acudir por sí sólo a los tribunales ni exigir responsabilidades públicas contra quien ha consentido con su silencio que le insultaran cuando era un simple niño.
Pero dentro de unos años espero que pueda pedir explicaciones al señor Sopena, al señor Iserte y al señor Barreda por qué consintieron, justificaron y no censuraron las palabras de alguien que pedía su muerte cuando sólo tenía cuatro años porque su madre era del PP y no de otro partido.
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