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“Hoy, las ciencias adelantan…”
El progreso es admirable;
sólo en la Ciencia, se entiende,
porque en cuestiones sociales
vamos como los cangrejos
de culo… ¡y el culo al aire!
La exploración espacial
con sus continuos avances
¡qué bien nos ha retratado
por evidente el contraste
entre las cosas bien hechas
y la inconsciencia culpable!
Pues sucede que, llegados,
a nuestro vecino Marte
encontramos un planeta
infernal, inhabitable.
Muchas son las conjeturas,
hasta tanto no se aclare,
en busca de averiguar
la razón de aquel desastre.
Lo que es la Ciencia-ficción
compuesta y sin novio yace
que el cuento de los marcianos
ya no se lo traga nadie.
Los políticos, temblando,
de cualquier cosa, capaces,
han censurado los datos
que nos trajeron las naves
que aterrizaron allí
pelos de punta, que es grave,
ponen, pues lo averiguado
mear, no echar gota, cabe.
Un secreto tan terrible,
imposible de guardarse
pues demasiadas personas
al cabo están de la calle,
se ha filtrado aunque sean pocos
los Medios profesionales
que, desafiando al ogro,
han osado publicarle.
Sucede que hace mil siglos
Marte tenía habitantes;
había ricos y pobres,
eso pasa en todas partes;
alguna guerra que otra,
después hacían las paces…
En fin, un mundo corriente
que los habrá innumerables
en el infinito espacio
más o menos, semejantes.
Pues sucede que un mal día
con el Gobierno se hace
un sujeto que, a más inri,
cara dura para hartarse,
se hace llamar progresista,
nazi, mejor le cuadrase;
miente más que habla, el tal,
compra todo lo comprable,
se hace con una pandilla
facinerosos secuaces
corruptos hasta las cachas
que, además, son incapaces.
Para gobernar no sirven,
lo que tocan, se deshace,
hasta las luces se apagan
trenes que huelga les hacen
y en mares de bulo y fango
todo es robo y es desmadre;
una masa de forofos
que, pese a todo, le aplauden,
de lo que tienen encima
felices por ignorantes.
Desaparecen derechos,
destrozan las libertades
odio y violencia difunden
manipulan hasta hartarse.
En fin, para qué seguir;
Marte, que hoy es un cadáver
fue la triste consecuencia
de ceder a la barbarie.
Termino con un refrán,
de el que es mejor no olvidarse:
“Si las barbas del vecino,
ves en el fuego quemarse
pon las tuyas en remojo:
eres el siguiente que arde”
Luis XIII… y medio
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