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Ley del embudo, rayo que no cesa;
tan injusta y feroz como vigente
ese actuar, perverso e indecente.
Cuando atacar a alguien interesa,
con su consentimiento, a una la besa,
se desata un infierno intransigente;
y a pesar, de estar claro, es inocente,
¡acosador sexual! se le procesa.
Para otros, sin embargo, vale todo:
éstos, no sólo acosan; ¡atropellan!
Son años actuando de ese modo.
Las pobres, por temor, no se querellan.
Calla su gente ¡eso sí que es lodo!
La decencia y las Leyes… ¡descabellan!
Llamarlas “guapa” es algo intolerable.
Violar, cuando son ellos, aceptable.
Luis XIII… y medio
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